La UE sella el histórico adiós al Reino Unido

c. porteiro / r. á. tudela BRUSELAS, LONDRES / CORRESPONSALES

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JOHN THYS | AFP

Rompe 45 años de alianza con Londres, pero el pacto puede tumbarlo en tres semanas un dividido Parlamento británico

26 nov 2018 . Actualizado a las 07:58 h.

«Es un día triste, una tragedia para la Unión Europea y para el Reino Unido. La historia dará prueba de ello», deslizó ayer el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, tras sellar definitivamente el acuerdo del brexit. El texto, consensuado con el Reino Unido tras 18 largos y tortuosos meses de negociaciones, certifica el divorcio y pone fin a 45 años de relación entre los británicos y sus 27 socios comunitarios. Todo queda a expensas de lo que decida en unas semanas el Parlamento británico.

A la UE se le va un miembro de la familia, díscolo y polémico, pero importante. La segunda potencia económica de la UE y principal impulsor del mercado único dice adiós. No se marchan con tristeza, o eso simuló su primera ministra, Theresa May, quien insistió en la irreversibilidad del camino tomado: «No debería haber un segundo referendo. Este, como ha dicho Juncker, es el mejor y único acuerdo posible».

A los Veintisiete les ha costado mucho mantenerse unidos hasta el final. Nadie quiere arriesgar el frágil acuerdo rubricado ayer por unanimidad en el Consejo Europeo. Lo que está escrito en las 584 páginas del acuerdo legal de retirada y las 36 hojas de la declaración política sobre la relación futura son inamovibles. Solo queda mirar hacia adelante y cruzar los dedos para que las negociaciones alumbren un acuerdo comercial lo suficientemente ambicioso para mitigar los daños.

Lo que se juega Londres

Pero quien lo tiene más difícil es la premier. Para culminar la separación, May tendrá que volver a casa y conseguir el aval de un Parlamento dividido en el que se entremezclan intereses políticos, viejas animadversiones y convicciones personales. «Es el momento de actuar con responsabilidad», les advirtió el negociador europeo, Michel Barnier. El francés y las cancillerías europeas temen que los parlamentarios acaben enterrando el acuerdo y precipiten al Reino Unido a un brexit duro.

Theresa May lidera un Ejecutivo con una mayoría de solo 13 votos, y no tiene el apoyo suficiente ni dentro de sus filas ni desde otros partidos. Si el Parlamento rechaza el acuerdo nadie tiene claro que ocurrirá. Lo más probable es que el Reino Unido se iría sin acuerdo de la UE. Puede ser, en cambio, que a la primera ministra se le habilite una segunda oportunidad. O incluso que se celebre un nuevo referendo, preguntando a los ciudadanos si aprueban el acuerdo final.

May vive bajo una fuerte presión por miedo al no en una votación que se celebrará en los próximos días, posiblemente el 12 de diciembre, y en un clima de profundo cansancio y división entre la población. A los partidos de la oposición, contrarios al texto, se suman más de 90 parlamentarios del partido de May en contra de la primera ministra. La premier ha puesto la maquinaria en marcha, publicando ayer una carta a la nación en la que defiende el acuerdo «por el bien de nuestro Reino Unido y de toda nuestra gente». Paralelamente, está lanzando algunos guiños a los parlamentarios rebeldes. Los miembros del Partido Unionista Democrático, del que depende el Gobierno para tener la mayoría en el Parlamento, defienden que respaldarían un acuerdo al estilo de Noruega. No es descartable que en los próximos días se vea un nuevo motín en el gabinete después de que, según medio británicos, ministros favorables a la permanencia en la UE hayan iniciado conversaciones secretas a sus espaldas para forzar un nuevo plan, convencidos de que se perderá la votación.

Transición de dos años

Aunque la fecha de salida de los británicos sigue prevista para el 29 de marzo del 2019, la UE ha concedido una prórroga al Reino Unido para conseguir una desconexión suave. Ese período transitorio se extenderá hasta el 31 de diciembre del 2020, y la UE deja la puerta abierta a otros dos años adicionales si lo pide Londres, y los Veintisiete están de acuerdo. El objetivo es diseñar mientras tanto la relación comercial futura. El Reino Unido seguirá formando parte de la unión aduanera y el mercado interior durante todo este período temporal, por tanto sometido a la legislación comunitario. No podrá participar en la toma de decisiones ni firmar acuerdos comerciales con terceros países. Esa pérdida de soberanía será difícil de defender de vuelta a Londres.

¿Y los ciudadanos? Hay al menos 3 millones de comunitarios residiendo en la isla, y otros 1,5 de británicos desperdigados por el Viejo Continente. Londres y Bruselas han decidido blindar de por vida todos los derechos de los ciudadanos que se trasladen a un lado u otro del Canal de la Mancha antes de que finalice el período transitorio, eso incluye sus pensiones y el derecho a la reagrupación familiar. Cuando el Reino Unido dé el portazo definitivo, la UE y Londres pondrán en marcha permisos de circulación y estancias cortas para estudiantes, investigadores o intercambios.

¿Y qué pasará cuando la desconexión sea completa? La UE y Reino Unido tendrán que cerrar a contrarreloj un acuerdo a futuro. Sus bases constan en la declaración política que acompaña al texto de retirada. «El trabajo más duro está todavía por recorrer», advirtieron ayer las autoridades comunitarias. Si las negociaciones del brexit han sido agónicas, la relación futura no lo será menos. Hay mucho en juego. Capítulos que todavía no se han cerrado como la equivalencia regulatoria para los servicios financieros, el futuro acceso mutuo de la flota a las aguas o la coordinación en el sector del transporte aéreo.

Gibraltar replica: no ha habido «ninguna concesión a España»

c. p.

«Con la salida del Reino Unido perdemos todos, pero en relación con Gibraltar, España gana, y gana la UE», sostuvo Pedro Sánchez tras poner su rúbrica al acuerdo del brexit. El presidente español solo accedió a levantar su veto político a la cumbre el día anterior, cuando recibió «garantías» de que Gibraltar quedará excluido de las negociaciones futuras entre la UE y el Reino Unido, que no se podrá aplicar en el Peñón ningún acuerdo sin el previo visto bueno de España.

A pesar de que el equipo diplomático español aspiraba a incluir sus demandas en el texto legal o en la declaración política sobre las relaciones futuras, el Gobierno se mostró satisfecho con la firma de tres declaraciones políticas paralelas a las conclusiones del Consejo. Madrid considera que ese compromiso político, no legal, se mantendrá cuando la UE y el Reino Unido culminen su acuerdo de relación. ¿Puede la UE sacrificar su posición sobre Gibraltar si se convierte en obstáculo insalvable? Sí, aunque Sánchez confía en no llegar a ese punto, y anunció que utilizará este aval político de la UE para «hablar de todo con el Reino Unido». Incluso de la cosoberanía.

El PP pide a Sánchez que «evite una humillación» sobre el Peñón y renegocie con la UE Pero la réplica se la dieron al otro lado de la mesa. Primero, el sábado, Theresa May: «En las futuras negociaciones, el Reino Unido negociará por toda la familia, incluido Gibraltar. Estoy orgullosa que sea británico, y su estatus constitucional no cambiará», zanjó. Y ayer, el ministro principal de Gibraltar. Fabian Picardo subrayó que las declaraciones de la primera ministra «matan cualquier atisbo de concesión a España». «Estoy muy contento por este documento tan específico del Gobierno británico en relación con las cuestiones planteadas por España en las últimas 72 horas. Contrarresta directamente y es un toque en la cabeza para cualquier idea de que Reino Unido haya acordado aspecto alguno de la declaración de la UE a 27 sobre la futura situación de Gibraltar», dijo Picardo. Además, considera que la carta remitida por el embajador de Reino Unido ante la UE, Tim Barrow, «contrarresta y mata cualquier atisbo de que Reino Unido haya aceptado parte alguna del intento español de excluir a Gibraltar de las negociaciones de los futuros acuerdos Reino Unido-UE».

Dentro de la UE también se cuestiona el valor jurídico de los compromisos políticos que ni van anexos al acuerdo de retirada ni forman parte del cuerpo legal. La presidenta lituana enfrió el triunfalismo de España al asegurar que se buscó una fórmula para adecuar las exigencias de Sánchez: «Normalmente hay trucos. Prometemos prometer. Normalmente hacemos los que prometemos, tarde o temprano», sostuvo, con una sonrisa irónica.

El presidente del PP, Pablo Casado, instó a Sánchez a intentar evitar la «humillación» de este acuerdo, «negociando a cara perro» en Bruselas «para sacar un buen acuerdo», más allá de una «cartita sin «efectos jurídicos».