Casado se agarra a Feijoo para no caerse

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PACO RODRÍGUEZ

El líder del PPdeG no se suma a la jauría interna y se plantea ayudarlo a levantarse, como ya hizo por dos veces con Rajoy

06 may 2019 . Actualizado a las 08:02 h.

En el 2009, el liderazgo de Mariano Rajoy en el PP se tambaleaba después de su segunda derrota consecutiva en unas elecciones generales. La del año 2004 pudo achacársela a la herencia envenenada que le dejó Aznar y a la conmoción de los atentados del 11-M, pero la del 2008 era ya responsabilidad suya. Y esa circunstancia fue aprovechada por sus críticos, con Esperanza Aguirre a la cabeza, para erosionar su liderazgo y tratar de desbancarlo. Aznar se sumó a ese complot ninguneando al líder popular. Contra todo pronóstico, Rajoy decidió seguir y se impuso en el congreso nacional del partido en el 2008 gracias al respaldo que le brindaron Alberto Núñez Feijoo y el PP valenciano. Pero, aun después de ese triunfo interno, su liderazgo necesitaba reafirmarse. Una nueva derrota electoral lo habría dejado en la lona. Rajoy decidió jugársela a todo o nada apoyándose en Feijoo, en una campaña de las elecciones gallegas del 2009 que pasó a la historia por el reparto de papeles entre ambos.

Feijoo podría haber dado la espalda a Rajoy, pero decidió sostenerlo. Y su victoria inapelable por mayoría absoluta en las elecciones gallegas reforzó definitivamente a Rajoy, que se volcó en Galicia recorriendo aldeas e ignorando prácticamente los comicios vascos que se celebraban a la vez, y afianzó su liderazgo. Tres años después, en el 2012, una nueva victoria por mayoría absoluta de Feijoo en las gallegas salvó también a un Rajoy en serios problemas por los duros recortes que tuvo que aplicar nada más llegar al Gobierno en el 2011. De nuevo, un triunfo de Feijoo salvó a Rajoy.

Pablo Casado parece haber aprendido aquellas lecciones y, tras sufrir un batacazo histórico en las generales, en buena parte por desatender las advertencias de Feijoo de que no se escorara a la derecha, se agarra ahora al líder del PPdeG para hacer frente a los críticos que pretenden derribarlo. Y Feijoo, una vez más, ha decidido no sumarse a esa jauría y está mostrando generosidad con un Casado en la cuerda floja.

El líder del PPdeG arriesga con esa estrategia, porque un fracaso en las municipales del 26 de mayo podría pasarle factura. Pero parece dispuesto a apoyar al líder antes que darle la espalda como están haciendo otros. «Yo no soy un Judas», ha repetido en numerosas ocasiones Feijoo en otras circunstancias. Casado ha abandonado la prepotencia con la que irrumpió en el partido y ahora parece encantado de dejarse guiar por la experiencia de Feijoo, que lo lleva a las romerías para que entienda en qué consiste la fuerza real del partido. Eso sí, en esa tarea, Feijoo ha impuesto dos condiciones a Casado. La primera es que el PP trate a Vox como lo que es, la extrema derecha. Y la segunda es que se olvide de la estrategia -iniciada por Casado y por sus colaboradores nada más perder las elecciones generales- de echar la culpa a Rajoy de su derrota. El líder del PPdeG está dispuesto a ayudar al presidente nacional del partido, pero no a costa de arrojar a Rajoy a los pies de los caballos. La clave es la unidad. Y una victoria en las municipales gallegas sobre el PSdeG podría ser un paso importante para que Casado remonte.

Caballero, a demostrar que el triunfo no es solo de Sánchez

Si para reforzar su liderazgo interno, Casado necesita de Feijoo y aspira a que un buen resultado en Galicia -que ya ha demostrado que, pese a ser superada por el PSOE en las generales, es el territorio que mejor mantiene a raya el empuje de Vox y de Ciudadanos- le marque el camino, el nuevo líder del PSdeG tiene en estas elecciones municipales un reto a la inversa. Gonzalo Caballero debe demostrar que el triunfo en las generales en Galicia no es solo fruto del empuje de un Pedro Sánchez que ha salido muy reforzado de su paso por el Gobierno. Caballero necesita ahora mantener esa primera posición, porque una victoria del PPdeG y una recuperación de las mareas le dejarían tocado.

La difícil papeleta hoy en la Moncloa del presidente del PP 

Se espera con expectación el tono del encuentro que hoy celebrarán en la Moncloa el presidente del Gobierno en funciones y el líder del PP, Pablo Casado. Acertar con ese tono es vital para el presidente de los populares. Y no lo tiene fácil. Por una parte, es clave que asuma ya el papel de jefe de la oposición, mostrándose dispuesto a alcanzar pactos de Estado con Sánchez si se aleja del radicalismo de Unidas Podemos y los independentistas. Por otro, tampoco puede dar la impresión de que ayuda a Sánchez a librarse de la presión de Pablo Iglesias. Y, por último, debe huir de cualquier imagen que dé la impresión de que esta ronda suplanta a la que corresponde hacer al rey. Atentos por tanto a la cita.

Sánchez e Iglesias jugarán al «chicken game» hasta el final

La partida que van a jugar Pedro Sánchez y Pablo Iglesias sera lo más parecido a eso que los americanos llaman el chicken game. Esas carreras en las que dos pilotos aceleran frente a frente y pierde el primero que se aparta de la línea de choque para no estamparse. El gallina. Sánchez parece dispuesto a plantear a Iglesias que va a presentarse a la investidura sin ofrecerle entrar en el Gobierno y que si no lo respalda se retratará junto a la derecha bloqueando un Ejecutivo de izquierda. Iglesias, por el contrario, mantendrá el órdago de que si no entra en el Gobierno no apoyará a Sánchez, porque este pactará luego con Ciudadanos. De quien ceda en ese chicken game depende el futuro Gobierno.