Rivera desoye a Rajoy y a Valls y no facilitará la investidura de Sánchez

Francisco Balado Fontenla
Fran Balado MADRID / LA VOZ

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El expresidente del Gobierno Mariano Rajoy
El expresidente del Gobierno Mariano Rajoy TAREK

El Elíseo desmiente que Macron haya respaldado a Ciudadanos por sus pactos con Vox

21 jun 2019 . Actualizado a las 07:21 h.

Crece la presión sobre Albert Rivera. El presidente de Ciudadanos se muestra dispuesto a llevar hasta el final su «no es no» a Pedro Sánchez, a pesar de que en las últimas horas ha visto cómo varias voces próximas al centro político, como Macron, Rajoy o Manuel Valls, le invitaban a levantar su cordón sanitario y favorecer la investidura de Sánchez. Pero no parece que tenga pensado cambiar de parecer.

Armado con la munición que le concedió el candidato socialista con su maniobra en Navarra para que los socialistas alcancen la presidencia de la comunidad foral a cambio de la entrada de Bildu en la Mesa del Parlamento autonómico, Rivera volvió a reiterar su rechazo a cualquier acuerdo con el presidente del Gobierno en funciones. «El señor Sánchez no tiene remedio. Prefiere a Batasuna de socio que a los constitucionalistas de UPN o de Cs; esto es intolerable», denunció. Para el líder naranja, este pacto «de la infamia» entre el PSOE y la formación de Otegi es una «línea roja muy grave» que le hace reafirmarse en sus convicciones. «Con este sanchismo, con este PSOE, no podemos ir de la mano a ningún sitio», comentó a su llegada a Bruselas.

Rivera acudió ayer a la capital belga para participar en una cumbre de los liberales europeos, en donde le tocó explicar las alianzas que, directa o indirectamente, está tejiendo con Vox para gobernar en un diferentes municipios y comunidades de todo el país, negando cualquier tipo de crítica hacia Ciudadanos de sus colegas europeos sobre su cercanía a la formación de Santiago Abascal, a la que se contempla con recelo al otro lado de los Pirineos. «Lo que recibimos son apoyos, felicitaciones, ánimo y sobre todo voluntad de seguir creciendo», afirmó.

Entre estas palmaditas en la espalda incluyó la del presidente francés y cabeza visible de la plataforma liberal La République En Marche (LaREM), Emmanuel Macron, negando los titulares filtrados desde Ferraz tras el reciente encuentro entre Sánchez y la máxima autoridad gala, en los que se desprendía una supuesta preocupación de Macron por las amistades peligrosas de Cs. Según Rivera, desde la dirección de LaREM solo ha recibido elogios. «Apoyan nuestros pactos y nos han felicitado», afirmó. Sin embargo, tan solo unas horas después, fuentes del Palacio del Elíseo desmintieron rotundamente sus palabras, asegurando que no solo no lo ha felicitado, sino que Macron y Rivera ni siquiera han hablado desde el 26M. 

Desencuentro con Valls

Las relaciones entre Rivera y su candidato en Barcelona, Manuel Valls, tampoco atraviesan su mejor momento. Tras el desencuentro a raíz del apoyo de este último para que Ada Colau renovase su mandato en la Ciudad Condal, el ex primer ministro francés ha cargado con dureza contra la política de pactos que está llevando a cabo Ciudadanos. «Se equivoca», dijo en una entrevista en la Ser sobre los acuerdos con un partido que considera «un peligro» para la democracia, al tiempo que lo invitó a levantar el cordón sanitario con Sánchez y favorecer su investidura.

Y para rematar el día, Rajoy rompió su silencio. El expresidente sorprendió en un acto en Tenerife al sugerir, con bastante claridad, que lo más positivo para España es que se cierre «pronto» un Gobierno estable entre el PSOE y Ciudadanos, pidiendo «un esfuerzo» para alcanzar «una sólida mayoría» que permita al país seguir avanzando. «Sea cual sea la fórmula», sentenció el expresidente del Gobierno.

El PSOE redobla el pulso con Podemos y amaga con nombrar a Carmena ministra 

F. B.

Continúa el tira y afloja entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias a raíz de la pretensión de Podemos de entrar en el consejo de Ministros a cambio de facilitar la investidura del candidato socialista. El PSOE mantiene su oferta de acceder solo al nombramiento de algunos miembros del Gabinete con un perfil independiente y bajo el beneplácito de ambas formaciones, pero Iglesias quiere total libertad para designar a los ministros que, según cree, le corresponden por su número de diputados. Es decir, que quiere entrar en el corazón del Gobierno, consciente de que no existe mejor emplazamiento para disponerse a devorarlo y poner fin así al escaparate monocolor del que disfrutan los socialistas en la Moncloa desde que la formación morada facilitó su llegada a través de la moción de censura.

Con el objeto de desbaratar estas pretensiones de Iglesias, Ferraz filtró en las últimas horas que uno de los nombres que podría proponer hacerse cargo de una cartera es el de Manuela Carmena, exjueza que encajaría al frente de Justicia. Sin duda, se trata de un amago para hacer ver a Podemos la inconveniencia de los vetos, dada la mala relación de la exalcaldesa de Madrid con la dirección de Podemos, desde donde la acusan de haber hecho saltar por los aires su estrategia para el pasado 28M.

Pero en el partido morado redoblan la apuesta. La portavoz del consejo de coordinación, Noelia Vera, respondió ayer que, por su parte, no habrá ningún tipo de objeción, y que si el PSOE cree que Carmena «puede ser buena ministra para ellos, pues fenomenal», al tiempo que pidió que ellos tampoco pongan vetos sobre sus nombramientos. 

Rufián se deja querer

En caso de que finalmente lleguen a un acuerdo, Sánchez requerirá igualmente de al menos la abstención de ERC o Bildu para salir investido. El portavoz de Esquerra, Gabriel Rufián, volvió ayer a dejarse querer. Tras confirmar que mantiene negociaciones con el Grupo Socialista, reiteró que no son partidarios de «bloquear absolutamente nada», y aunque tampoco entregarán «un cheque en blanco» a Sánchez, afirmó que no serían ellos los responsables de «unas segundas elecciones».

El 19 de julio gana puntos para la sesión de investidura

Un consejo en Bruselas pospone los planes iniciales de Sánchez, que tenía fijada la semana previa

F. Balado

Desde el mismo instante en el que se constituyeron las Cortes, fuentes tanto de la presidencia del Congreso como de la presidencia del Gobierno apuntaban con determinación hacia la segunda semana de julio como la fecha más propicia para que se celebrase el pleno de investidura. Sin embargo, en las últimas horas parece haber ganado puntos la siguiente semana, la que comprende desde el 15 al 19. Este posible cambio responde a un nuevo imprevisto en la agenda del candidato, que como presidente en funciones tendría que acudir a Bruselas el 10 de julio para participar en el consejo extraordinario en el que los jefes de Estado y de Gobierno de la UE se repartirán los altos cargos.

De este modo, y a falta de que la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, cierre la fecha con Sánchez, el pleno arrancaría el martes 16 con la intervención del candidato socialista presentando su programa de Gobierno y solicitando el apoyo del resto de grupos de la Cámara Baja. Al día siguiente, el miércoles 17, se celebraría la primera votación, en la que Sánchez necesita la mayoría absoluta del hemiciclo (176 votos) para salir investido. En caso de no lograrlo, volvería a disponer a las 48 horas (el viernes 19) de una segunda oportunidad en la que le sería suficiente reunir la mayoría simple, es decir, más síes que noes. 

La cuenta atrás para el 10N

Si también fracasase en esta segunda intentona, algo que dependerá fundamentalmente de la posición que tomen ERC y Bildu, se activaría la cuenta atrás de dos meses desde la primera votación (miércoles 17) para las rondas de consultas con el rey y las propuestas de candidatos que fueran oportunas. De seguir sin reunir los suficientes apoyos, la Constitución recoge la disolución de las Cámaras y una nueva convocatoria electoral 54 días después de la frustrada votación.

Es decir, que los españoles podrían ser de nuevo llamados a las urnas el próximo 10 de noviembre, algo que todas las fuerzas políticas rechazan. Parte de la estrategia de Sánchez pasa por cocinar los pactos de investidura a fuego lento, consciente de que a sus potenciales aliados no les beneficiaría una nueva repetición electoral, aunque él también pondría en juego la Moncloa.