Los claroscuros de López Obrador

Héctor estepa BOGOTÁ / E. LA VOZ

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ALFREDO ESTRELLA | AFP

En sus primeros días como presidente de México, protestas y polémicas frenan las promesas de campaña

24 dic 2018 . Actualizado a las 07:23 h.

Andrés Manuel López Obrador está dispuesto a dejar huella. El nuevo presidente mexicano inició hace tres semanas una carrera contrarreloj para iniciar la cuarta gran transformación de la historia del país norteamericano, como prometió en campaña. Sus primeros días al mando del mayor Estado de habla castellana del mundo han sido vertiginosos y han estado marcados por la austeridad.

López Obrador decidió reducirse el sueldo a 107.000 pesos, unos 4.700 euros, menos de la mitad de lo que cobraba el ex presidente Enrique Peña Nieto. Quiso que todos los funcionarios predicasen con el ejemplo, e impidió, por ley, que hubiese servidores públicos que ganasen menos que él, lo que supuso reducciones salariales para más de 30.000 trabajadores del Estado.

La medida se encontró con oposición de muchos de quienes vieron recortados sus sueldos, e incluso con demandas ante los tribunales. El Tribunal Supremo terminó dejando en suspenso la ley, el pasado 7 de diciembre, hasta que se resolviese el fondo de la controversia.

Los funcionarios se han rebelado contra la decisión de rebajarles el sueldo López Obrador también decidió, tras un polémico referendo cancelar el proyecto de construcción de un nuevo aeropuerto en Ciudad de México, valorado en más de 11.000 millones de euros y cuya construcción se encontraba ya avanzada. Los mercados reaccionaron de manera virulenta a la decisión, pero se calmaron a mediados de diciembre cuando el Gobierno presentó su propuesta de presupuestos estatales, considerada como prudente por los expertos en finanzas. Las cuentas del Ejecutivo izquierdista incluyen el aumento del 16 % al salario mínimo de los mexicanos, así como subidas en las partidas destinadas a becas, capacitación laboral y seguridad social.

El nuevo presidente comenzó, de esa manera, a cumplir sus promesas de campaña, con los analistas mirando con lupa cada uno de sus pasos. No ha sucedido lo mismo en materia de seguridad. López Obrador fue ambiguo durante la campaña electoral acerca de las estrategias que seguiría para luchar contra el crimen y el narcotráfico, llegando a proponer una suerte de amnistía para los criminales de bajo rango. Sin embargo, al llegar al poder, propuso la polémica creación de una Guardia Nacional, que incluiría a militares y a la actual policía civil.

Es decir, a pesar de sus críticas en campaña, no solo mantendría a los militares en las calles para combatir el narcotráfico, sino que podría empoderarlos, según han criticado diversas organizaciones pro Derechos Humanos, que creen que la medida no ha funcionado y no funcionará.

Los diputados del Congreso mexicano, eso sí, modificaron el proyecto de Guardia Nacional la semana pasada en el Congreso para garantizar que será la Secretaría de Seguridad Pública quien dirija el nuevo cuerpo de seguridad, restando, aparentemente, influencia a los militares.

Otra de las polémicas de los primeros días ha sido la decisión de López Obrador de aceptar «temporalmente» la devolución a México de los inmigrantes que solicitan asilo en Estados Unidos, mientras se resuelve ese trámite. Varios grupos de activistas alertaron de las incógnitas en cuanto a la representación legal de quienes sean devueltos, por la necesidad de los migrantes de estar en contacto con sus abogados en Estados Unidos.

El Gobierno, además, anunció la inversión de unos 26.000 millones de euros en los próximos cinco años en el Plan de Desarrollo Integral de Centroamérica, con el que se pretende dar respuesta a las necesidades de la región y evitar la migración masiva al norte. López Obrador ha pedido 180 días para dar resultados en materias como la seguridad a un país que espera que se cumplan las promesas hechas en campaña.