Japón reanuda la caza comercial de ballenas tras 31 años de moratoria

a. h. g. TOKIO / EFE

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Fotografía de archivo realizada el 21 de junio de 2007 que muestra la matanza de una ballena zifio en el puerto Wada en la prefectura de Chiba en Japón
Fotografía de archivo realizada el 21 de junio de 2007 que muestra la matanza de una ballena zifio en el puerto Wada en la prefectura de Chiba en Japón EVERETT KENNEDY BROWN | EFE

02 jul 2019 . Actualizado a las 07:15 h.

Japón reanudó ayer la captura comercial de ballenas en sus aguas, una práctica que oficialmente no llevaba a cabo desde hace casi 32 años y que motivó que el país abandonara la Comisión Ballenera Internacional (CBI), que veta la caza de esos cetáceos.

Dos barcos balleneros y un buque factoría zarparon desde el puerto de Shimonoseki, en la costa oriental de Japón, donde fueron despedidos por los vecinos, autoridades locales y nacionales y se organizó una ceremonia para desear suerte a los pescadores.

La caza de ballenas ha deparado críticas de parte de la comunidad internacional e incluso una sentencia de la Corte de la Haya en contra de Japón, que defiende esta actividad pesquera como parte de su tradición y por su importancia económica pese al escaso consumo que se da actualmente en el país de la carne de cetáceo.

El inicio de la campaña ballenera llega después de que el país anunciara a finales del pasado diciembre que se retiraba de la CBI, de la que era miembro desde 1951, y hasta ahora había respetado la moratoria en la caza comercial de la ballena acordada en 1982. No obstante, Japón llevaba a cabo lo que llamaba «pesca con fines científicos» de ballenas en el océano Antártico, una práctica que fue declarada ilegal en 2014 por la Corte Internacional de la Haya por no ajustarse a dichos criterios y constituir una posible forma de pesca comercial encubierta, así como en su costa septentrional del Pacífico Norte.

Islandia, Noruega y Rusia practican la caza comercial de ballenas tras presentar objeciones formales a la moratoria de la CBI, mientras que otros estados miembros, como Estados Unidos o Dinamarca, realizan capturas limitadas categorizadas como de subsistencia para comunidades aborígenes.

Greenpeace y WWF consideran una «muy mala noticia» la decisión nipona. «Supone una vergüenza» para los propios japoneses que, según aseguran las oenegés, mayoritariamente están en contra del consumo de carne de ballena.