La cumbre de famosos contra el cambio climático emite miles de toneladas de dióxido de carbono

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Alrededor de trescientas personalidades llegaron hasta Sicilia en una flota de aviones y yates privados

12 ago 2019 . Actualizado a las 14:33 h.

El Google Camp, que organizan los dueños del gigante tecnológico, Larry Page y Sergey Brin, es una reunión anual a la que acuden algunas de las personas más influyentes del mundo, una especie de alternativa al club Bilderberg. El encuentro de este año se celebró hace unos días en Sicilia, y el tema principal a debatir era el cambio climático.

A pesar del extremo secretismo se han filtrado algunos nombres que estaban en la lista de invitados: Leonardo DiCaprio, reconocido activista medioambiental, el príncipe Carlos de Inglaterra, que ha confesado recientemente que solo tendrá dos hijos por la crisis climática, o el dueño de Facebook, Mark Zuckerberg, entre otros muchos.

Pero la cita ha terminado siendo parte del problema y no de la solución. Hasta la isla italiana se trasladó un ejército entero de aviones y yates privados. Los famosos no están para compartir transporte y eso se paga caro. El coste estimado de esta opulenta cumbre, en la que actuó la cantante Rosalía, se aproxima a los veinte millones de dólares. Más elevada ha sido la factura medioambiental. Los 114 vuelos registrados han generado una huella de carbono de 100.000 kilos de CO2 que han ido a parar a la atmósfera. El transporte aéreo contamina veinte veces más que el tren y representa el 2 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.

El movimiento «flygskam»

Este polémico encuentro de millonarios contra el calentamiento global coincide con el viaje que la joven activista sueca Greta Thunberg ha emprendido recientemente para cruzar el Atlántico en el barco de la familia real de Mónaco para asistir a la cumbre del clima en Nueva York del próximo 23 de septiembre. Ella sí predica con el ejemplo, no como sus correligionarios más famosos.

El rechazo de Thunberg a los aviones está motivando a otros muchos jóvenes. En Suecia se habla ya abiertamente del fenómeno flyghkam, que significa «vergüenza a volar». El número de pasajeros en el país escandinavo se ha reducido en un 8 % en el último año, según la organización WWF.

Cada 0,86 segundos un avión despega. Países como Francia proponen un impuesto de hasta 18 euros por vuelo. La tasa entrará en vigor en el 2020 y recaudará unos 180 millones de euros al año, que se invertirán en nuevas infraestructuras de transporte, en particular en el ferrocarril.