Ella perdió su casa, se hundió y se levantó con éxito

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MABEL RODRIGUEZ

La vida de Inmaculada Rodríguez discurrió con normalidad hasta que en el 2008 comenzó el calvario. La crisis provocó que la facturación de su empresa se desplomase un 90 %, con efectos devastadores

14 jul 2019 . Actualizado a las 09:18 h.

Inmaculada Rodríguez Cuervo tiene entre 40 y 50 años. No creo que más. Trabajó en grandes multinacionales en Madrid, entre las que se encuentra Bayer o L’Óreal. Después decidió integrarse en Mecanizados Rodríguez Fernández, empresa de piezas de camiones que puso en marcha su padre. Todo discurrió con normalidad hasta que en el 2008 comenzó el calvario: la crisis provocó que la facturación se desplomase un 90 %, con efectos devastadores sobre una plantilla de 150 personas y filiales en Brasil y Portugal. La catastrófica situación finalizó con un expediente de regulación de empleo, y con el amargo trago de proceder a despidos y presentar un concurso voluntario de acreedores. Pese a todo, la compañía logró salir a pulso de la situación. Pero en el camino, Inmaculada Rodríguez perdió la casa familiar por avales que pesaban sobre ella.

La directiva dice que las empresas son como las personas y están llenas de emociones. La honestidad y la transparencia con los trabajadores fueron dos armas clave para salir del pozo. «Les contamos la situación, al comité de empresa le dimos entrada en el consejo de administración, y trabajando mucho hoy puedo decir que valió la pena. Cuando no tienes nada que esconder y una crisis ajena a ti te lleva a esa situación...», argumenta para después recordar que aquellas medidas sirvieron para contribuir a un clima laboral que logró superar 98 dolorosos despidos sin conflictividad. Cuando la compañía salvó el concurso, volvió a readmitir a despedidos. Toda una demostración de intenciones.

Hoy Mecanizados está más viva que nunca. La dirige el hermano de Inmaculada Rodríguez que, aunque mantiene una participación, decidió abrirse su propio camino con la creación de dos sociedades: Emociacción, y RSC Galicia, dedicadas a la resolución de conflictos, al liderazgo, al trabajo en equipo, en responsabilidad social corporativa y en acciones para la igualdad. La ejecutiva cree en lo que hace a pies juntillas. Asegura que para la resolución de conflictos hay que saber escuchar sin prejuicios porque cada uno -trabajadores y empresa- tiene un punto de vista legítimo que hay que entender. Argumenta también que las empresas ponen en mandos intermedios a excelentes profesionales sin darles la más mínima formación. Y sobre el trabajo en equipo advierte que los directivos no pueden presuponer que los demás conocen con exactitud los objetivos de hacia dónde quieren ir. Deben de comunicárselos, explicarlos con detalle, concretar el porqué de las medidas a tomar y detallar cómo hacerlas. «Es la única manera de desarrollar un proyecto empresarial de manera conjunta».

Sobre la Responsabilidad Social Corporativa en el entorno empresarial de Galicia entiende que queda mucho por hacer. Y ello pese a ser un requisito imprescindible para la exportación, «acción que requiere calidad de producto y calidad de empresa». También son vitales las prácticas medioambientales, sociales y de buen gobierno, y advierte que hay quien «no le acaba de ver la utilidad, cuando te permiten fidelizar y atraer talento. Respaldarse de un código ético favorece crear una estructura que te alinea a la compañía con la competitividad empresarial». Inmacualada Rodríguez tiene dos frases «de cabecera»: gestionar la empresa es gestionar emociones y muestra tu lado más humano para llegar más lejos.

No se trata de hacer happiness fingido. Pero las simpatías y las antipatías dentro de las empresas son emociones: «Recuerdo una empresa de la que estaban orgullosos todos sus trabajadores por un hecho: le pagaba la nómina cada mes a un empleado que se dedicaba única y exclusivamente a ir de su casa al hospital con su hijo, enfermo de leucemia». Así se hace empresa.