Intento de colar a Europa un falso relato

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo BAreño MADRID / LA VOZ

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Los líderes independentistas, excepto Oriol Junqueras y Santi Vila, saludan a Torra antes del inicio del juicio
Los líderes independentistas, excepto Oriol Junqueras y Santi Vila, saludan a Torra antes del inicio del juicio Emilio Naranjo

Las defensas miran más a Estrasburgo que al Supremo, y el juez Marchena se muestra exquisitamente garantista

13 feb 2019 . Actualizado a las 11:03 h.

La primera jornada se fue en largas y en ocasiones tediosas exposiciones sobre cuestiones previas, pero probablemente sea la más relevante de todas las que nos aguardan, porque la potencia icónica de las imágenes que nos dejó marcarán todo el proceso. Contemplar a los doce acusados sentados en el banquillo en ordenada fila de a tres y mirando de abajo arriba, en actitud formal y respetuosa a los siete magistrados ataviados con toga y puñetas que los van a juzgar, contrastaba con el ademán desafiante con el que estamos acostumbrados a verlos. La solemne estampa de esos nueve hombres y tres mujeres en medio de la amplísima sala, presidida por un escudo de España, y rodeados de un enjambre de jueces, fiscales y abogados, simboliza el traslado de lo que hasta ahora se ha movido en el marco de la agitación política al ámbito estrictamente judicial bajo el Estado de derecho.

Mirando a Europa

La falsedad de un «juicio político». Desde el comienzo ha podido comprobarse que tanto los acusados como el presidente del tribunal no se dirigen solo en cada una de sus intervenciones a las poco más de cien personas presentes en la sala, sino a los millones que, por medio de la retransmisión en directo o a través de los medios, escrutan con lupa cada detalle. Tanto el juez Manuel Marchena, cuya autoridad quedó patente desde el primer instante sin necesidad de impostar el gesto y la voz, como las defensas, tienen claro que este es el primer tiempo de un partido que acabará en el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo. De ahí que los abogados pusieran el acento en la supuesta vulneración de derechos fundamentales, mirado más a Europa que a la Justicia española, y trataran de trasladar la falsedad de que se trata de un «juicio político», en palabras utilizadas por el abogado Andreu Van den Eynde, y no de un enjuiciamiento con todas las garantías a unos políticos que han transgredido la ley.

Y de ahí también que Marchena se muestre extraordinariamente garantista con los acusados y sus defensas, sabiendo que su actuación será revisada por magistrados muy sensibles a esa cuestión.

Errores de la defensa

Se arrogan la representación de todos los catalanes. La otra falsedad de las defensas fue presentar el juicio como una «causa general» al independentismo, que es perfectamente legal en España, y no contra unos políticos concretos que han cometido un presunto delito de rebelión. Los abogados cometieron errores de bulto al insistir en el mismo exceso en el que cayeron sus defendidos: el de arrogarse la representación de todos los catalanes, cuando la realidad es que Cataluña es una sociedad plural en la que los no independentistas son incluso mayoría. «Los catalanes protestamos porque estamos políticamente excluidos de determinadas decisiones», llegó a decir el defensor de Junqueras, en una intervención más propia de un mitin que de una sala de juicios.

Ambiente de estreno de curso

Los papeles de los abogados. La primera jornada tuvo el aroma de la llegada de los alumnos al primer día de colegio, con cada cual intentando ubicarse en su papel, estudiando a los compañeros con los que tendrá que convivir durante los próximos meses y buscando las primeras complicidades. Se pudo ver ya quién es entre los abogados el empollón que pretende epatar con citas sin fin (Van den Eynde, defensor de Junqueras y Romeva), el travieso lenguaraz (Jordi Pina, abogado de Sánchez, Turull y Rull), el chico formal (Javier Melero, abogado de Forn) y hasta el pelota que trata de ganarse el favor del profesor, en este caso el presidente del tribunal, mediante lisonjas previas a cada una de sus intervenciones. Y también pudo comprobarse que Marchena está dispuesto a tener la paciencia de un maestro que deja que los alumnos se expresen, aunque cometan inexactitudes de bulto, antes que interrumpirlos constantemente para corregirlos.

El gran ausente

Puigdemont, fuera de juego. En la primera sesión flotaba ya en el ambiente la sensación de que en este juicio hay un gran ausente: el expresidente catalán Carles Puigdemont, máximo responsable de los hechos por los que sus excompañeros se sientan en el banquillo. Puigdemont es el primero que es consciente de la dificultad política que eso supone respecto a ERC, y de ahí que tratara de ganar protagonismo convocando una rueda de prensa en Berlín para descalificar a la Justicia española. Pero le será difícil contrarrestar desde su cómoda libertad el protagonismo que asumirá durante meses Oriol Junqueras, que será trasladado cada día al juicio desde la cárcel en un furgón policial.

Desencuentro: Oriol Junqueras no devuelve el saludo a Joaquim Torra

El desencuentro y hasta la animadversión de Oriol Junqueras con Carles Puigdemont y Quim Torra quedó patente cuando el presidente de la Generalitat entró en la sala de juicio. Mientras el resto de acusados se giraron para saludarlo, Junqueras mantuvo el semblante serio y ni siquiera hizo ademán de mirarlo para corresponder al gesto con la mano que les hacía amistosamente Torra, quien tuvo que esperar cuatro horas, tras un receso, pasa saludarlo.

Contradicción: Puigdemont presume de «valentía» desde su libertad en Alemania

«Sean fuertes y confíen. Miren la actitud de nuestros líderes. Son hombres valientes que están defendiendo nuestro futuro, están dando ejemplo». Así se dirigió ayer el expresidente catalán, Carles Puigdemont, a todos los catalanes que participaron en el referendo ilegal del 1 de octubre. Sus palabras sobre la valentía de los líderes del desafío independentista y el ejemplo que representan para el secesionismo sorprendían al ser pronunciadas por alguien que goza de libertad tras haber escapado de la Justicia española.

Ataque al instructor: Descalifican a Llarena porque un empresario le llamó «Cid Campeador»

Las defensas de los acusados pusieron más esfuerzo en atacar la supuesta falta de imparcialidad de los tribunales españoles que en defender la legalidad de la actuación de sus clientes. En ese afán se utilizaron argumentos tan estrambóticos para tratar de invalidar el proceso como denunciar que el presidente de la patronal burgalesa, Miguel Ángel Benavente, calificó un día al juez instructor Pablo Llarena como «el Cid Campeador», en presencia de aquel, por la causa del 1-O.