«Me las vas a pagar todas juntas», gritó la mujer que acuchilló a la novia de su expareja en Vigo

e. v. pita VIGO / LA VOZ

ACTUALIDAD

XOAN CARLOS GIL

La detenida calla ante la jueza, que la envía a prisión por un homicidio frustrado y una detención ilegal

03 jul 2019 . Actualizado a las 14:15 h.

«Pasa para dentro que tenemos que hablar, hoy me las vas a pagar todas juntas por lo que me has hecho». Esas fueron las palabras con las que M. M. M. B., de 54 años, amenazó por celos a una camarera, la novia de su expareja, antes de, supuestamente, intentar asesinarla y camuflar el crimen como un suicidio en la bañera. Para dormirla, la obligó a tragar diez pastillas de somníferos y le hizo tajos con un cuchillo de 19 centímetros en el antebrazo y el muslo derechos.

La mujer ingresó ayer en prisión provisional a la espera de juicio. En los calabozos de la comisaría tuvo que mudarse de ropa y zapatillas porque sus prendas estaban salpicadas de sangre. Ante la jueza, guardó silencio y se acogió a su derecho a no declarar. La Fiscalía le atribuye los cargos de homicidio en grado de tentativa y detención ilegal (por retener a la víctima a punta de cuchillo). Su abogada de oficio pidió la libertad sin éxito.

La jueza ordenó la prisión provisional, comunicada y sin fianza, porque la Fiscalía explicó que si la implicada volvía a la calle podría fugarse, repetir nuevos ataques contra la víctima o sus bienes, o incluso borrar las pruebas que la delaten. Al subir al furgón que la llevaba a la penitenciaría de A Lama vestía tacones y mallas deportivas, guardó silencio y se tapó la cara con un fular. Las primeras exploraciones psicológicas no detectaron ningún trastorno psíquico importante.

La detenida es natural del municipio ourensano de Cortegada y vivió en Vigo con su entonces novio en un chalé de dos plantas en Lavadores, un barrio colindante con A Doblada, donde retuvo y atacó a la víctima, de 45 años. Todo apunta a que la agresora fue caminando desde su casa al edificio de la agredida porque solo distan unas manzanas. Llegó al portal a la una de la madrugada del lunes y, con una excusa, timbró a un vecino por el telefonillo para que le abriese el portal. Una vez dentro, se ocultó entre una puerta de emergencias y una columna y estuvo media hora al acecho. La víctima terminó su turno de trabajo en la cafetería a las 1.30 horas y el novio la recogió en coche y la acompañó al portal. Fueron cautos porque el día anterior él había tenido un rifirrafe con su expareja porque ella no asumió la ruptura sentimental desde febrero y el fin de la convivencia. Él la había dejado por ser «agresiva» e intentaba evitarla. Ella decidió liquidar a su rival amorosa.

Usó guantes de látex

Tras amenazar con un cuchillo a la víctima, la obligó a entrar en el piso. Le ordenó que fuese a la cocina, cogiese un vaso de agua y se tragase un blíster entero de pastillas que le dio. La asaltante nunca tocó nada y obligó a hacerlo a la retenida para que, tras el crimen, la policía solo encontrase sus huellas dactilares. Para evitar dejar fibras, tampoco le tapó la boca. Luego, le ordenó desnudarse y meterse en la bañera rebosante de agua, lo que la víctima aceptó, pero luego no hizo. Es posible que se resistiese y se agarrase a la cortina de la bañera, que estaba arrancada de la barra. Entonces, la intrusa la acuchilló y justo después la policía golpeó la puerta. La agresora ordenó a la víctima que se pusiera los pantalones y una camiseta mientras iba a abrir la puerta a los policías con el cuchillo oculto en su bolso. Los agentes echaron una ojeada y vieron a la otra mujer con los pantalones bajados, sin ropa interior y ensangrentada.

«No me mates», imploró la víctima

Los agentes sospechan que la implicada planificó un asesinato porque usó guantes de látex desechables. Lo que la delató fue que la víctima se asustó y, al verse en peligro, imploró sollozando: «No me mates». Una vecina oyó los lamentos y avisó a la policía, que llegó a tiempo.

Tras ser arrestada, calló y sorprendió su frialdad

Los investigadores sospechan que el crimen frustrado fue muy bien planificado. Tras su arresto, sorprendió que la supuesta agresora no estuviese compungida y no dijese ni pío. A los agentes que examinaron el baño les impresionó ver tantas manchas de sangre. A algún veterano este caso le recuerda al asesinato de Ana Enjamio, pendiente de juicio, por un detalle. Aquella vez, el asaltante esperó a su víctima oculto en el portal y la acuchilló. Los vecinos oyeron lamentos, pero no llamaron al 091. Esta vez sí, y fue decisivo.