Moverse en el traje de una persona de 80 años

Elisa Álvarez González
E. Álvarez SANTIAGO

ACTUALIDAD

XOAN A. SOLER

La pérdida de masa muscular es una de las consecuencias más críticas del paciente crónico y mayor; un equipo sensorial recrea esta pérdida de movilidad en el congreso estatal de nutrición

01 jun 2019 . Actualizado a las 09:38 h.

Rigidez, dificultad para iniciar un movimiento, esfuerzo para levantar una extremidad... Es el día a día de miles de mayores con patologías crónicas que han ido perdiendo masa muscular. El Congreso Nacional de la Sociedad Española de Nutrición Clínica y Metabolismo ha abordado los problemas de desnutrición que afectan a los mayores, sobre todo cuando padecen enfermedades, y que unidos a la inactividad incrementan la pérdida de masa muscular que ya se produce habitualmente con la edad.

Y para que los usuarios puedan experimentar en sus propios cuerpos las dificultades de movilidad de estas personas, un traje sensorial permite imitar los movimientos y el esfuerzo que deben hacer aquellos mayores que han perdido un importante porcentaje de masa muscular. Pero el músculo no solo es importante como sostén, explica el catedrático de endocrinología del Hospital Clínico Universitario de Valladolid, Daniel de Luis, sino que es capaz de producir diferentes sustancias que modulan el metabolismo. 

De ahí la importancia de luchar contra la pérdida de masa muscular. A partir de los 60 años se pierde un 1 % anual, mientras que después de los 80 este descenso llega al 5 %. Es una caída fisiológica, que se eleva por distintos factores, como la inmovilidad al ingresar en un hospital o al estar encamados, o por patologías agudas o crónicas debilitantes. Las consecuencias son mayor riesgo de caídas y fracturas, más exposición a infecciones, menor capacidad respiratoria o baja respuesta inmunológica.

De Luis insiste en la necesidad de que la población más envejecida combine la actividad física con una dieta equilibrada que no esté restringida en proteínas, y en donde no falten nutrientes como la vitamina D. Los mayores, de hecho, son uno de los colectivos con mayor riesgo de desnutrición, hasta el punto de que se duplica en relación a otros grupos de edad. Estudios realizados en residencias de ancianos elevan el nivel de desnutrición al 30 o 40 % de los mayores.