La UE cierra la puerta a renegociar con May

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

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Tusk convoca una cumbre el jueves, pero solo para ayudarla a salvar el acuerdo de divorcio

11 dic 2018 . Actualizado a las 12:32 h.

El brexit vuelve a encallar. Pero esta vez lo hace en Westminster. La primera ministra británica, Theresa May, se vio obligada ayer a pedir tiempo muerto y posponer sine die la votación prevista para hoy sobre el acuerdo de divorcio con la UE para evitar una derrota flagrante ante la falta de apoyos en el Parlamento, especialmente escandalosa dentro de su propio partido. El texto no convence a nadie y a la premier se le agotan las balas para exprimir su margen de maniobra antes de verse obligada a dimitir. En un intento desesperado por salvar el acuerdo, May convenció ayer a sus socios europeos para sentarse a la mesa y buscar vías para reflotar el brexit

¿Sigue May un patrón recurrente?

Sí. El anuncio significa que posterga de nuevo una decisión hasta el último momento y que recurre a su frecuente táctica de retrasar medidas que dividen a su partido intentando arrojar la presión sobre Europa en un intento de abrir fisuras en el bloque. Esta vez, sin embargo, ya no la cree nadie. La oposición despliega estrategias para derribarla. El laborista Jeremy Corbyn la criticó por pretender que será posible consultar de nuevo el mismo acuerdo al Parlamento. Y este fin de semana el exministro de Exteriores Boris Johnson recorrió los estudios de televisión fomentando la especulación de que también es posible que en el grupo parlamentario surja de nuevo un intento de poner fin al mandato de May. La sesión parlamentaria puede dar sorpresas adicionales. El presidente de la Cámara, Paul Bercow, invitó a los diputados a votar sobre el cambio de agenda y la cancelación del debate y de la votación. 

¿Aceptará la UE renegociar los términos?

No. El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, accedió ayer a convocar una cumbre de emergencia pasado mañana. Eso sí, el polaco puso tierra de por medio y dio portazo a la posibilidad de reescribir los términos del divorcio. «No renegociaremos el acuerdo, incluida la red de seguridad para Irlanda, pero estamos listos para discutir sobre cómo facilitar la ratificación británica», deslizó. «Es el mejor y el único acuerdo posible, no renegociaremos. Nuestra posición no ha cambiado», confirmó la portavoz comunitaria, Mina Andreeva.

Los bandazos del Reino Unido hacen presagiar lo peor a la UE, que no descarta la salida abrupta el 29 de marzo del 2019. «Dado que el tiempo se agota, también discutiremos nuestra preparación para un escenario sin acuerdo», añadió Tusk. Incluso el responsable de Exteriores británico, Jeremy Hunt, reconoció ayer en Bruselas que, aunque la solución para evitar la frontera dura en Irlanda no convence a May, «la UE ha sido muy clara y no está dispuesta a renegociar el acuerdo de retirada. Es la mejor y la oferta final».

¿Qué quiere renegociar May?

La parte del acuerdo que ha recibido más críticas en Londres: la solución para evitar una frontera dura entre Irlanda e Irlanda del Norte. May aceptó someter al Reino Unido a las normas de la unión aduanera y el mercado único de la UE hasta encontrar una solución alternativa durante las negociaciones de la relación futura. La primera ministra defendió esta vía prometiendo a los británicos que lograría cerrar un acuerdo comercial tan ambicioso con la UE que no harán falta controles físicos en la frontera irlandesa. Para sus detractores y sus socios del partido unionista, esta solución condenará al país a seguir maniatado a la UE, sin posibilidad de legislar de forma soberana. May podría pedir a los Veintisiete que mencionen en el texto el carácter «temporal» de esa solución de urgencia.

¿Cómo han reaccionado las cancillerías europeas?

Berlín no ha querido entrar a valorar este giro de timón de May, pero el ministro de Exteriores alemán, Heiko Maas, advirtió a Londres que no aceptarán trucos ni amenazas derivadas del derecho del Reino Unido a revocar el brexit si no le convence la oferta ya acordada con los Veintisiete. «Ninguna sentencia del Tribunal de Justicia europeo hará que chantajeen a la UE», sostuvo. Según recoge Europa Press, el germano pidió a los británicos que «tomen buenas decisiones en Londres esta semana, utilizando el mejor raciocinio». Quien tiene más claro que no habrá concesiones es el ministro de Exteriores irlandés, Simon Coveney. «El acuerdo de salida está ahí y no va a cambiar, particularmente su lenguaje jurídico. Es un documento justo y equilibrado. La red de seguridad para Irlanda no fue una oferta, fue una solución acordada por las dos partes», aseguró ayer en Bruselas antes de criticar a los diputados británicos por tergiversar la letra del texto.

¿Dónde se sitúa el Gobierno español?

Madrid es otra de las cancillerías que tiene mucho que decir. España bloqueó hasta el último momento la ratificación del acuerdo de divorcio el 25 de noviembre por Gibraltar. Esta vez el Gobierno de Sánchez no tiene pensado objetar, aunque no ve margen de maniobra para retocar la letra. «Negociar ya se ha negociado todo lo que había que negociar», anunció ayer el ministro de Exteriores, Josep Borrell. No obstante, el catalán quiso abrir la mano a May: «España será muy constructiva en nuestro propio interés porque nos perjudica más que a otros países una salida desordenada. Estamos dispuestos a ver el problema y ver cómo se puede resolver», añadió. El titular de Exteriores belga, Didier Reynders, fue más pesimista: «Si es posible tener el acuerdo, avanzaremos con dicho acuerdo, y si no, reconoceremos que no hay acuerdo».

España, satisfecha con Gibraltar

¿Exigirá el Gobierno español cambios en el texto legal si May consigue reabrir el acuerdo? El ministro de Exteriores, Josep Borrell, se mostró ayer esquivo con esa posibilidad a la que sí apuntan desde Londres.

«El artículo 184 no es el que más problemas plantea. El problema es modular lo negociado sobre la frontera con Irlanda, su red de seguridad», aseguró el catalán. El presidente Sánchez aseguró tras la ratificación del brexit estar satisfecho con todas las garantías dadas por la UE sobre la capacidad de veto de España a cualquier acuerdo futuro en Gibraltar. Por tanto, la apertura de este capítulo podría poner en entredicho sus palabras.