La primera terapia innovadora contra el cáncer desarrollada por la sanidad pública se ofrecerá a finales de año

Raúl Romar García
R. Romar LA VOZ / REDACCIÓN

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Célula cancerígena
Célula cancerígena

Los hospitales gallegos aún tendrán una segunda oportunidad dentro de seis meses para administrar el revolucionario tratamiento Car-T

11 may 2019 . Actualizado a las 15:18 h.

«Es la medicina del siglo XXI y seguramente también la del siglo XXII. Estamos ante una nueva era en el tratamiento oncológico que no es ciencia-ficción, sino ciencia-realidad». Así se refirió en Zaragoza Jorge Gayoso, hematólogo de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) a las terapias Car-T, que en principio solo se aplican para tumores sanguíneos como ciertos tipos de leucemia linfoblástica aguda, que afecta en especial a la población infantil, y para el linfoma B difuso de célula grande, aunque se están realizando centenares de ensayos clínicos, fundamentalmente en Estados Unidos y China, para administrarla también a los tumores sólidos.

Se trata de una innovadora terapia que ha empezado a revolucionar el tratamiento del cáncer mediante la combinación de inmunología e ingeniería genética que entrena a las células o linfocitos T del sistema inmune para que reconozcan las moléculas que expresan las células tumorales y poder así destruirlas de forma selectiva y persistente. «Es como entrenas a un recluta que se incorpora al ejército para transformarlo en Rambo en veinte días», explica de forma gráfica Jorge Gayoso. El tratamiento ya ha empezado a administrase en España -el primer caso de éxito fue el de un niño con leucemia curado en el San Joan de Deu de Barcelona- financiado por la Seguridad Social. Sin embargo, en la red de once centros autorizados en un primer momento para aplicarla, tres de ellos para niños, no hay ningún gallego, pese a que la Consellería de Sanidade presentó tres candidaturas.

Existe una desigualdad territorial, ya que para toda la zona del noroeste solo se ha elegido el hospital de Salamanca, pero los expertos reunidos en Zaragoza destacaron que en la primera evaluación se primó la exigencia, de acuerdo con los criterios consensuados con las sociedades científicas, para poder administrar con garantías el tratamiento. «Esto no significa que los hospitales gallegos no estén preparados, pero había que hacer una selección muy dura. Tenía centros que podían haber entrado, pero había que elegir», destacó Gayoso Cruz, que puso como ejemplo que en Gran Bretaña solo se eligieron en una fase inicial a seis, a los que luego se sumaron ocho, y a Francia, con diez autorizados. Pero Galicia tendrá una segunda oportunidad dentro de seis meses. Y Álvaro Urbano, coordinador del grupo de trabajo Car-T y jefe del servicio de Hematología del Clínic de Barcelona, donde se está realizando un ensayo clínico con la primera terapia propia creada en España, confía plenamente en el potencial de Galicia, en especial en el del hospital de Santiago. «Es -dijo- un grupo muy bueno, que tiene voluntad y entusiasmo por participar, que han constituido un grupo multidisciplinar de trabajo y que han venido al Clínic de Cataluña para formarse». También es el único centro gallego en el que se realizan trasplantes alogénicos de médula ósea para niños, uno de los criterios importantes que se han tenido en cuenta para la selección.

En general, la experiencia en la realización de un mayor número de trasplantes alogénicos, tanto para niños como para adultos, tanto en número como en complejidad, es uno de los aspectos más importantes que se han tenido en cuenta en la evaluación, junto con la obtención de la acreditación Jackie, que garantiza un mínimo de calidad asistencial; la constitución de un grupo multidisciplinar en Car-T, integrado por hematólogos, inmunólogos, farmacéuticos o neurólogos, entre otros profesionales, o la experiencia previa en esta terapia. En contra de Galicia jugó la dispersión de sus hospitales, ya que los de Santiago, A Coruña y Vigo realizan trasplantes alogénicos, pero por sí solos no reúnen un número suficiente. «En realidad no fue sorprendente que Galicia no fuera elegida en una primera evaluación, pero sí confiamos en que dentro de seis meses podamos entrar», señala la coordinadora autonómica de trasplantes, Encarnación Bouzas.

Galicia también espera jugar en el futuro un papel en el desarrollo de terapias propias, protagonismo que en la actualidad recae en el hospital Clínic de Barcelona, que ha realizado un ensayo clínico en 35 pacientes con un tratamiento propio para la leucemia linfoblástica aguda. Solo hay otros dos experimentos de este tipo en toda Europa. Los resultados se han entregado a la Agencia Española del Medicamento y, si todo sale bien, a finales de año se podrían aplicar a pacientes.«El Ministerio de Sanidad nos está potenciando para que podamos ofrecerlo a finales de año, por lo que el apoyo oficial es clarísimo», destaca Álvaro Urbano.

El mismo equipo está preparando otro ensayo para el mieloma múltiple, en el que colaborarán un total de cinco hospitales, ninguno gallego. En septiembre confían en empezar con el primer paciente. En este caso, el estudio es pionero en Europa.

La diferencia entre obtener una terapia propia o depender de la que ofrecen los laboratorios es enorme. En la actualidad solo tienen productos comercializados dos grandes farmacéuticas, Novartis y Gilead, pero a precios muy caros. El tratamiento para un paciente cuesta 320.000 euros y, aún así, se espera administrar en una primera fase a entre 600 y 800 personas. Si se creara en España, el precio se reduciría a una quinta parte, según subrayó Álvaro Urbano. Pero existe otra ventaja. Las células del sistema inmune, los leucocitos T del paciente, que se extraen de su propia sangre, tienen que ser llevados a Estados Unidos, donde se les realiza la modificación genética para identificar y atacar las células tumorales de forma efectiva, por lo que desde que se remiten hasta que se reciben pueden pasar unas cuatro semanas. Si todo el proceso se realizara en España el proceso el tiempo se reduciría de forma considerable.

España, en todo caso, ha conseguido un contrato pionero con las farmacéuticas, de tal modo que no se ha establecido un precio fijo por tratamiento, sino que se establece un pago inicial que solo se completa si la terapia tiene éxito al cabo de 18 meses de seguimiento y el paciente sigue vivo.