Tatuajes y erratas

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ED

03 feb 2019 . Actualizado a las 08:59 h.

En una ocasión, en un bar de Barcelona, conocí a una camarera cuyo hermoso omóplato ebúrneo estaba casi enteramente cubierto por un tatuaje en un alfabeto extraño. Yo no estaba muy seguro de qué idioma podía ser: ¿hindi? ¿bengalí? Le pregunté. Me aseguró que era tibetano. ¿Qué significaba? «Mente vacía», me dijo con una sonrisa satisfecha que me dejó perplejo. «Es del yoga, o algo así. Es que hay que vaciar la mente para alcanzar la felicidad». Su ex novio, que era tatuador, se lo había grabado cuando estaban juntos, aunque sospecho que para entonces ya les iba mal. Asentí cortésmente, pero me compadecí de aquella chica a la que su ex novio le había dejado grabado en la carne que era tonta, aunque fuese en forma de eufemismo y en otro idioma. También conocí en otra ocasión a un miliciano albanés que se había hecho tatuar en el antebrazo, en inglés y en gótica alemana, lo que supongo que él creía que era «nacido para matar» (Born to kill), pero que en realidad era algo así como «nacido para los pequeños crustáceos marinos» (Born to krill).

Me acordaba de estas historias al leer el caso reciente de la intérprete pop Ariana Grande, una chiquilla que sale en los vídeos cantando en lencería. Al parecer, quería celebrar el éxito de un sencillo suyo llamado 7 Rings (siete anillos) y se hizo tatuar ese título con caracteres japoneses. Desgraciadamente, el tatuador debió de mirarlo en Google, porque lo que le tatuó fue «barbacoa portátil». Un disgusto para la chica, que además es vegana.

Suele suceder. Por alguna razón, la fascinación por la caligrafía no suele ir acompañada, desgraciadamente, por un mínimo interés en la ortografía. David Beckham lleva tatuado incorrectamente el nombre de su mujer en hindi; Britney Spears tiene grabado en la cadera, en caracteres chinos, lo que ella creía que era la palabra «rebelde» pero que en realidad es «rara» -que, por otra parte, quizás le vaya mejor-. No sé qué quería tatuarse Justin Timberlake en una película en la que hacía de mafioso, pero los caracteres chinos de su antebrazo decían «patinaje sobre hielo». También Rihanna tiene un tatuaje en francés incorrecto con la expresión «flor rebelde» y otro con la palabra «perdón» en sánscrito, también incorrecto -de seguir así, pronto necesitará tatuarse una fe de erratas-.

Esos famosos son sólo la avanzadilla de un ejército innumerable de cuerpos legibles con faltas de ortografía, de personas que llevan sus tatuajes escritos al revés porque sus portadores se los hicieron a sí mismos mirándose en un espejo, de víctimas de malas traducciones, de notas mal escritas o mal leídas, el resultado de noches de borrachera y malentendidos en la noche febril de Bangkok o de México D.F. Hay que entenderles. El tatuaje es un género difícil. Es como un epitafio en vida, siempre en riesgo de pecar de trivial o de solemne. Es la voluntad de convertir el propio cuerpo en una lectura interesante. Es un afán de trascendencia, y no hay nada que se preste más al ridículo que la trascendencia cuando es banal. Y ahí entra la falta de ortografía, que es la venganza del lenguaje, el castigo a la vanidad, ese defecto que nuestro tiempo ha democratizado más que ninguna otra cosa.

Ante las burlas, veo que Ariana Grande ha corregido ya su tatuaje. Pero me temo que no de manera satisfactoria. Se han añadido algunos signos y ya no dice «barbacoa portátil». Pero, si no estoy mal informado, o ahora dice «dedo ardiente», o quizás «barbacoa de dedo». Compadezco a la chica. La errata se ha encaprichado de ella. Yo creo que es mejor que lo deje y se compre un colgante.