Arranca el juicio contra el último guardia nazi del campo de exterminio de Stutthof

patricia baelo BERLÍN / CORRESPONSAL

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GUIDO KIRCHNER

Se le acusa de presunta complicidad en los asesinatos que se cometieron entre junio de 1942 y septiembre de 1944

07 nov 2018 . Actualizado a las 08:07 h.

Bajo el lema más vale tarde que nunca. Así prosigue la carrera contrarreloj de Alemania por sentar en el banquillo a los cómplices del nazismo que quedan vivos. La simbólica pena de cinco años de prisión, que nunca cumplió debido a su avanzada edad, para el ucraniano John Demjanjuk en 2011 marcó un antes y un después. Por primera vez, la justicia alemana juzgaba a una persona que había participado de manera indirecta en el genocidio llevado a cabo por el régimen de Hitler. A día de hoy han sido condenados desde contables hasta vigilantes pasando por sanitarios. Todos ellos contribuyeron al Holocausto.

El último en comparecer ante un juez es un antiguo guardia del campo de concentración y exterminio de Stutthof, en Polonia, donde se calcula que murieron unas 65.000 personas. Johann R., de 94 años, se echó a llorar ayer durante la primera sesión del proceso que se celebra en la Audiencia Provincial de Münster y en el que se le acusa de presunta complicidad en los asesinatos que se cometieron en Stutthof entre junio de 1942 y septiembre de 1944, período en el que trabajó para el campo nazi.

El nonagenario, nacido en Rumanía, mantuvo la compostura en el momento en que la fiscalía leyó los cargos que se le imputan. No obstante, se mostró emocionado cuando los abogados de los querellantes aportaron declaraciones de supervivientes así como de familiares de víctimas. «Contribuyó a matar a mi querida madre, a la que tanto eché de menos toda mi vida», sostuvo una estadounidense de Mineápolis, que se cuenta entre los 17 testigos de varios países que se presentan como parte civil en el juicio, junto al Estado alemán.

Johann R. admitió haber ejercido como guardia en Stutthof, el primer campo de concentración erigido por las SS fuera de Alemania y uno de los que más tiempo se mantuvo operativo. Sin embargo, asegura que no sabía nada de los crímenes cometidos. Le contradijo el fiscal, que le acusa de haber facilitado los brutales asesinatos de prisioneros, ya fuera en la cámara de gas, de un tiro en la cabeza, envenenándoles o simplemente dejándoles morir de hambre y frío.

«¡Nunca fui un nazi!», insistía en una entrevista con Die Welt el ex vigilante, que apenas había cumplido 18 años cuando se produjeron los hechos, por lo que será juzgado por un tribunal de menores de Münster.