El rey pide respeto de todos a la Constitución

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo BAreño MADRID / LA VOZ

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El mensaje del jefe del Estado modera las alusiones críticas a la situación en Cataluña y los partidos hacen interpretaciones muy distintas sobre el contenido de su discurso navideño

26 dic 2018 . Actualizado a las 09:08 h.

«La convivencia exige el respeto a la Constitución». Esta fue quizá la afirmación más rotunda del tradicional discurso de Nochebuena del rey Felipe VI. Fuera de esa referencia ineludible al marco constitucional, su intervención estuvo más abierta a los matices e interpretaciones que las de años anteriores. Y, como prueba de ello, tanto el Gobierno como los principales partidos pusieron el acento en determinados pasajes de un discurso en el que casi todos apreciaron algún mensaje que corrobora sus respectivas posiciones. El Gobierno vio en esa apelación a la «frágil convivencia» un respaldo a la reunión mantenida el pasado jueves entre el jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, y el presidente de la Generalitat, Joaquim Torra. Según fuentes de la Moncloa, esa línea argumental del jefe del Estado en la que se defiende el diálogo y el «consenso» para solucionar los problemas «sintoniza con lo que defiende el Gobierno». Moncloa ve respaldo a su posición en todas las apelaciones a la «reconciliación, concordia, diálogo y entendimiento».

PP: «Una España unida»

El líder del PP, Pablo Casado, se centró, sin embargo, en la taxativa llamada del monarca a respetar la Constitución. «Las reglas que son de todos deben respetarse por todos», dijo en efecto Felipe VI. Según el líder de la oposición, en su mensaje de Navidad el jefe del Estado defendió «el legado de la Transición, la vigencia de la Constitución para tutelar nuestros derechos y libertades, y el futuro de los jóvenes en una España fuerte y unida».

Y también Ciudadanos observó sintonía del discurso con sus postulados políticos. «De acuerdo con el rey: nuestro mayor reto es asegurar esa convivencia defendiendo la igualdad, la libertad y la unión», dijo Albert Rivera en un mensaje en Twitter. El portavoz parlamentario de Ciudadanos, Juan Carlos Girauta, explicó que lo que hizo el monarca es destacar que esa «convivencia» de la que habló «está en peligro» porque «en Cataluña tenemos un Gobierno en manos de un señor que considera que las reglas no van con él».

Podemos: el rey rectifica

Pero incluso Podemos, que se mostró crítico con el discurso del jefe del Estado, celebró que el rey «se aleje» de las tesis que, a su juicio, defienden el PP, Ciudadanos y Vox respecto a la situación en Cataluña. Según el líder de Podemos, Pablo Iglesias, «al rey le honra intentar empatizar con los más castigados». «Abandona el discurso del 3 de octubre y habla de convivencia y respeto a la diversidad» y «reconoce así implícitamente que se equivocó asumiendo las tesis de la derecha sobre Cataluña», sostuvo Iglesias. Para el portavoz de En Marea, Luís Villares, el discurso «non representa nin de lonxe as inquedanzas da sociedade galega a día de hoxe» y obvió «que houbo unha moción de censura ocasionada polo fartazgo pola corrupción».

Torra. Conflicto de democracia

Aún más críticos se mostraron los partidos independentistas catalanes. El presidente de la Generalitat, Joaquim Torra, respondió al rey que en Cataluña no hay un problema de convivencia y que el conflicto es «de democracia y de justicia». El candidato a la alcaldía de Barcelona por ERC, Ernest Maragall, acusó directamente a Felipe VI de alinearse «con la injusticia y la indignidad», cuestionó la «insensibilidad, frialdad de corazón y sentimiento» del rey y criticó el «patriotismo vacío» que, según dijo, defiende el monarca.

Por último, el portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, señaló que, en contra de lo que dijo el rey, el «mayor legado para las nuevas generaciones vascas» no es la Constitución, sino que «se reconociera a los vascos como una nación propia».

Una intervención con menos contenido político y dirigida de manera especial a los más jóvenes

G. B.

El discurso del jefe del Estado, a diferencia de lo ocurrido en los últimos años, no hizo referencias directas a la situación en Cataluña y optó por un tono mas sosegado, con mensajes de carácter social dirigidos de manera muy especial a los jóvenes. En ese enfoque de una intervención menos política que, como siempre, fue supervisada por el Gobierno, influyó sin duda que las posiciones de los partidos llamados constitucionalistas con respecto al desafío secesionista en Cataluña no son ya tan unívocas como lo eran hasta hace poco, por lo que el monarca prefirió tratar la cuestión de manera tangencial para no agrandar esa brecha. El hecho de que estemos a las puertas de un juicio histórico contra los principales líderes independentistas acusados de rebelión, hace también que el jefe del Estado huya de las críticas directas que podrían ser utilizadas para cuestionar su imparcialidad ante ese proceso. Además, a diferencia de lo que ocurría el año pasado, cuando el discurso navideño del monarca se producía con un Gobierno de mayoría constitucionalista, con el PP apoyado por Ciudadanos, aunque con la colaboración del PNV, en esta ocasión el mensaje llega con un Ejecutivo del PSOE en minoría, respaldado por fuerzas que, como Podemos y los partidos independentistas catalanes y vascos cuestionan la propia institución de la monarquía.

En esa circunstancias, don Felipe optó por una intervención capaz de suscitar el mayor grado posible de consenso, con alusiones directas a la necesidad de «diálogo», de entendimiento y de «acuerdo», pero más en torno al futuro que los españoles deben legar a los jóvenes de hoy que en la defensa a ultranza de la unidad de España y el ataque a quienes pretenden romperla que caracterizó su alocución en ocasiones anteriores, como su histórico discurso de octubre del 2017, que abrió la puerta a la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña.

El rey puso el énfasis en señalar que los ciudadanos debemos hacer «todo lo que esté en nuestras manos» para que los principios de la transición , basados en la voluntad de los españoles «de entenderse» y los de los líderes políticos, económicos y sociales «de llegar a acuerdos, a pesar de estar muy distanciados por sus ideas y sentimientos», no «se pierdan ni se olviden» para que, de esa manera podamos ofrecer a los a los jóvenes «con mayor garantía, nuevas décadas de progreso y avance como las que nosotros afortunadamente hemos conocido». Refiriéndose directamente a quienes por su edad no pudieron vivir aquellos momentos, señaló que es un «deber» de quienes protagonizaron aquella época hacer a los jóvenes «partícipes de ese período de nuestra historia, de ese camino que permite entender por qué y cómo España ha conseguido el cambio más radical de su historia; por qué y cómo ha avanzado y prosperado tanto nuestra sociedad desde entonces». «Como sociedad tenemos una deuda pendiente con nuestros jóvenes. Somos responsables de su futuro y las circunstancias de hoy en día no son, ni mucho menos, las más fáciles», concluyó.