El conflicto por los fondos para el muro aboca a EE.UU. al cierre del Gobierno

La Voz REDACCIÓN / LA VOZ

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JIM WATSON | AFP

El presidente culpa a los demócratas y augura una larga clausura administrativa

23 dic 2018 . Actualizado a las 09:19 h.

El desacuerdo entre Donald Trump y los demócratas por los fondos para el muro fronterizo con México abocó ayer al país a un nuevo cierre parcial administrativo. Es el tercer shutdown que enfrenta el presidente republicano este año, después del primero en enero, que duró tres días, y un segundo en febrero, que se alargó apenas unas horas. Aunque demócratas y republicanos habían pactado un presupuesto el jueves, el presidente se negó a rubricarlo por no incluir los más de 5.000 millones de dólares para construir el muro, abocando así a la Administración al cierre actual ante la negativa demócrata a apoyar esos fondos. Trump ve en la presente negociación su última oportunidad para obtener el dinero necesario para cumplir su gran promesa electoral, ya que en enero los demócratas tomarán el control de la Cámara de Representantes y podrán bloquear su financiación en ambas cámaras.

Antes de la medianoche del viernes, cuando el cierre del 25 % de la Administración ya parecía inevitable, Trump culpó a los demócratas y les instó a negociar para que «con suerte no dure mucho». «Vamos a tener un cierre, no hay nada que podamos hacer al respecto porque necesitamos que los demócratas nos den sus votos. Llámenlo cierre demócrata o llámenlo como quieran», dijo. Ayer auguró que el cierre «durará un período largo de tiempo» después de advertir de que lo provocaría «orgulloso» si de financiar el muro se trataba.

Nueva reunión

El Congreso volvió a reunirse a media tarde, pero el acuerdo no se atisba cercano y no había prevista una nueva votación, ya que la oposición demócrata sigue negándose a financiar el muro y la Casa Blanca se mantiene firme.

Como consecuencia del cierre administrativo cerca de 800.000 trabajadores federales dejarán de percibir su sueldo, de los que 420.000 deberán acudir igualmente a sus puestos de trabajo al considerarse «esenciales» mientras que el resto se quedarán en sus casas. Todos ellos recuperarán sus salarios de forma retroactiva cuando el Congreso apruebe el presupuesto y el presidente lo rubrique.

El cierre administrativo más largo de la historia estadounidense duró 21 días y lo enfrentó Bill Clinton entre diciembre de 1995 y de enero de 1996. Por su parte, a Barack Obama le afectó en el 2013 uno de 16 días.

Trump abandona a sus aliados 

Mikel Ayestarán

Al llegar a la presidencia, Donald Trump prometió «empezar a ganar guerras de nuevo» tras la era de Barack Obama, marcada por la retirada total de fuerzas de Irak y parcial de Afganistán, y parece tener prisa por hacerlo. Quince años después de que George W. Bush se subiera a bordo del portaviones Abraham Lincoln para enviar al mundo el mensaje de «misión cumplida» en Irak, Trump sorprendió el miércoles al anunciar que «tras derrotar al ISIS» retirará a los 2.000 hombres que combatían junto a las fuerzas kurdas en Siria.

Para un cambio de estrategia tan importante no le hizo falta subirse a un barco y optó por emplear las redes sociales. El siguiente tuit puede ser sobre Afganistán ya que, según adelantan algunos medios estadounidenses, planea la retirada de al menos la mitad de sus 14.000 hombres.

Erdogan, primero

El 12 de diciembre Recep Tayyip Erdogan anunció la tercera ofensiva en el norte de Siria para alejar de su frontera a los combatientes kurdos de las Unidades de Protección Popular (YPG). Esa amenaza y una conversación telefónica fueron claves para que Trump ordenara la retirada de sus tropas. Erdogan mostró su compromiso de «eliminar los residuos del Estado Islámico», grupo que logró nutrirse de miles de voluntarios gracias a la apertura de la frontera por parte de Ankara, pero su auténtica obsesión no son los yihadistas, sino las milicias kurdas. La YPG encabezan la lucha contra el grupo yihadista. Son también el brazo sirio del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y Erdogan las considera una «organización terrorista separatista». El apoyo de Washington a estos era uno de sus puntos de fricción entre estos dos países aliados en la OTAN y a partir de ahora dejará de serlo. Con este movimiento, Trump ha logrado sorprender a todos los actores implicados en Siria. Con 2.000 soldados, su presencia era simbólica, pero servía de garantía para unos aliados que quedan desprotegidos y anuncia al EI que ahora tendrá más capacidad operativa. Porque los yihadistas siguen activos y su líder, Abu Bakr al Bagdadi, en paradero desconocido.

Uno de los países que ha mostrado su inquietud es Israel, cuyo primer ministro, Benjamín Netanyahu, adelantó que su país «se protegerá» de la amenaza iraní tras la retirada estadounidense. El Ejército hebreo ha atacado objetivos en Siria en numerosas ocasiones, ataques que normalmente no admiten de forma oficial y que estarían dirigidos a intereses de Irán, uno de los grandes aliados de Bachar al Asad.

Enésimo plan para Afganistán

El primer plan de Trump para vencer a los talibanes y obligarles a negociar ha durado apenas 15 meses. Su diseño fue obra del general de los Marines, James Mattis, quien recomendó el envío de más fuerza al país asiático. El presidente siguió su consejo, pero ahora parece haber cambiado de parecer y habría ordenado al Ejército que empiece la retirada de cerca de 7.000 militares en los próximos meses. Ante la falta de respaldo por parte de Trump en los frentes sirio y afgano, Mattis anunció su dimisión como secretario de Defensa. Ayer se sumó la dimisión del enviado especial de EE.UU. para la coalición contra el EI, Brett McGurk, en protesta por la decisión de la Casa Blanca.

Las fuerzas internacionales llegaron a tener más de 100.000 hombres como parte de la ISAF y sufrieron 3.500 bajas en los 13 años de misión. Ahora son 352.000 los militares y policías afganos quienes llevan el peso de la lucha contra la insurgencia, pero no pueden hacer frente a la amenaza de los talibanes. Los integristas quieren sentarse antes con EE.UU. y luego con el Gobierno afgano para poder alcanzar un acuerdo de paz.