¿Con corbata o sin corbata?

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maria pedreda

Se debe ser cuidadosos y analizar el ambiente en el que se desarrollará el acto al que se acude para decidir si llevar o no esta prenda, cuyos orígenes se remontan a 1635

28 abr 2019 . Actualizado a las 08:42 h.

¿Con o sin corbata? La contestación a la pregunta no es fácil. ¿Quién no se ha dado cuenta de que Amancio Ortega nunca la lleva -excepto en la boda de su hija Marta- y que Pablo Isla, el presidente de Inditex, no siempre la utiliza (busquen las fotos en las que posó en la sede de la compañía con el actor Matt Damon)? Catalina Barceló, secretaria general de la Asociación Española de Protocolo, entiende que hay que ir sorteando la «flexibilización» que se vive en el ámbito laboral respecto al uso de esta «herramienta de trabajo» cuyos orígenes se remontan a 1635, cuando soldados de la hoy Croacia viajaron a París para apoyar al cardenal Richelieu y al rey Luis XIII. Los militares llevaban al cuello una especie de pañuelo atado con un nudo hacia la mitad del cuerpo que fue el que dio pie a la prenda protagonista en esta crónica.

Barceló recuerda que siempre hay que lucir corbata si al evento al que se acude es obligatorio vestir con traje oscuro. Se debe ser cuidadosos y analizar el ambiente en el que se desarrollará el acto y así entender que si el anfitrión lleva corbata, el resto también deben hacerlo a no ser que sea un acto informal y festivo.

Aunque en las start-up tecnológicas lo normal es evitar la prenda en cuestión, cierto es que sus ejecutivos tienen que saber que cuando vayan a mantener una entrevista deben pensar en la imagen que quieren dar. Si es de seriedad, deben pertrecharse con una corbata aunque el resto de los interlocutores vayan sin ella. Ojo: una pajarita informal puede ser un elemento sustitutivo.

En términos generales y subrayando que hay excepciones a la regla general, el diseñador Javier Cañás Caramelo, consejero delegado de Etiem, considera que todo aquel que esté de cara al público debe llevar corbata, debe de ir bien vestido y de manera adecuada; lo que no siempre ocurre porque cada día es más habitual llevar un teléfono de 1.500 euros que un traje que a uno le quede como un guante y le permita defender con presencia su actividad profesional.

Una americana, con un pantalón y una camisa bien definida, pero sin corbata, es otra variante bien acogida en compañías de ingeniería. Oriol Sarmiento, decano del Colegio de Ingenieros Industriales de Galicia, lo confirma porque en el sector es cada vez menos frecuente ver a directivos de traje y corbata. No obstante, Sarmiento reconoce que su colectivo piensa en la vestimenta que utiliza en el día a día porque «en muchas ocasiones sales de una obra para meterte directamente en una reunión». Él asegura sentirse cómodo con la corbata, que siempre utiliza cuando asiste a un acto institucional. Confiesa que en su coche no hay una de «por si acaso».

Según Bartolomé Pidal, presidente del grupo Nortempo -especialista en trabajo temporal-, los códigos de estilo han variado, «pero la vestimenta, y la corbata como marca de formalismo, no debe descartarse. Sí deberá adecuarse a cada personalidad y ocasión o evento sin parecer parte de un disfraz o uniforme. ¡Entre la corbata y el chándal hay un importante trecho!». «Ante la duda, la corbata, mejor sí porque siempre estás a tiempo de quitártela», dice bromeando.

Desde Otto Walter, empresa dedicada a recursos humanos y al descubrimiento de talento, su presidente Paco Muro subraya que se han roto los estereotipos: «Antes, al ejecutivo que iba sin corbata le faltaba nivel, ahora no». La prenda no es un elemento cómodo, pero sí distintivo al igual que lo son un casco o unos galones en un uniforme militar, elementos que revelan un estatus superior. El traje y la corbata también imponen una influencia jerárquica, «similar a la que transmite el jefe de la tribu de cualquier sitio del mundo, al que se le distingue por su indumentaria». El ejecutivo cree que la obligación de utilizar corbata en ciertos actos «obedece a un protocolo de otro milenio». Y advierte que el jefe que se crea más jefe por llevar esta tela al cuello, está equivocado.