La política de bloques, consolidada

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

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11 ene 2019 . Actualizado a las 08:04 h.

Se ponga la izquierda como se ponga con el espantajo de la extrema derecha, los pactos de Andalucía abren una etapa política muy interesante. No prejuzgo si buena o mala; digo simplemente que muy interesante. De hecho, si los tres partidos implicados no se destrozan por sus ansias de protagonismo, podrían suponer una recomposición del mapa ideológico español. Ya lo han supuesto: han consolidado la división por bloques que había iniciado Pedro Sánchez en la moción de censura. Aquel día nació el bloque de izquierdas, respaldado por los independentismos. Lo que queda más sólido, como se puede comprobar en los apoyos a los Presupuestos, es la acción junta de PSOE y Podemos. La identidad de izquierdas, aunque Sánchez sueñe con liderar también al liberalismo, es lo que da prestancia a ese bloque y nadie duda que se mantendrá si se necesitan mutuamente después de las elecciones generales.

En Andalucía tomó forma el bloque conservador con las reticencias de Ciudadanos, pero con la evidencia -«pelillos a la mar»- de que los tres partidos fundamentales inician juntos el camino de la gobernación. Son rivales entre sí, como lo son el PSOE y Podemos, pero les une el antisocialismo, como al bloque de izquierdas lo une el sentimiento anticonservador. La política española se mueve siempre en contra de alguien o algo, como se vio en la moción de censura, que triunfó más por derribar a Rajoy que por creer en Pedro Sánchez. En estas condiciones, no cabe duda de que la política española se va a radicalizar. Podemos actuará como la máquina que tira del PSOE hacia la izquierda, y Vox actuará como la máquina que tira del PP hacia la derecha. El centro queda diluido, como un territorio desocupado, esperando la ruptura de los bloques, pero de momento vacío, salvo que Ciudadanos consiga demostrar su autonomía.

Quedará como pesadilla de Pablo Casado el estigma de que pactó con la ultraderecha y nadie sabe los efectos que tendrá sobre su imagen y sus votos. Y quedará como amenaza de convivencia que Albert Rivera también aspira a la presidencia del Gobierno y es mucho más dudoso que, con su acreditado liderazgo, se conforme con una vicepresidencia. Pero esto es hacer futurología bastante absurda. Lo trascendente es que a fecha de hoy existen dos bloques que se está viendo que están duramente enfrentados en su lucha por el poder. Ha vuelto la dialéctica derecha-izquierda que algunos daban por antigua y hasta por enterrada. Y esto es lo más importante de lo ocurrido en Andalucía. Todo lo demás es transitorio y provisional. Por el bien del país y la democracia, Pedro Sánchez y Pablo Casado se tienen que volver a entender. De lo contrario, la política española será pura confrontación.