Bruselas quiere dejar el agua correr

Sara Cabrero
Sara Cabrero REDACCIÓN / LA VOZ

ACTUALIDAD

Thanasis Zovoilis

La Eurocámara inicia una campaña para potenciar el consumo del líquido procedente de los grifos. Calcula que las familias podrían ahorrarse hasta 600 millones de euros al año

21 abr 2019 . Actualizado a las 12:38 h.

Las botellas de plástico suman un enemigo más en la peculiar guerra que asociaciones y jefes de todo el planeta iniciaron contra estos pequeños envases tan dañinos para el medio ambiente hace ya algunos años. Y el de ahora no es un adversario menor. La Unión Europea se ha decidido a reducir de manera drástica la generación de residuos plásticos que producen estos recipientes. Tiene un plan para ello. Promover que el agua del grifo empiece a ganar adeptos entre los países del Viejo Continente.

Tal y como ellos defienden, les sobran las razones. Pero entre las de más peso incluyen su bajo coste, lo ecológica que resulta y que se encuentra al alcance de prácticamente todo el mundo. Lo cierto es que todas estas cualidades podrían convertir al agua del grifo en una de las bebidas con más partidarios. Sin embargo, aún tiene en su contra la desconfianza del mercado. El mal sabor que este líquido presenta en algunas zonas y las dudas que genera su calidad alejan a muchos ciudadanos europeos de su consumo. Pero los jefes de los despachos comunitarios quieren acabar con los recelos, y para ello, han puesto a los gobiernos de los Veintisiete a trabajar.

El camino para mejorar este servicio arrancó ya hace un año. La Comisión Europea daba el visto bueno a una propuesta de Derecho al Agua -una iniciativa ciudadana que pedía un cambio legislativo en esta materia a la UE- y se ponía manos a la obra para modernizar toda la directiva vigente, unas normas con más de 21 años de antigüedad.

El pasado mes de marzo, la iniciativa parecía llegar a buen puerto. El Parlamento Europeo anunciaba la implantación de nuevas normas que permitieran convencer a los suyos de que el agua del grifo es una de las mejores alternativas para calmar la sed. Pero también para dar un respiro a los bolsillos. Según la Comisión Europea, consumir menos agua embotellada permitiría a los hogares de la Unión Europea ahorrar hasta 600 millones de euros al año. Y la economía personal no sería la única beneficiada. La reducción del uso de botellas de plástico -responsables de parte de la contaminación de mares y costas- también daría un respiro a las cuentas públicas, que podrían dedicar las grandes cantidades que cada año se reservan para el tratamiento del dañino plástico en otras materias más interesantes.

Para convencer a los que todavía guardan recelos, Bruselas ha sacado la artillería pesada. Tirando de cifras, estudios y sesudas investigaciones, los directivos europeos pretenden ganarse a los más incrédulos. En el documento aprobado el pasado mes, destaca que más del 98,5 % del agua potable de la UE cumple con los estándares, según las pruebas realizadas entre el 2011 y el 2013.

Todas las campañas y medidas que se lleven a cabo tendrán un único objetivo: reforzar la idea de que el agua del grifo es fiable y saludable. Para ello, se endurecerán los requisitos de calidad, pero también se promoverá la instalación de fuentes y de puntos de consumo en los edificios públicos. Además, se intentará fomentar que bares y restaurantes dispensen este líquido de manera gratuita o a un precio reducido.

La otra cara de la moneda

No es oro todo lo que reluce y la decisión de Bruselas tendrá sus consecuencias. Porque del agua envasada dependen en todo el continente muchas empresas y, por tanto, miles de puestos de trabajo.

Según los datos de la Asociación Nacional de Empresas de Aguas de Bebida Envasadas (Aneabe), en España esta industria está compuesta por casi un centenar de compañías que dan empleo directo a 4.500 personas e indirecto a decenas de miles. Y hay más. Porque el sector arroja una facturación cercana a los 1.000 millones de euros. Estos números colocan a España como cuarto país de la UE en términos de producción de agua mineral, por detrás de Alemania, Italia y Francia. Además, los españoles son los terceros en lo que a consumo se refiere, solo superados por Italia y Alemania.