¿Fumata blanca sobre el «brexit»? Los entresijos del acuerdo que acarician la UE y el Reino Unido

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SIMON DAWSON | Reuters

La «premier» Theresa May convoca a sus ministros más escépticos para que den luz verde al texto

14 nov 2018 . Actualizado a las 01:22 h.

«¿Hay o no hay fumata blanca?», es la pregunta que sobrevoló este martes en los fríos y herméticos cuarteles de Bruselas. Cuatro horas interminables que arrancaron con filtraciones sobre un supuesto acuerdo sobre el brexit. Lo habitual en las últimas tres semanas. Más rumores. Confirmaciones ambiguas seguidas de desmentidos a medias tintas. Altas dosis de tensión. Llamadas de teléfono, algún que otro lamento, un «que se vayan ya» y mucha, muchísima confusión. ¿Por qué nadie sale a explicar qué está pasando? ¿Dónde están los expertos de la Comisión «más política de la historia»?, se preguntaba la prensa que, solo 30 minutos antes, asistía confundida a una reunión técnica sobre los planes de preparación de Bruselas para un brexit duro, un divorcio a cara de perro. El pesimismo era tal, que el vicepresidente de la institución, Frans Timmermans, no dudó en asegurar que «quedaba mucho todavía» para poder estrechar la mano a los negociadores británicos.

La confirmación de que la Unión Europea y el Reino Unido acariciaban el acuerdo llegó al más puro estilo comunitario: Sin transparencia, con información a cuentagotas y sobre la bocina. ¿Se habrán tirado los británicos otra vez a la piscina? No es la primera vez que Londres anuncia un acuerdo, lo matiza después y finalmente lo descarta. Esta vez los cantos de sirena venían de otra orilla, la irlandesa. Fue el entorno del gobierno del taoiseach (el jefe del Gobierno de la República de Irlanda), Leo Varadkar, el primero en encender la fumata. Luego llegó el anuncio de Downing Street, para darle más solidez a las informaciones.

La premier convocará uno a uno a los ministros más escépticos para que den luz verde al texto y reunirá este miércoles a todo el gabinete de gobierno a las dos de la tarde. Solo una hora antes de que lo hagan los embajadores europeos en Bruselas. ¿Habrá texto sobre la mesa? Todo apunta a que sí.

La Comisión Europea se mantiene cauta. Prefiere la calma y el silencio para evitar otro descarrilamiento. «Ahora o nunca», latía este martes en el corazón de Bruselas. El negociador europeo, Michel Barnier, sigue desde este martes con los dedos cruzados. No se fía. Ni del equipo británico, ni de la primera ministra Theresa May, y mucho menos de la buena disposición de su gobierno para ratificar los términos del divorcio. «Nada está acordado hasta que todo está acordado», es el mantra que repite su equipo. Nadie canta victoria. Mantienen la sangre fría. Saben que las próximas 24 horas serán decisivas para poner el broche a un drama que se ha alargado más de 20 meses. Hacerlo está en las manos de los socios de May. La premier necesita apoyos. Tanto en su gobierno como en su partido. Ambos están profundamente divididos entre quienes quieren un segundo referendo y quienes consideran que, como el ex ministro de Exteriores, Boris Johnson, los términos del acuerdo son una «traición» y una «rendición».

¿Qué pasa con sus aliados unionistas del Ulster? El DUP envió este martes señales preocupantes. Las condiciones de divorcio no convencen al partido, que sigue oponiéndose a alinear a Irlanda del Norte con las normas del mercado único europeo para evitar una frontera dura entre las dos Irlandas. No, si no lo hace el conjunto del territorio británico.

Las manecillas del reloj están a punto de pararse. May se la juega este miércoles. No queda más tiempo. Nada puede fallar de aquí al 29 de marzo del 2019. El gobierno británico tiene que dar su visto bueno, los ministros europeos deberán estudiar y ratificar el acuerdo, elevarlo a nivel de líderes (en una cumbre extraordinaria que podría celebrarse el 25 de noviembre) y pasar la criba de algunos parlamentos nacionales, incluido el británico, antes de dar carpetazo al brexit. Si cualquier pieza del engranaje falla, están perdidos.