El doble drama de la acuchillada en Arzúa: era víctima y cuidadora

Xurxo Melchor
xurxo melchor SANTIAGO / LA VOZ

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Atendía a su marido y agresor, que sufre un severo párkinson, y cayó enferma del síndrome del cuidador

15 dic 2018 . Actualizado a las 13:28 h.

A veces tras una tragedia se esconde otra aún mayor. Una historia devastadora que pasa desapercibida oculta por la ferocidad de las primeras informaciones. El 17 de noviembre, una mujer de 79 años fue acuchillada en su casa de Arzúa por su marido de 81, que después intentó cortarse el cuello. Un caso terrible de violencia machista. Pero no solo eso, porque el drama de la víctima era doble. Su esposo la agredió porque sufre un párkinson severo que ha afectado a sus capacidades mentales. Ella llevaba tiempo cuidándolo con tanta dedicación que también había caído enferma. Padecía lo que se conoce como el síndrome del cuidador, un cuadro grave de estrés que le había generado una profunda depresión, ansiedad y fatiga. A tal extremo llegó que quince días antes del incidente tuvo que ser ingresada por una crisis.

Tras su paso por el hospital, cuando recibió el alta sus hijos tomaron mayor conciencia de lo mal que lo estaba pasando su desbordada madre y le prestaron mayor atención. Una situación tras la que parece estar el desencadenante de la agresión. No había denuncias previas por malos tratos, pero la familia declaró a la Guardia Civil que el hombre había comenzado a sentir muchos celos de su esposa porque creía que le habían empezado a prestar más atención a ella que a él.

Esos celos irracionales explotaron aquel día. Él la amenazó con un cuchillo y ella intentó defenderse con las manos desnudas. Las heridas que el parte médico relata en extremidades y tórax hablan claro de qué paso en aquella casa de Arzúa. La mujer, presa del pánico, logró encerrarse en una habitación y llamar por teléfono a un hijo, que acudió rápidamente al piso. Cuando entró, se dio de bruces con una escena sobrecogedora, porque su padre se había provocado una grave herida en el cuello con el mismo cuchillo que minutos antes había levantado contra su atemorizada e indefensa esposa.

El hombre estuvo en el hospital hasta que se repuso de sus lesiones. Tras recuperarse, como está investigado por malos tratos en el ámbito familiar -el caso lo lleva el Equipo Mujer-Menor (Emume) de la Policía Judicial de la Guardia Civil de A Coruña-, se ha tomado como medida cautelar el alejamiento de su esposa, por lo que ha ingresado en un centro de mayores donde podrán darle los cuidados específicos que precisa por el párkinson que le mina.

La dramática historia de este matrimonio de Arzúa destapa la soledad a la que muchas veces se enfrentan las familias de los enfermos de trastornos mentales tan devastadores como el párkinson o el alzhéimer, que requieren de una atención tan exigente como extenuante. ¿Y quién cuida al cuidador? Nadie. Por eso con tanta frecuencia acaban padeciendo ansiedad, depresión y otras dolencias, como ocurrió en este caso.

Por paradójico que parezca, esta vecina de Arzúa tuvo que llegar a este dramático extremo para que su insostenible situación explotase. Tras meses de entrega absoluta al cuidado de su esposo enfermo, tras noches y noches sin dormir ni descansar, tras no poder dedicarse el tiempo que necesitaba, tras tener que relegar su salud como si no importase, ahora por fin ha visto como esa pesadísima carga ha dejado de hundir sus hombros. El precio que ha pagado ha sido demasiado caro. Tanto físico como emocional, porque la situación que ha tenido que vivir sin duda le amargará los próximos años. Pero ahora, con su marido en un centro, podrá al menos estar algo más tranquila.

El reto es que casos como este no sean tan comunes y que los cuidadores de enfermos graves tengan el apoyo que necesitan por parte de la Administración. Este es un asunto que regula la ley de dependencia y que la falta de medios y fondos hace que rara vez se cumpla lo que realmente marca la legislación.

El resultado es que muchos cuidadores soportan una carga que a menudo los sobrepasa por completo.