Pérez de los Cobos acusa a los Mossos de «facilitar» el 1-O en vez de impedirlo

Ana Balseiro
ana balseiro MADRID / LA VOZ

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Tribunal Supremo

Asegura que dudaban de la policía autonómica, pero que no esperaban tal inacción

06 mar 2019 . Actualizado a las 11:38 h.

El coordinador del dispositivo policial del 1-O, el coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Cobos, aseguró el martes en el Supremo que la actuación de los Mossos, lejos de cumplir el mandato judicial de impedir el referendo ilegal, pretendía «facilitarlo», lo que obligó a los agentes (6.000 entre policías y guardias civiles) desplazados a Cataluña a actuar aquel día clave. Indicó que la actitud de la policía autonómica fue «en la mayoría de los casos, de pasividad absoluta», pero que en ocasiones (10 u 11) llegaron incluso a «obstruir físicamente la actuación de nuestras fuerzas», lo que provocó «situaciones delicadas».

En su testimonio, recordó que la relación con el responsable de los Mossos, el mayor Josep Lluís Trapero -quien también será juzgado por rebelión en la Audiencia Nacional-, fue «siempre difícil», ya que, en palabras de Pérez de los Cobos, nunca aceptó su coordinación. A preguntas tanto de las acusaciones como de las defensas, aseguró que la «disconformidad» de Trapero iba más allá de los motivos competenciales, y que su actitud fue la de «poner palos en las ruedas». «Le llegué a decir: ‘Oye, José Luis, estamos todos en el mismo barco. Parece que tú no formes parte del equipo’».

El testigo relató que las «sospechas» sobre que los Mossos no fueran a cumplir con su cometido de abortar la votación surgieron prácticamente desde la primera reunión para coordinar la actuación policial, el 21 de septiembre, y fueron creciendo. «Esas dudas no las teníamos solo nosotros, sino toda la sociedad. Era la pregunta que se hacía todo el mundo desde que se había anunciado que se iba a seguir adelante con el desafío de convocar un referendo», subrayó, para añadir que en los encuentros sucesivos con Trapero, los planes que fue presentando «no eran apropiados para impedir el referendo» sino que más parecían los previstos para «unas elecciones normales». 

Inacción y murallas humanas

Hasta la víspera de la consulta, estaba previsto que fueran los agentes autonómicos los encargados de requisar el material electoral y cerrar los locales en los que se votaba, con Policía y Guardia Civil de refuerzo, en caso de ser preciso. Pero Pérez de los Cobos explicó que «la inactuación» de los Mossos, constatada el 1-O, provocó la intervención autónoma del operativo policial: «Actuamos por nuestra propia iniciativa. No tenía sentido mantener la coordinación porque la unidad de propósito había desaparecido».

Relató que las «dos grandes sorpresas» de aquel día fue la parálisis de los hombres de Trapero y la «virulencia de las murallas humanas» organizadas para impedir la actuación policial. Asimismo, sostuvo que en algunos colegios incluso utilizaron «a niños y personas mayores» como escudos.

Durante las más de tres horas que se prolongó su declaración -que proseguirá a partir de las 9.30 de hoy- el coronel también defendió la actuación de los policías y guardias civiles, que fue «profesional y proporcionada»

Uso proporcionado de la fuerza

Negó, como también hiciera la víspera el secretario de Estado de Seguridad, José Antonio Nieto, que hubiera habido cargas policiales. «La actuación estaba encaminada a retirar el material y en ningún caso se dirigió sobre las personas. No se intentó ni desalojar ni cerrar los locales», subrayó, destacando el «uso exquisito de la proporcionalidad» de la fuerza por parte de los agentes.

Millo refuerza la tesis del hostigamiento

Enric Millo, exdelegado del Gobierno en Cataluña durante la escalada independentista, aseguró ayer al tribunal que en el otoño del 2017 hubo episodios de «acoso, hostigamiento y violencia», más allá de los dos hitos principales que se juzgan: la concentración del 20 de septiembre ante Economía y el referendo ilegal. Su testimonio refuerza la tesis de la Fiscalía, que imputa a los acusados la comisión de un delito de rebelión, es decir, un alzamiento con violencia.

Explicó que, más allá del 20-S y el 1-O, en Cataluña se vivía un clima de «conflictividad» que fue «aumentando progresivamente» desde la aprobación de las leyes de desconexión y que dio lugar a episodios de «asedio, violencia e intimidación» a policías, guardias civiles o cualquier autoridad no independentista, incluido él mismo.

En una descripción diametralmente opuesta a la del pacifismo ofrecida por los acusados, Millo relató que hubo «cercos, arrojo de objetos -incluso incendiarios-, acoso a los agentes, a las comitivas judiciales, a los hoteles en los que estaban alojados policías y guardias civiles, a la propia delegación del Gobierno, etc.». Aseguró que se contabilizaron «entre 100 y 150 acciones» violentas contra edificios públicos donde había una diligencia judicial. «Era el mundo al revés», sostuvo. 

De la trampa del fairy a pintadas

Aunque dijo no querer generalizar y admitió que también hubo manifestaciones pacíficas, aseguró que «pintar en una pared ‘Millo, muerte’ muy pacífico no es», en referencia a una pintada contra él en Gerona, donde ha vivido casi 30 años. «No sé quién la hizo, pero sí quién fue a limpiarla: mi hija», dijo, para desgranar después agresiones a policías el 1-O: desde la trampa del fairy (verter lavavajillas en el suelo de los colegios para que resbalaran y patearles la cabeza) a chalecos antibalas «rajados de lado a lado, algo que no se hace con una uña». «Las heridas que me mostraron no se hacían con las manos», insistió.

También habló, como Nieto la víspera y Pérez de los Cobos el martes mismo, de la deslealtad de los Mossos, que incumplieron la orden judicial de impedir la votación del 1-O. Igualmente se refirió a la declaración unilateral de independencia (DUI), asegurando que «nadie en Cataluña pensó que fuese simbólica», y explicó que en junio del 2017, en una cena, trató de hacer desistir a Puigdemont de su «plan suicida», pero que el expresidente le dijo que «no podía dar marcha atrás» con el referendo.