Sánchez y Torra pactan negociar el «conflicto»

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

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Sánchez y Torra se reunieron más de una hora por separado y después se sumaron, durante diez minutos, al encuentro de Batet y Calvo con los consellers Aragonès y Artadi
Sánchez y Torra se reunieron más de una hora por separado y después se sumaron, durante diez minutos, al encuentro de Batet y Calvo con los consellers Aragonès y Artadi ALBERT GEA | REUTERS

Gobierno y Generalitat difieren si lo que se celebró fue o no una cumbre, pero acuerdan apostar por el diálogo para dar una «respuesta democrática a las demandas de la ciudadanía de Cataluña»

21 dic 2018 . Actualizado a las 09:58 h.

Nunca el protocolo de una cita política dio para tanto. «Reunión de trabajo», «cumbre», «minicumbre» o «encuentro de cortesía». Ni siquiera después de celebrarse fue posible que el Gobierno y la Generalitat se pusieran de acuerdo en qué es lo que tuvo lugar este jueves en el Palacio de Pedralbes, horas antes de que el Consejo de Ministros se reúna hoy en Barcelona en un ambiente de gran tensión por las amenazas de boicot y fuertes protestas anunciadas por grupos independentistas. Fuese lo que fuese, en el encuentro entre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el de la Generalitat, Joaquim Torra, que duró una hora y media, primaron mucho más las formas que el fondo, hasta el punto de que solo unas horas antes de que se consumara la cita ni siquiera había acuerdo en el formato y mucho menos del orden del día.

Aunque el objetivo de Sánchez y Torra era rebajar la tensión y afianzar el clima de diálogo, la batalla por el relato dio lugar a un pulso político en el que el Gobierno rebajó el alcance de la cita a una «reunión» entre Sánchez y Torra en paralelo a un «encuentro de trabajo» de ministros y consejeros, mientras el Ejecutivo catalán la elevaba casi a la categoría de un encuentro de igual a igual entre Gobiernos de dos Estados. Lo cierto es que, pese a los intentos del Gobierno por evitarlo, finalmente la Generalitat obtuvo la foto que buscaba. La de Sánchez y Torra acompañados de dos miembros de sus respectivos Gobiernos. Por parte del Ejecutivo, la vicepresidenta, Carmen Calvo y la ministra de Política Territorial y Función Pública, Meritxell Batet, mientras que del lado de la Generalitat asistieron el vicepresidente, Pere Aragonès, y la consejera de Presidencia, Elsa Artadi. «Cumbre entre los Gobiernos catalán y español en el Palau de Pedralbes en Barcelona, encabezada por los presidentes Torra y Sánchez». Así describió la Generalitat tras la reunión esa imagen conjunta oficial.  

«Ha habido tres reuniones»

Torra salió al exterior del palacio para recibir a Sánchez en medio de los pitos y abucheos dedicados al presidente del Gobierno por parte de unas decenas de independentistas que se habían concentrado en los alrededores.

 

Y, ya dentro del recinto, ambos mantuvieron una reunión en privado de algo más de una hora y se incorporaron después durante diez minutos a la que ya celebraban a puerta cerrada y en paralelo los ministros y consejeros, aunque según el Gobierno se trató solo de un «saludo protocolario» de ambos presidentes a sus colaboradores. «Ha habido tres reuniones. Primero una por separado entre el presidente Sánchez y el president Torra. Otra del vicepresident Aragonès y yo con las ministras Calvet y Batet. Y luego, una conjunta de los seis», señaló por el contrario tras la cita la portavoz de la Generalitat, Elsa Artadi. Un formato, en todo caso, muy distinto al del precedente del Consejo de Ministros celebrado en Sevilla, antes del cual Sánchez solo se reunió con la presidenta andaluza, Susana Díaz, sin que hubiera además ruedas de prensa.  

La Constitución no es el límite

Artadi leyó un comunicado conjunto de ambos Gobiernos. «Tras la reunión celebrada hoy entre el presidente del Gobierno de España y el president de la Generalitat de Catalunya y miembros de ambos Gobiernos, se señala lo siguiente», arranca ese texto, en el que ambos Gobiernos «coinciden en la existencia de un conflicto sobre el futuro de Cataluña» y, a pesar de que «mantienen diferencias notables sobre su origen», comparten «por encima de todo la apuesta por el diálogo efectivo que vehicule una propuesta política que cuente con un amplio apoyo en la sociedad catalana» y en el marco de la «seguridad jurídica», aunque sin citar en ningún momento la Constitución como límite. Durante la reunión, Torra comunicó a Sánchez «la necesidad de dar una respuesta democrática y de respetar los derechos de la ciudadanía y de una regeneración democrática e institucional que tiene que transitar el Estado español». Los dos Gobiernos se emplazaron a un próximo encuentro que deberá celebrarse el próximo mes de enero, de nuevo con miembros de ambos Ejecutivos, aunque sin concretar si será en Madrid o en Barcelona. No se habló de posibles indultos a los independentistas que están siendo juzgados y tampoco de los Presupuestos. El propio Torra explicó después en un acto en la sede de la patronal catalana Fomento del Trabajo que se habló «de todo», incluidos «los grandes consensos sobre el proceso independentista» y aseguró que ambos se habían aliado para aislar a la extrema derecha.

Frente a la versión independentista de una cumbre, la ministra Meritxell Batet calificó la cita como «una reunión institucional entre el presidente del Gobierno y el president Torra». Explicó que no se trató sobre la posible aplicación del artículo 155 y añadió que «el Gobierno mira de frente el problema de Cataluña, sabiendo que es uno de los principales problemas políticos que tenemos en nuestro país». «Estamos convencidos de que podemos ofrecer una solución política a Cataluña», añadió Batet, que apuntó a un nuevo Estatuto.

El PP y Ciudadanos acusan al Gobierno de humillarse

«Penoso y humillante» y «cesión al chantaje y las imposiciones de los separatistas». Así calificaron el PP y Ciudadanos la reunión celebrada en el Palacio de Pedralbes. El líder de los populares, Pablo Casado, consideró que se trata de «otra contrapartida vergonzante» de Sánchez a los independentistas por el apoyo a la moción de censura. «Es humillante ver a un presidente de España agasajando a quien reclama la vía eslovena de confrontación civil en Cataluña. No todo vale para seguir en el poder. 155 o elecciones ya», señaló Casado en un mensaje en Twitter. «La legislatura va a acabar muy mal», había señalado antes Casado, que no descartó que el Gobierno se abra ahora a una reforma de la Constitución para dar satisfacción a las exigencias de los secesionistas. Pero el PP ve precisamente en esta situación una oportunidad para volver al Gobierno de España. Según el líder popular, las elecciones generales estarán marcadas por la situación en Cataluña, hasta el punto de que serán un «ser o no ser» para todos los españoles por el desafío que han planteado los secesionistas.

No menos crítico se mostró el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, que tras el encuentro publicó un mensaje en el que consideraba que la reunión era «la imagen de la humillación». «Sánchez trata como si fuera un jefe de Estado a un supremacista que alienta la violencia y quiere destruir España mientras rompe todos los puentes con los constitucionalistas. Una nueva irresponsabilidad histórica», aseguraba el presidente del partido naranja. El secretario general de Ciudadanos, José Manuel Villegas, afirmó también en que la cumbre se escenificó como «un encuentro entre dos países» y demuestra que Sánchez está «más a gusto hablando con los separatistas, buscando acuerdos y cediendo con aquellos que quieren romper España y, en cambio, no hace ninguna llamada a los constitucionalistas». Incluso el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, que consideró positivo y necesario el diálogo, estimó que «la democracia española es lo suficientemente madura» como para dejar atrás «este juego de los espejos», por lo que exigió a ambos dirigentes «un poco más de responsabilidad» y «dejar de lado la pelea por el relato».

Diputados del PSOE cuestionan al jefe del Ejecutivo

Diputados socialistas consideraron «un error» por parte de Sánchez haber accedido a una «minicumbre» entre el Ejecutivo catalán y el Gobierno central. Estos parlamentarios, citados por Europa Press, argumentan que ese formato solo se da entre Estados y Cataluña no lo es, aunque creen que forma parte de las contrapartidas para lograr la aprobación de los Presupuestos. El presidente valenciano, Ximo Puig, calificó de «minicumbre» la cita, pero consideró que es «un paso adelante» porque la vía «del diálogo y la ley» es la «adecuada».