La semana más negra de Pedro Sánchez

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

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OSCAR DEL POZO | AFP

La figura del relator tensionó al máximo al PSOE, dio alas a la oposición y no sirvió para ganar el apoyo del independentismo

10 feb 2019 . Actualizado a las 09:33 h.

El viernes 1 de febrero, la ministra portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, aseguraba tras el Consejo de Ministros que las negociaciones entre el Gobierno y la Generalitat para crear una mesa de partidos que fuera más allá de la comisión bilateral Estado-Generalitat estaban encalladas porque las reivindicaciones de los independentistas eran inasumibles. «Cuando se llega a un punto ciego, lo mejor es dejarlas por unos días para repensar mejor», señaló la portavoz. Una afirmación que, a pocos días del inicio del juicio por el desafío secesionista y de la votación de las enmiendas a la totalidad de los Presupuestos, disparó las especulaciones sobre un posible adelanto electoral. Sin embargo, en pocos días esa situación dio un giro radical con la admisión por parte del Gobierno de la figura de un «relator» en las conversaciones con los independentistas, pero desembocó también en una escalada de tensión política de la oposición que culmina hoy con una manifestación en Madrid en contra del Gobierno de Pedro Sánchez, y con una profunda división en las propias filas socialistas sobre la estrategia del jefe del Ejecutivo. Esta es la cronología de una semana política frenética cuyo desenlace final está todavía por escribir.

Martes. Iceta, en TV3

«Alguien que dé fe de lo que se habla». El encargado de abrir la espita política fue el primer secretario del PSC, Miquel Iceta, que el martes por la mañana, después de que ERC registrara una enmienda a la totalidad de los Presupuestos, admitía la disposición del Gobierno a negociar hasta el último minuto para lograr el apoyo de los independentistas a las cuentas públicas. Y ahí desveló que el Ejecutivo y la Generalitat negociaban nombrar una figura neutral que estuviera presente en las negociaciones. «Queremos que alguien dé fe de lo que se habla», señaló Iceta, aunque precisó que la palabra «mediador» no le gusta.

Martes. Quim torra capitaliza la cesión

«Un pacto de Estado para solucionar el conflicto entre España y Cataluña». Inmediatamente después de que el PSC y también el Gobierno admitieran que se estaba negociando la figura de un «coordinador», «relator» o «notario», según las diferentes versiones que se ofrecieron ese día, el presidente de la Generalitat, Joaquim Torra, trató de capitalizar esa posición como una primera capitulación del Gobierno e hizo público el documento con 21 exigencias que había planteado a Pedro Sánchez en su reunión de diciembre en Barcelona, que en su punto tres indicaba que «es necesaria una mediación internacional, que tiene que facilitar una negociación en igualdad», y en el dos afirmaba que «hay que reconocer y hacer efectivo el derecho de autodeterminación del pueblo de Cataluña». Desde la Generalitat se anunciaba que ya se habían enviado nombres a la Moncloa para ocupar le papel de mediador.

Miércoles. Carmen CAlvo echa leña al fuego

«Una figura que va a ayudar a trabajar». Ante el revuelo de protestas de la oposición por el hecho de que el Gobierno aceptara la imposición de un relator o mediador en las conversaciones con la Generalitat, la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, trató de apagar el fuego. Primero, en una entrevista en la Ser dijo que «no se trata de ningún negociador» ya que ese «relator o algo así» es «una figura que va a ayudar a trabajar» y que «no tiene ninguna trascendencia». Pero fue insuficiente y tuvo que comparecer después en una rueda de prensa en la Moncloa, en la que tampoco despejó dudas, al quedar en el aire si el relator se sentaría solo en una mesa de partidos catalanes, a la que no asisten ni el PP ni Ciudadanos ni la CUP, en la comisión bilateral del Estado con la Generalitat o en una nueva mesa de partidos de ámbito estatal. Calvo llegó a decir, en referencia a los partidos independentistas, que «hay que respetar a los adversarios y reconocerlos como interlocutores para hablar del futuro de España».

Miércoles. CAsado eleva el tono contra Sánchez

«Felón», «traidor», «mentiroso compulsivo» y «presidente ilegítimo» Tras escuchar las explicaciones de Calvo, el líder del PP, Pablo Casado, elevó al máximo el tono de sus ataques y descalificaciones a Pedro Sánchez hasta niveles nunca vistos hasta ahora. «Incompetente», «mentiroso compulsivo», «felón», «presidente ilegítimo» o «el mayor traidor de la historia democrática» fueron algunos de los epítetos que le dedicó, en un intento de capitalizar la ofensiva contra Sánchez en el espacio de centroderecha. Insinuó, incluso, la presentación de una moción de censura» que el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, rechazó de inmediato apoyar porque, según dijo, saben contar y no hay mayoría para sacarla adelante. PP, Ciudadanos y Vox anuncian una movilización en la calle el domingo en Madrid para «echar a Sánchez» y exigir elecciones.

Miércoles. Protestas de dirigentes socialistas

Guerra: «Equiparan a España con Yemen y Burkina Faso» La posición del Gobierno recibió ataques incluso desde las filas socialistas. El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page, se mostró «perplejo» por la admisión de la figura de un «relator» y exigió la convocatoria del consejo territorial del PSOE porque «cuando se habla de España decidimos todos los españoles». Calvo achacó estas declaraciones a la «desinformación» de Page, admitiendo así que no había sido consultado. Otros dirigentes como el aragonés Javier Lambán se mostraron también muy críticos. Y el día culminó con el exvicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra acusando a Sánchez de equiparar a España «con Yemen o Burkina Faso» al aceptar un relator.

Jueves. PDeCat enmienda los Presupuestos

«Queremos garantías de que la mesa no sea para marear la perdiz». En medio de toda la polémica, el PDECat elevó la presión al presentar una enmienda a la totalidad de los Presupuestos justificándolo en que el Gobierno no ha atendido sus exigencias de que el relator esté presente en una mesa de partidos de ámbito nacional, y no solo de partidos catalanes, y tampoco su propuesta de que el diálogo incluya el debate sobre la reivindicación de un referendo de autodeterminación. «Queremos el paquete completo. Garantías de que esa mesa no sea para marear la perdiz», dijo además el vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonés, de ERC.

PP, C’s y Vox recurren a la calle contra Sánchez

«Por una España unida, elecciones ya». Ciudadanos y el PP confirmaron el lema de la manifestación del domingo en Madrid, al que se sumó Vox. Casado mantuvo la presión sobre Sánchez al que acusó de ser protagonista de «una actuación de alta traición a España que no se ha visto desde el 23F». Albert Rivera señaló que en España «hay dos problemas: el separatismo y Sánchez al frente del Gobierno». Y el expresidente socialista del Ejecutivo Felipe González se sumó a las criticas a Sánchez y se preguntó: «¿Para qué necesitamos un notario que certifique lo que se dice o los convoque cuando en el Parlamento sobran los notarios?».

Ruptura forzada por el desafío secesionista y la presión interna

 

Después de cuatro días bajo una enorme presión política por la introducción de la figura del relator en sus negociaciones con la Generalitat y los partidos independentistas, interpretada por la oposición y por las propias filas secesionistas como un mediador, el Gobierno arrojaba la toalla el viernes al comprobar que ni siquiera ese arriesgado paso era suficiente para que ERC y el PDECat retiraran sus enmiendas a la totalidad a los Presupuestos. La decisión del Gobierno de acabar con las ambigüedades y enviar a la Generalitat el ultimátum de un marco de diálogo circunscrito a la comisión bilateral y otro a una mesa entre partidos catalanes, aunque con representantes con capacidad de decisión «estatal», estuvo motivada por la insistencia independentista en incluir el debate sobre la autodeterminación, pero también por la presión interna en el PSOE, que creció hasta el punto de que una figura como Ángel Gabilondo, muy respetada en el partido, se sumó a quienes rechazaban al relator.

Revelador silencio de Díaz

El giro dado por el Gobierno al plantarse ante los independentistas y culparles de la ruptura del diálogo sirvió para sofocar un conato de rebelión en el PSOE que amenazaba con repetir el escenario de máxima división que llevó a la destitución de Sánchez como secretario general en el histórico comité federal del 1 de octubre del 2016. Aunque, al contrario que entonces, Sánchez está blindado por un comité federal controlado por sus más afines y es el presidente del Gobierno, y no el líder de la oposición, el balance de daños en el partido de esta semana frenética es enorme.

Casi más que las críticas públicas de dirigentes como García-Page o Lambán, en Ferraz llamó la atención el silencio que mantuvo durante la crisis la ex presidenta de la Junta y líder de los socialistas andaluces Susana Díaz, que no se pronunció sobre el relator. Algo que fue interpretado por los próximos a Sánchez como un intento de no quemarse para rearmarse al frente del sector crítico en caso de que Sánchez fracasara en su negociación con los independentistas. El desgaste del líder del PSOE en todo este proceso ha sido muy grande. Y los resultados, aunque hasta el día 13 cabría un acuerdo in extremis para salvar los Presupuestos, nulos. Un éxito contundente de la manifestación de hoy en Madrid le dejaría aún más tocado a tres meses de las municipales y autonómicas y con la perspectiva de un adelanto de las generales.