El conservador Giammattei logra la presidencia de Guatemala al cuarto intento

Patricia Pernas / Emiliano Castro Sáenz EFE

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Es el noveno jefe de Ejecutivo desde 1986, cuando se inició la era democrática en el país centroamericano

13 ago 2019 . Actualizado a las 00:11 h.

A la cuarta fue la vencida. Alejandro Giammattei llevaba años buscando la presidencia de Guatemala pero no fue hasta este domingo, después de una veintena de años persiguiendo un cargo público, cuando ha logrado su trofeo con el afán, dice, de «servir». Después de una jornada electoral que transcurrió sin incidentes graves, el Tribunal Supremo Electoral dijo que, según los resultados preliminares y teniendo en cuenta que los datos eran «irreversibles», el aspirante del partido de centroderecha Vamos había logrado la primera magistratura del país.

Giammattei, exdirector del Sistema Penitenciario, médico y cirujano de profesión pero empresario y político de carrera, se convirtió en el noveno presidente de la era democrática, que se instauró en Guatemala en 1986 con la llegada al poder del democratacristiano Vinicio Cerezo tras varias décadas de regímenes militares que se sucedieron en el poder mediante golpes de Estado y fraudes electorales.

Sus propuestas lograron convencer a más de 1,8 millones de votantes. Una cifra baja debida a la escasa participación, de alrededor del 42 %, pero suficiente para vencer a la exprimera dama Sandra Torres, de la socialdemócrata Unidad Nacional de la Esperanza, que se quedó con 1,3 millones de sufragios.

Giammattei, favorito según los sondeos y quien siempre se vio como ganador, se autoproclamó presidente incluso antes de que el Tribunal Supremo Electoral anunciara oficialmente los datos en una conferencia de prensa en la que agradeció el apoyo: «Vengo a decirles, este humilde servidor, que va a ser un inmenso honor ser el presidente del país».

El futuro presidente de Guatemala, que asumirá el cargo el próximo 14 de enero en sustitución de Jimmy Morales y que se ha caracterizado por proponer «mano dura» contra los criminales y un «muro económico» para frenar la inmigración irregular, prometió ser un hombre «al servicio» de la gente y «cercano» a la población para «reconstruir el país».

Pero antes, tal y como él mismo anunció, dormirá. Y será a partir del martes de la próxima semana cuando el político, de 63 años, y quien padece de esclerosis desde hace más de 40, empiece a trabajar en el traspaso de poder porque están «muy comprometidos en lo que nos toca».

Giammattei, quien tiene 3 hijos y camina apoyado sobre dos muletas, había presumido en varias ocasiones de ser el primer presidente con diversidad funcional y tendrá por delante varios retos, como la lucha contra la corrupción y la impunidad, la desnutrición, la educación, la pobreza o la violencia.

La otra cara de la moneda

Mientras el futuro presidente salía contento y feliz, con decenas de simpatizantes apoyándolo en la sede del partido y fuegos artificiales coloreando el cielo, Torres no compareció ante la prensa y se limitó a enviar a dar la cara al diputado Oscar Argueta, secretario general del partido que fundó la exprimera dama junto a su exmarido y expresidente Álvaro Colom (2008-2012).

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El paradigma de «el que la sigue la consigue»

Alejandro Giammattei ha demostrado este domingo que el dicho aquel de «el que la sigue la consigue» se cumple. Después de intentarlo cuatro veces, se ha convertido en virtual presidente de Guatemala. Giammattei, que venció a la ex primera dama Sandra Torres en una segunda vuelta, lleva más de una década buscando la primera magistratura del país y veinte años intentado alcanzar un cargo público. Y ahora, el eterno candidato, médico y cirujano de carrera pero un trotamundos de la política, ha conseguido su propósito.

Este hombre de 63 años, que desde que empezó la campaña se vio como ganador, llegó por primera vez a una segunda vuelta y con un proyecto político propio: el partido de centroderecha Vamos.

En el mundo de la política comenzó sus incursiones como coordinador general de los procesos electorales del Tribunal Supremo Electoral en 1985, 1988 y 1990, pero no fue hasta 1999 cuando se postuló por primera vez como candidato: a alcalde de la capital por el partido Unidad Nacionalista. No lo logró y repitió en el 2003 con Democracia Cristiana Guatemalteca.

Esta era la sexta vez que buscaba un cargo público, la cuarta que peleaba por la presidencia. Ahí lo respaldaron partidos como Gana, Casa, Fuerza y ahora Vamos, que a pesar de ser una formación reciente tiene una gran presencia territorial, en los 22 departamentos del país y en casi la mitad de los municipios.

Giammattei, que debe ser oficialmente proclamado presidente por el Tribunal Supremo Electoral, nació el 9 de marzo de 1956 y estuvo casado con Rosana Cáceres, con quien tuvo tres hijos. Su vida parece la de una persona obsesionada con el poder, pero él lo niega y tal y como aseguró a Efe su deseo es «servir».

«Vengo a decirles, este humilde servidor, que va a ser un inmenso honor ser el presidente del país», dijo este domingo en una conferencia de prensa en un hotel capitalino, donde prometió ser un hombre «al servicio» de la gente y «cercano» a la población para «reconstruir el país».

Ese afán y lucha es lo que le ha llevado a sobrevivir a una enfermedad, esclerosis, que, según él mismo cuenta, lo tenía sentenciado a muerte desde hace años. Pero aún así se graduó de Médico y Cirujano de la Universidad de San Carlos de Guatemala, la única pública del país, aunque nunca ejerció como tal.

A principios de la década de los noventa estuvo como gerente general de la Empresa Municipal de Agua. Pero fue en el 2006, durante el Gobierno del empresario Oscar Berger, cuando fue nombrado director del sistema penitenciario de Guatemala.

Ahí aparece el episodio más negro de su vida. El 25 de septiembre de ese año más de 3.000 policías y militares entraron en la prisión de Pavón, en la que los presos habían construido casas, restaurantes, salas de videojuegos y laboratorios para producir drogas. El objetivo era recuperar y restablecer el orden de la mayor cárcel de Guatemala, pero la operación, denominada «Pavo Real», se saldó con siete reclusos asesinados. Un caso por el que fue denunciado por el Ministerio Público y la Comisión Internacional Contra la Impunidad (Cicig) en 2010.

Giammattei se refugió en la embajada de Honduras en Guatemala y pidió asilo, pero luego decidió entregarse a la justicia y se declaró «preso político». Tras más de diez meses en prisión, quedó en libertad sin cargos. Años más tarde, contó su enfado con la CICIG y el Gobierno de Álvaro Colom -exesposo de Sandra Torres, en su libro «Relato de una Injusticia, caso Giammattei (2012)».

Este «trotamundos» en la política ha prometido crear un «muro de oportunidades», es decir, desarrollo económico para que los ciudadanos tengan un empleo, vivienda, salud, educación y seguridad y no se vean obligados a migrar. Partidario de la aplicación de la pena de muerte, el político plantea tratar como «terrorista» a todo aquel que cometa ataques contra servicios públicos y proponer a trabajar a los presos para que se ganen sus alimentos y su educación. Esa es la mano dura con la que busca acabar con los altos índices de violencia en uno de los países más violentos del mundo.