Desmentido a la coherencia

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Zipi | Efe

24 jul 2019 . Actualizado a las 00:24 h.

Si solo fuese por el resultado de la votación, no habría ocurrido nada grave. La mayoría absoluta está en 176 diputados y ni en el mejor de sus sueños ni en la más optimistas de sus ambiciones lo había imaginado Pedro Sánchez. Lo que no puede ser no puede ser y además es imposible, que decía el torero aquel. Todo estaba previsto, esas eran las cuentas y lo raro raroo raro habría sido que Pedro Sánchez consiguiera la presidencia del Gobierno en primera votación, ni contando con los votos de Unidas Podemos, que tan caros se pusieron después del encontronazo del lunes.

La última sesión antes de la escenificación del drama de mañana ha sugerido una sensación de nostalgia de la moción de censura de hace un año. Quiso reeditarse aquella mayoría de aluvión, algunos nacionalistas e independentistas -PNV, EH Bildu, Esquerra- se asomaron a esa nostalgia, pero, ay, se tuvieron que quedar en la abstención, que es el pórtico del sí, pero no llega. Y el socio preferente, el aliado natural, el partido de Iglesias, lejos de alcanzar sus objetivos de poder, se sintió pisoteado y humillado, expresiones que hablan más de divorcio que de amor.

Al mirar hacia atrás, el espectáculo, grande y tedioso, deja el mal sabor de las contradicciones, que son el desmentido de la coherencia. Mientras todos los portavoces repudiaban la repetición de elecciones, muy pocos hacían algo práctico por evitarlas. Mientras la coalición ya era aceptada por el partido mayoritario, ese mismo partido se mostró tan tacaño que Unidas Podemos no pudo aceptar sus condiciones.

Y esa tacañería resultó tan evidente, que se llegó a hablar de una vicepresidencia simbólica. ¿Simbólica toda una vicepresidencia del Gobierno? ¿Simbólica una vicepresidencia que llevaría el nombre de social y en un Gobierno de izquierdas? Sí, señores; esas excentricidades se pueden producir y se producen en este país. Incluso para asuntos tan serios y trascendentes como la formación de un Gobierno.

Así transcurre la investidura más insólita que hemos vivido en este país. Lo bueno que tiene es que nunca falta un puntito de emoción para darle un toque de novela de suspense a falta de rigor y patriotismo. Lo último es convocar una Ejecutiva extraordinaria del PSOE, quizá para mejorar la oferta a Podemos. Será muy interesante comprobar cómo se modifica el precio de la investidura en esta feria donde se venden sillones de poder.

Y es muy curioso contemplar cómo la derecha parece desear que se consolide un Gobierno de izquierdas. El factor miedo, que decíamos hace unas fechas. El miedo al cabreo del personal y a las elecciones. Si no fuese por ese miedo, bien sabe Dios que íbamos a las urnas de cabeza. Y aun así, este cronista no lo puede descartar.