La nueva generación de líderes demócratas no logra arrancar

Francisco Espiñeira Fandiño
f. espiñeira REDACCIÓN / LA VOZ

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En la imagen, Beto O'Rourke
En la imagen, Beto O'Rourke LARRY W. SMITH

El republicano Walker perdió en Wisconsin, pese a exagerar los métodos trumpistas, y la transexual Hallquist, en Vermont

08 nov 2018 . Actualizado a las 08:02 h.

En el reparto de los más de seiscientos asientos en juego en el supermartes de las midterm hay muchas historias de alegría, pero también un largo reguero de caídos lejos de la gloria que tendrán que pasar al menos cuatro años fuera de los círculos de poder. Las víctimas se reparten por igual entre republicanos y demócratas y el recuento de perdedores ofrece nombres emergentes, como el del texano Beto O’Rourke, que rozó la hazaña en Texas, o el ya exgobernador de Wisconsin Scott Walker, cuyo epílogo a ocho años de escándalos fue el intentar parecer más trumpista que el propio Trump para desviar la atención de algunos de sus escándalos.

Líderes en entredicho

O’Rourke y Gillum se estancan en Texas y Florida. Eran dos de los nombres que sonaban en todas las quinielas como futuribles aspirantes al liderazgo demócrata, incluso en el horizonte de las presidenciales del 2020. Beto O’Rourke en Texas y Andrew Gillum en Florida consiguieron resultados numéricamente espectaculares, con millones de votos detrás, pero se quedaron a unas pocas décimas porcentuales de destronar a sus rivales republicanos, el veterano Ted Cruz y el emergente Ron de Sanctis, respectivamente. En la lista de jóvenes valores que también se han quedado en la estacada hay que incluir a la novelista Stacey Abrams, que aspiraba a ser gobernadora de Atlanta y que pelea por unas pocas papeletas para intentar forzar una segunda vuelta. O’Rourke cosechó más de un 48 % de los votos en un territorio claramente hostil a los demócratas, además de movilizar una gran cantidad de recursos económicos que le permitirán seguir en primera línea.

Andrew Gillum
Andrew Gillum MARK WALLHEISER

El peso negativo de Trump

Adiós al polémico Scott Walker. Scott Walker era gobernador de Wisconsin, el estado más cervecero de EE.UU., desde el 2011 y en el 2015 se llegó a posicionar como presidenciable del país, justo hasta la aparición de Donald Trump. Como el neoyorquino, destaca por sus tics populistas y una capacidad para buscar enemigos exteriores sobre los que volcar la responsabilidad de sus tropiezos. Con una cifra de paro por debajo del 3 % y numerosas inversiones en marcha, no pudo revalidar su cargo para un tercer mandato después de mantener numerosas polémicas con los sindicatos, la comunidad educativa y un sinfín de colectivos más. Jugó a ser más trumpista que Trump para movilizar a sus votantes frente a la ola demócrata y fracasó. Casi lo mismo podría decirse de Kris Kobach en Kansas, un estado de larga tradición republicana, pero donde pagó de forma rotunda su activismo antiinmigración, traducido en algunas de las leyes más restrictivas del país, y también el seguidismo de las políticas presidenciales, ya que era uno de los más activos defensores de la teoría de la manipulación de votos en favor de los demócratas.

Cristine Hallquist
Cristine Hallquist STEPHANIE KEITH

Cambio incompleto

Vermont da la espalda a la primera transexual. Christine Hallquist, expresidenta de una compañía energética, fracasó en su intento de hacer historia para convertirse en la primera gobernadora transexual de Estados Unidos en su estado de Vermont, donde fue reelecto el actual gobernador republicano. Se anticipaba en las encuestas que la veterana activista demócrata de 62 años perdería ante Phil Scott, un republicano moderado y popular que solo ha sido gobernador de este bucólico estado del nordeste durante dos años. La superviviente de cáncer se lanzó a la política para impulsar la ola azul contra el presidente Donald Trump, que ha buscado dar marcha atrás en derechos de las personas transexuales, en protecciones del medio ambiente y se opone a la inmigración.

Míchigan aprobó el uso de marihuana y Florida, que los exconvictos voten

Al margen de los cargos políticos, numerosos estados aprovecharon la cita con las urnas para solventar algunos asuntos pendientes mediante votación pública. Entre los referendos más curiosos del supermartes destaca la aprobación en Míchigan del uso recreativo de la marihuana, el décimo estado que legaliza su consumo, o la autorización para que los exconvictos recuperen su derecho a voto en Florida. En Alabama, la mayoría aprobó autorizar la exhibición de los Diez Mandamientos en propiedades estatales y rechazó la legalización del aborto. Y Washington subió la edad mínima para la compra de armas automáticas.

Alivio entre los republicanos por las victorias en Florida, Iowa y Ohio, tres estados clave en las presidenciales

Las elecciones estadounidenses del midterm tienen también un factor clave en la valoración del presidente de turno y en la elaboración de su estrategia de cara a la siguiente gran cita con las urnas, las presidenciales, en este caso las del 2020.

Por eso, al margen de las grandes victorias o derrotas, los analistas estadounidenses desmenuzan desde el primer minuto los datos correspondientes a los llamados «swinging states», aquellos conocidos como estados clave porque su estructura de voto refleja de forma casi mimética la que se registra en todo el país a la hora de elegir al nuevo inquilino de la Casa Blanca.

Por eso, en estos comicios de mitad del mandato la vista estaba puesta en dos de esos denominados estados clave, Iowa y Ohio, y en otros como Florida, determinante por el nivel de movilización existente con cada candidato. Y ahí, en una noche agridulce para Donald Trump, el magnate y sus asesores de confianza encontraron algunas de las razones para sonreír, ya que las votaciones en esos tres estados ratificaron la victoria alcanzada por Trump dos años antes.

En Florida, Ron de Sanctis recogió el testigo de Rick Scott y, tras una reñidísima campaña, ambos consiguieron doblegar a sus adversarios demócratas. Así, De Sanctis será gobernador, mientras que Nelson apuntala la mayoría republicana en el Congreso al despojar de su acta al demócrata Bill Nelson por menos de cuarenta mil votos.

En Ohio, una de las referencias en cualquier estudio electoral que se precie, los republicanos vieron reducida su ventaja sobre los demócratas a solo cuatro puntos en la elección a gobernador, mientras que el aspirante progresista consiguió el acta en el Senado en un reparto de votos que contentó a todos.

Por lo que se refiere a Iowa, el republicano Kim Reynolds logró una agónica victoria por solo tres puntos, que permite mantener el cordón republicano en el centro del país.

Alegrías azules

Pero esos tres alivios de los republicanos no empañan el importante avance de los demócratas en las elecciones regionales, donde los progresistas consiguieron conquistar siete nuevos estados -Wisconsin, Kansas, Nevada, Illinois, Míchigan, Nuevo México y Maine- y tendrán el poder en 22 gobernaciones, mientras que los republicanos verán reducido su poder a 25. Entre los grandes bastiones afines a Donald Trump, en Texas y Arizona los dos gobernadores republicanos consiguieron cómodas victorias por más de quince puntos de ventaja sobre sus adversarios demócratas. Ambos estados son fronterizos con México y las políticas contra la inmigración ilegal de la actual Administración no causan, por ahora, un gran impacto entre los votantes.