Sillones, solo sillones

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

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Pablo Iglesias sube a la tribuna durante el debate de investidura
Pablo Iglesias sube a la tribuna durante el debate de investidura Kiko Huesca | Efe

25 jul 2019 . Actualizado a las 08:16 h.

Consten en acta mis respetos a los negociadores del Partido Socialista y de Unidas Podemos. Cuando escribo estas líneas están, según parece, en un descanso de relax, de consulta a sus superiores o de maduración de sus posiciones. Es tal la falta de transparencia de sus trabajos, que no se sabe siquiera si se volverán reunir en la tarde-noche del miércoles o lo dejarán todo para hoy. El compañero Javier Armesto tiene la sospecha muy galaica de que dejarán la noticia del acuerdo para el segundo previo a la votación. Sería muy europeo: todo se arregla, pero se arregla cuando no queda más remedio y todos están con la soga al cuello. Y esta soga es de superior calidad: estos heroicos resistentes a los insoportables calores de Madrid tienen en sus manos que España tenga o no tenga gobierno.

Solo tengo una objeción que hacerles a ellos y a sus jefes: parece que solo les mueve el poder; el poder que desean conservar para sí mismos los socialistas y el poder que quieren conquistar los podemitas. Ese es el tira y afloja, no hay otro. Unos quieren una vicepresidencia del Gobierno, pero la que les ceden los representantes de Sánchez parece que no tendría competencias, cuestión inaceptable para quien quiere mandar. La misma actitud se repite ante los ministerios a ocupar, y los de Unidas Podemos se preguntan para qué quieren ministerios si no tienen en quién mandar ni a quién pagar. Por las filtraciones que se produjeron, los ministerios-migaja que se entregarían a Podemos serían los que no existen como tales, como el de Juventud, o fruto del desgajamiento de algunos, como el de Igualdad. Total, nuevo aumento del gasto público.

De lo que no sabemos nada es del programa, y eso que se hartaron de hablar de una «negociación integral». El programa queda sepultado bajo la espesura de los oropeles. Y tampoco sabemos nada de las aptitudes de los llamados o llamadas a tener una cartera. Se supone que en una negociación seria las partes ponen sobre la mesa sus capacidades, sus métodos, sus equipos, sus méritos, o incluso su ideología, para dirigir la Hacienda Pública o la gestión de las carreteras. Aquí, hasta donde sabemos, no. Podemos quiere meter cuchara en las cuestiones de Hacienda, Sanidad o Educación para demostrar que consigue poderío. Los socialistas no quieren renunciar a la Hacienda, la Sanidad o la Educación, porque ahí es donde está la vara de mando a pesar de las autonomías.

Para que después nos digan que no se negocian sillones. Mientras no nos demuestren la contrario, es lo único que se negocia. Por eso hay tanto secretismo. ¡Ay, nostalgia! Nostalgia de cuando Pablo Iglesias prometía que las negociaciones se retransmitirían en directo… Eran los tiempos de la ensoñación.