Yves Saint Laurent insiste en la delgadez enfermiza

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La alta costura ignora el código ético asumido por las grandes firmas de moda en el 2017 para acabar con la tiranía de las medidas. El último desfile de la casa francesa reabre el debate de la anorexia sobre la pasarela

01 mar 2019 . Actualizado a las 18:25 h.

En septiembre del 2017, la industria de la moda se puso de acuerdo para poner fin a la extrema delgadez en las páginas de las revistas, en los cortes publicitarios y, principalmente, sobre la pasarela. Grandes firmas rubricaron entonces un código ético que, entre otras cosas, como cláusulas para menores o la obligatoriedad de acreditar a golpe de certificado médico una salud de hierro, incluía el compromiso de no recurrir a modelos con tallas inferiores a la 34 en el caso de las mujeres y a la 42, en el de los hombres. Ya diez años antes, Madrid había tomado la delantera, azote de las maniquíes esqueletos: la ciudad se convirtió en la primera capital europea en tomar serias medidas con respecto al peso. En septiembre del 2006, la Pasarela Cibeles prohibió desfilar a modelos con índices de masa corporal inferiores a 18. Ese mismo año, empresarios del sector determinaron con el Ministerio de Sanidad unificar las tallas para combatir los trastornos alimenticios: acordaron que la talla 46 no se considerase una medida especial y que la 38 fuese la mínima exigida para los maniquíes. 

Una imagen del desfile de Roberto Torreta en Cibeles, en el año 2004
Una imagen del desfile de Roberto Torreta en Cibeles, en el año 2004 BENITO ORDOÑEZ

Francia incluso ha legislado sobre el tema: desde el 5 de mayo del 2017, contratar a profesionales de la moda para lucir nuevas colecciones con pesos excesivamente bajos se penaliza en el país vecino con seis meses de cárcel y multas de 75.000 euros. Los años pasan y, sin embargo, en lugar de evolucionar, de mantenerse en terreno ya conquistado y avanzar sobre él, se camina hacia atrás. La mayoría de las marcas no respeta la unificación pactada con Sanidad y el último desfile de Yves Saint Laurent en París, protagonizado por unas escuálidas modelos en shorts, acaba de reabrir por enésima vez el debate sobre la tiranía de la flaqueza.

CHRISTOPHE PETIT TESSON | efe

Pésima noticia la de estas chicas de rodillas acentuadas y tobillos mínimos desfilando en la Semana de la Moda de la capital francesa, especialmente cuando la casa parisina fue una de las que hace año y medio se estaba comprometiendo a poner coto a las modelos consumidas. Ejemplos de que la moda prefería a los sacos de huesos hay para dar y regalar -la polémica campaña de Marni para H&M del 2012 o la de Gucci del 2013 que el Reino Unido vetó por proponer cánones corporales que no se corresponden con los reales-, pero parecía que la obsesión por las flacas empezaba a ser cosa del pasado. Fernando Suárez, director de la escuela gallega de moda Formarte, considera que efectivamente es así: «En general, es una polémica que ya está superada. El estereotipo se ha diversificado muchísimo y ahora mismo se reclaman modelos mayores, binarios, de gente corriente de la calle, de distintas tallas». «No hay más que ver las tiendas on-line -apunta-. Los prototipos son cada vez más diferentes». 

Sostiene Suárez que la elección de las modelos es, además, una decisión muy personal de cada casa, que mientras firmas italianas, por ejemplo, prefieren figuras más sensuales, como Valentino, en el norte de Europa se inclinan más hacia las siluetas delicadas. «En el circuito de París, hay un especial gusto estético por la delgadez. Se diseñan un tipo de prendas que le dan forma al cuerpo, a diferencia de lo que sucede en el sur, donde lo que prefieren es que sean las modelos las que le den forma a las prendas». De cualquier forma, defiende que lo más importante es que las chicas y los chicos que desfilan estén sanos y confía en no volver a una «caza de brujas» con respecto al peso. Hay muchos más factores a tener en cuenta, sostiene. La altura, el metabolismo. La edad, la complexión. 

Ignacio Cortina, de la escuela de diseño y moda Goymar, reconoce el esfuerzo de las marcas para intentar ser más inclusivas en la imagen que promueven en general y en sus sistemas de tallaje en particular. «Situaciones como las vividas en el desfile de YSL nos recuerdan, sin embargo, que todavía queda camino por recorrer», reflexiona. «La industria textil del presente y del futuro debe ser sensible hacia todas las diversidades, no se puede concebir una moda exclusiva en pleno siglo XXI que proyecte una imagen alejada de la realidad y llena de estereotipos», añade, convencido de que las marcas y otros agentes que participan en el sector moda (como agencias u organizadores de eventos) que no sean capaces de asumir la diversidad como parte de su cultura corporativa se quedarán fuera del mercado. «La sociedad está demostrando una elevada concienciación hacia este tipo de cuestiones, como no podía ser de otra manera, ya que afectan al respeto y la dignidad de algo mucho más importante que un cliente, de un ser humano».  

En concreto, la estética del desfile de Yves Saint Laurent no ayuda. La tendencia rockera exige una imagen algo ajada, maquillaje ojeroso y colores muy oscuros, que tienden a adelgazar. Además, la colección presentada en París se comprende de prendas superiores muy voluminosas y pantalones muy cortos y algo abullonados que dejan las piernas casi desnudas, enfundadas en medias cristal, expertas en perfilar las articulaciones. 

CHRISTOPHE PETIT TESSON | efe

De lo insano a lo denigrante

La casa de moda no gana para disgustos este mes. El de la pasarela francesa ha sido ya el segundo temporal que ha tenido que capear la firma de lujo en menos de tres semanas: a principios de febrero, el organismo encargado de regular la publicidad en Francia calificó de «degradante» su última campaña publicitaria, en concreto dos anuncios, colgados por las calles de París: uno retrata a una modelos sentada con una cazadora de piel, medias de rejilla y botas con ruedas, estilo patines, y las piernas abiertas; y el otro, a una chica con un body y los zapatos rodantes, inclinada sobre un taburete, evocando una posición calificada de «sexual».

La Autoridad Reguladora Profesional de Publicidad consideró, tras haber recibido no pocas denuncias, que Yves Saint Laurent estaba «infringiendo claramente las reglas». Las posturas de las modelos, argumentó, «coinciden con la sensación de una mujer objeto, sugieren una idea de sumisión sexual, trivializan estereotipos sexistas y son susceptibles de impactar en la sensibilidad pública».

«Es muy distinto la pasarela a la publicidad -señala el experto gallego al respecto-. La pasarela no lanza el mensaje "tú tienes que ser como esta persona", escoge a las modelos que mejor defienden la ropa. La publicidad, sin embargo, tiene un componente de vender un estilo de vida. Tiene mucha más responsabilidad».