Calvo, la mediadora que dinamitó el pacto con Podemos

Luís Pousa Rodríguez
LUís Pousa REDACCIÓN / LA VOZ

ACTUALIDAD

Marta Fernández Jara | Europa Press

La vicepresidenta hizo imposible el acuerdo con Iglesias con sus filtraciones y manipulaciones

28 jul 2019 . Actualizado a las 13:27 h.

En el selecto club de los constitucionalistas Carmen Calvo (Cabra, 1957) es solo una irrelevante profesora de la Universidad de Córdoba. No pasará Calvo a la historia como jurista. De hecho, uno de sus gambazos más gloriosos se refiere a la Carta Magna. «Nuestra Constitución no recoge la igualdad entre hombres y mujeres como lo hacen otras Constituciones. Esto es injusto y poco democrático en el siglo XXI», soltó el pasado 7 de marzo en los micrófonos de Hora 25. Error de bulto en una profesora de Derecho Constitucional, ya que el artículo 14 dice exactamente eso: «Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social».

Paradójicamente, fue otro artículo de la Constitución el que la llevó a convertirse en vicepresidenta única del Gobierno y ministra de la Presidencia, Relaciones con las Cortes e Igualdad, el ya tristemente famoso 155. Pedro Sánchez encargó a Carmen Calvo que negociase con el Gobierno de Rajoy la aplicación, por primera vez en la historia, de la suspensión de la autonomía en Cataluña. La secretaria de Igualdad del PSOE consiguió introducir en el acuerdo algunas aportaciones propias, como dejar al margen del mismo la intervención de TV3, y Pedro Sánchez quedó tan satisfecho del resultado que, pasado el tiempo, la convertiría en la número dos de su Gobierno.

Sánchez volvió a depositar su confianza en Calvo para dirigir ahora las negociaciones con Unidas Podemos para su investidura. La vicepresidenta se encargó personalmente de conducir las conversaciones que, por parte de la formación morada, lideraba Pablo Echenique. Solo que, en esta ocasión, la implacable negociadora se encargó de dinamitar el acuerdo con sus filtraciones a los medios, las manipulaciones de los mensajes y una serie de bruscos giros que han dejado desconcertados no solo a los de Iglesias, sino a muchos miembros de su propio partido.

Durante ochenta días de tanteos y desencuentros, Calvo dio varios volantazos en el rumbo de las conversaciones. El 16 de julio acusaba a Podemos de romper el diálogo por «haber hablado todo el tiempo de cargos y puestos en el Consejo de Ministros».

Filtraciones

Solo dos días antes, el domingo que soltó su célebre «no, bonita, el feminismo no es de todas», se había mostrado dispuesta a «perfeccionar y modificar el acuerdo programático» del PSOE para llegar a una alianza con Iglesias.

El jueves, cuando se confirmó el fiasco de la investidura de Pedro Sánchez, tanto Pablo Echenique como su jefe de filas, Pablo Iglesias, denunciaron públicamente que la vicepresidenta del Gobierno había sido quien había filtrado a los medios los dos folios con el contenido de las peticiones de Unidas Podemos. Solo que introdujo un pequeño matiz. «Editó el texto para titularlo exigencias en lugar de propuestas», acusó Iglesias en el mismísimo Congreso. Echenique insistió en la tesis y explicó que el documento era «flexible» y se lo había enviado por correo electrónico a Calvo para luego introducir o eliminar los puntos que entre ambos partidos acordasen.

Pero cuando ese papel llegó a los móviles de los periodistas, acompañado a los pocos minutos por otro, también facilitado por la líder socialista, en el que se recogía la oferta de una vicepresidencia y tres ministerios para Podemos, el pacto ya había volado por los aires.

No satisfecha con este movimiento, la vicepresidenta se encargó de transmitir a la prensa que el PSOE se levantaba de la mesa y daba por rotas las negociaciones. Al día siguiente se consumó el fracaso de las izquierdas.