Trump carga contra el equipo fiscal de la trama rusa: «Se han vuelto locos»

Adriana Rey NUEVA YORK / CORRESPONSAL

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JIM LO SCALZO | efe

El presidente define la investigación como una «caza de brujas»

16 nov 2018 . Actualizado a las 08:14 h.

Donald Trump redobló ayer su artillería contra el fiscal especial del Rusiagate, Robert Mueller. «Los trabajos internos de la investigación de Mueller son un caos total. No han encontrado ninguna conspiración y se han vuelto absolutamente locos», dijo en su cuenta de Twitter.

La nueva embestida se produjo después de que los abogados del presidente enviaran las respuestas al cuestionario que el fiscal remitió a la Casa Blanca en relación a los lazos entre la campaña republicana y el Kremlin. «Son una desgracia para nuestra nación. Son personas enfadadas, incluido el propio Mueller que está lleno de conflictos tras trabajar para Obama durante ocho años», añadió Trump tras definir la investigación con su habitual «caza de brujas».

Los ataques generan más interrogantes sobre el futuro de las pesquisas en un momento en el que Mueller está muy cerca de presentar sus conclusiones. La semana pasada Trump obligó a Jeff Sessions a presentar su dimisión como fiscal general después de meses de insultos por haberse recusado de la investigación. Matthew Whitaker, un conocido crítico de Mueller, fue nombrado fiscal en funciones hasta que Trump encuentre un sustituto. Su confirmación no debía ser un problema porque los republicanos renovaron su mayoría en el Senado en las legislativas.

Blindaje de Mueller

Sin embargo, el senador republicano Jeff Flake -uno de los más críticos con Trump y cuyo escaño será ocupado en enero por la progresista Kyrsten Sinema- y el demócrata Chris Coons exigieron que antes de la llegada de un nuevo fiscal debe aprobarse una legislación que garantice la permanencia y el trabajo del fiscal Robert Mueller.

El blindaje de Coons y Flake coincidió con la publicación de varios mensajes de texto que demuestran que el exasesor de Trump Roger Stone conocía el hackeó y posterior filtración de los correos electrónicos robados al Partido Demócrata. «Buenas noticias, la campaña de Hillary morirá esta semana», rezaba uno de los textos dirigidos a Stone, seis días antes de la primera publicación en Wikileaks.