Violencia de género: ¿pueden rehabilitarse los agresores?

Son psicópatas integrados. Nadie de su entorno imagina cómo se comportan en pareja. «Son verdugos disfrazados de personas normales. Camaleones sociales», explica la psicóloga Margarita Queijo. Ella trata a víctimas, pero también realiza terapias de pareja. «Son vendedores de humo. Ellas creen que tienen a su lado a las personas más maravillosas. Incluso son más sensibles de lo habitual. Son personas carentes de empatía, pero saben mostrarlas porque copian emociones de otras personas», apunta. Muchos hombres llegan a su consulta como «visitantes». «No quieren cambiar. Intentan convencerme a mí y a su pareja de que no lo pueden evitar. Ellos vienen, no porque acepten el problema. Dicen que lo hacen por ellas para que vean que hay un intento por mejorar, pero en realidad lo que aprenden a mejorar son sus técnicas de manipulación y control». Queijo trabaja a diario en «generar el cambio», pero tiene las cosas claras y sabe que la vuelta atrás de un maltratador es muy complicada. «En casos leves, sí pueden cambiar, pero siempre le digo a las víctimas que se alejen. Y eso es más difícil de lo que parece. Normalmente nos olvidamos de una cosa: están enamoradas».

«En casos leves, sí pueden cambiar, pero siempre le digo a las víctimas que se alejen»

Previamente suele ser testigo y guía de un complicado proceso en el que ella, la víctima, se da cuenta de la espiral en la que ha entrado. «Cuando ves el historial de una relación, la mujer se va dando cuenta de que hay comportamientos que no son normales. Tienen incluso que hacer rehabilitación para no volver a caer en relaciones así», cuenta. «Mi consejo es: si lo pasas mal en una relación, más que bien, ahí hay un problema».

Ana Saavedra conoce la sensación. Es la presidenta de la asociación Mirabal, pero antes fue una víctima. Sufrió un apuñalamiento. «En los colegios e institutos las chicas me preguntan cómo detectar a estos hombres tóxicos. Les digo que al primer indicio escapen, que hay más chicos en el mundo. Las personas no cambian: corrigen actitudes, pero eso es muy diferente a cambiar. Falta mucha información. Les digo que hay que escapar de una persona tóxica, que abuse del victimismo, del 'tú no me entiendes', 'si me dejas me mato' o 'qué voy a hacer sin ti'», comenta Saavedra, quien cree que en edades tempranas la rehabilitación aún es posible. «Son más moldeables que cuando son mayores. Los propios chicos me dicen abiertamente que controlan, por ejemplo, si sus parejas están o no en línea en las apps de mensajería. Me comentan: 'Está en línea y no habla conmigo o no me contesta'». 

No lo ve igual Rosa Fontaíña, la coordinadora de la Rede de Mulleres Contra os Malos Tratos. «Son sutís e sibilinos. Son encantadores cos demais e, cando a muller conta o que lle pasa, ninguén a cre. Fan un traballo diario para que perdan a autoestima e aí empeza o illamento. Non creo para nada na rehabilitación», explica. Fontaíña también cree que las mujeres carecen de formación en este tema. «O que deixa de ser bo trato é maltrato. Cando unha muller ve que non a trata de igual a igual xa é maltrato. Aí comeza todo. Por exemplo, se un home ten celos, terá que tratarse. Ás veces, os celos son síntomas de dominio».

«Son sutís e sibilinos. Son encantadores cos demais e, cando a muller conta o que lle pasa, ninguén a cre»

La terapeuta Alicia Peralejo forma parte del Centro de Acción contra a Violencia de Galicia. Sabe lo que es atender a víctimas, pero también es psicóloga de Abramos o Círculo, el programa del Colexio de Psicoloxía de Galicia que trata a hombres con conductas agresivas. «Cada caso es un mundo, pero estas actitudes son tratables. Hay que trabajar desde sus déficits y sus miedos. Hay que darle la vuelta a su forma de relacionarse y eso es complejo porque toda su vida se han relacionado desde el maltrato. Es interesante que se replanteen cosas, que trabajen su autoestima, que se reconcilien y restauran daños y muchas veces que trabajen en grupos de hombres replanteándose la masculinidad».

«Hay que darle la vuelta a su forma de relacionarse y eso es complejo porque toda su vida se han relacionado desde el maltrato»

En el caso de Abramos o Círculos, los varones que acuden a terapia no han llegado a agredir, ni pesa sobre ellos una condena, pero sí tienen ya conductas inadecuadas: «Los hombres que acuden a terapia tienen que asumir que tienen un problema». Peralejo también mantiene que los maltratadores están bajo el disfraz de cualquier persona de nuestro entorno. «Incluso detrás de profesionales de la psicología o las fuerzas de seguridad del Estado. Profesiones que tienen que entender qué es todo esto. No hay mayor violencia que no reconocer que existe la violencia de género», sentencia.

Como terapeuta, cree también que uno de los grandes problemas está en el tiempo que las víctimas tardan en tomar conciencia de lo que les sucede. «Creo que hay que cambiar el concepto de violencia porque muchas personas no saben lo que es hasta que han sufrido palizas, incluso estando en riesgo su vida. La violencia empieza cuando alguien te hace sentir mal, colocándose en un lugar superior y no hace nada para mantener una relación simétrica, sino que siempre se relaciona desde una posición de superioridad, queriendo tener el poder en la relación. En una relación nadie tiene que tener poder. Normalizamos pensamientos, palabras y conductas y todo ello está relacionado. Lo fundamental es buscar siempre coherencia entre los tres. Hay hombres que llegan a la vida de las mujeres como "falsos aliados": ellos dicen no ser machistas y dicen entender perfectamente a las mujeres. Todo ello tiene que tener una coherencia, entre lo que piensa, dice y hace», sentencia Alicia Peralejo.