California, en alerta tras sufrir los dos terremotos más potentes en 20 años

Esperanza Balaguer NUEVA YORK / E. LA VOZ

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Efectos del temblor en una gasolinera y una tienda de licores en Ridgecrest, California.
Efectos del temblor en una gasolinera y una tienda de licores en Ridgecrest, California. ETIENNE LAURENT | EFE

El seísmo de ayer dejó numerosos daños materiales y miedo entre la población

07 jul 2019 . Actualizado a las 08:33 h.

El miedo al gran terremoto, el Big One, volvió a recorrer el viernes California tras sufrir en apenas dos días los seísmos más potentes en 20 años. Al temblor de magnitud 6,4 que azotó el estado el jueves, en plena celebración del 4 de julio, le siguió ayer otro de 7,1. El epicentro de este último se situó a 17 kilómetros al nordeste de la localidad de Ridgecrest, a 235 kilómetros de Los Ángeles, según el Servicio Geológico de EE.UU. (USGS, por sus siglas en inglés). El nuevo temblor, cinco veces más potente que el registrado el jueves, tuvo lugar a las 20.16 hora local (3.19 horas del sábado en España), a una profundidad terrestre de 800 metros. Entre el jueves y el viernes, se sintieron más de 1.700 réplicas desde Sacramento hasta México. Esto aumentó el nerviosismo de sus habitantes, que viven pendientes de la actividad latente de la falla de San Andrés, que discurre por unos 1.300 kilómetros de la costa oeste de Estados Unidos.

Los afectados aseguraron que la sacudida del viernes por la noche fue más prolongada que la del Día de la Independencia. Toda la región cercana a Ridgecrest y Trona, las dos situadas en el desierto de Mojave, sufrió incendios, cortes de electricidad, agua y de las líneas telecomunicaciones, así como desprendimientos de rocas sobre las carreteras. «Se ha informado de fuegos en casa y edificios, debido a las filtraciones de gas», explicó Mark Ghilarducci, director de la Oficina de Servicios de Emergencia de California. La extinción de los fuegos era este domingo la principal preocupación de las autoridades que no informaron de víctimas mortales, tan solo de algunos heridos leves, según confirmó el jefe de Policía Jed McLaughlin.

«Todo se vino abajo»

«Lo hemos perdido todo», explicaba al periódico Los Angeles Times Ronnie Tolbert, de 60 años, y residente en Trona desde hace 32 años. La chimenea de su casa se derrumbó sobre el salón, las ventanas estallaron y las estanterías quedaron tendidas en el suelo. «Todo se vino abajo», añadía. Tolbert y su esposo pasaron la noche en dos colchones tirados en el patio delantero de su casa, como la mayoría de los habitantes de la localidad, que no pudieron pegar ojo por las frecuentes réplicas y la ansiedad por la posibilidad de otro terremoto.

El gobernador de California, Gavin Newsom, activó el nivel más alto de emergencia en Ridgecrest y en el condado de San Bernardino, y solicitó al presidente, Donald Trump, la declaración de emergencia federal para facilitar el acceso a recursos para la reconstrucción. En un informe preliminar, el USGS calculó los daños del temblor en cerca de 1.000 millones de dólares (890 millones de euros).

«Estaba en el coche con mi madre, y de repente, todo comenzó a temblar. No sentí tanto miedo como en el otro, que me pilló dentro de casa», explicó Jessica Weston, editora del Ridgecrest Daily Independent, que llegó a oír una explosión en un barrio de viviendas rodantes. El Servicio Geológico de EE.UU. advirtió de que las réplicas de estos dos temblores podrían continuar durante semanas, meses o incluso años. La probabilidad de que ocurra otro igual o mayor al del viernes es de un 10 %.