Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, 50 días jugando al teléfono estropeado

Francisco Balado Fontenla
Fran Balado MADRID / LA VOZ

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Adriana Lastra y Carmen Calvo, negociadoras del PSOE, en el Congreso con Pedro Sánchez
Adriana Lastra y Carmen Calvo, negociadoras del PSOE, en el Congreso con Pedro Sánchez Ballesteros | EFE

Las dos únicas personas con capacidad para romper el bloqueo apenas han hablado

15 sep 2019 . Actualizado a las 17:58 h.

Por teléfono estropeado o teléfono escacharrado se conoce al popular pasatiempo en el que un grupo de niños dispuestos en corro juegan a intercambiarse un mensaje en el que normalmente muy poco tiene que ver el que recibe el destinatario final con el que salió de la boca del primero. Y a lo largo de los 52 días que han transcurrido desde que Pedro Sánchez fracasó en su primera intentona para salir investido presidente es a lo que han estado jugando el jefe del Ejecutivo en funciones y Pablo Iglesias.

La oposición cree que solo han amagado con un acuerdo descartado desde el 25 de julio.

Durante todo este tiempo que la Constitución concede de plazo para que el rey designe a un nuevo candidato que intente recabar la confianza del Congreso, los secretarios generales del PSOE y de Podemos apenas han cruzado palabra, prefiriendo delegar la suerte de las negociaciones en sus equipos de colaboradores más cercanos. Los pocos mensajes que han ido a parar de Princesa a Ferraz o de Ferraz a princesa se han visto intoxicados por los mediadores, entorpeciendo una comunicación ya de por sí complicada en origen, dada la mala relación personal que existe entre los dos mandatarios.

Fue el propio Pablo Iglesias el que admitía en una entrevista reciente que quizá la cosa hubiese «salido mejor» si fuesen ellos mismos los que trataran el asunto de primera mano, y no sus interlocutores, Pablo Echenique y Carmen Calvo, como decidió el secretario general de Podemos.

La química entre Echenique y Calvo tampoco era la mejor para que cuajase nada, y puede que eso también influyera de forma decisiva en que las negociaciones estuviesen condenadas a encallar. Las delegaciones negociadoras se encontraron el jueves de la pasada semana durante casi cinco horas tras las que no se percibió ni un solo avance. Volvieron a verse las caras este martes, y el resultado fue todavía peor, ya que ambos salieron del encuentro admitiendo que el pacto era poco menos que imposible.

Dos mensajes de cortesía

Pero además de en sentido figurado, el teléfono estropeado entre Sánchez e Iglesias también sirve en su sentido literal, porque la línea directa entre los secretarios generales del PSOE y de Podemos no ha funcionado.

Pablo Iglesias admitió que quizá fue un error delegar en los equipos negociadores En estos 52 días que han transcurrido desde el 25 de julio, cuando Sánchez se dio de bruces contra la aritmética parlamentaria, apenas han intercambiado un par de mensajes. Dos a través del servicio de mensajería WhatsApp, y ambos de mera cortesía. El primero, del presidente del Gobierno en funciones, fue para felicitar a Iglesias por el nacimiento de su tercer hijo. El otro, del líder de Podemos al socialista, era para anunciarle que en breve recibirían en el buzón de Ferraz cuatro propuestas distintas -aunque en el fondo similares, al conllevar todas ellas una vicepresidencia y cuatro ministerios- para un Gobierno de coalición.

La única ocasión en la que ambos contactaron fue a través de la llamada de este jueves en la que Iglesias telefoneó a Moncloa para proponerle a Sánchez un Gobierno de coalición hasta que se consiguiesen aprobar unos nuevos Presupuestos. La llamada no duró mucho. Sánchez descartó la idea casi de inmediato, a la que su portavoz, Isabel Celaá, se refirió como «absurda».

Esta falta de iniciativa por parte de ambas formaciones fue calificada por el resto de fuerzas políticas como una «mascarada» o un «paripé», porque en realidad, la decisión está tomada desde julio, y no es otra que volver a hacer pasar a los españoles por los colegios electorales el próximo 10 de noviembre.

Casado da la razón al PP vasco en su búsqueda de autonomía frente a Álvarez de Toledo

Pablo Casado no tenía ayer una papeleta sencilla en su visita a Vitoria para participar en la convención que organiza a lo largo de todo el fin de semana el PP vasco. El acto fue planificado hace un par de meses sin el permiso de Génova, y a nadie se le escapa la mala relación que existe entre el presidente del partido y el líder del PP vasco, Alfonso Alonso, que en las primarias del pasado año apoyó a la derrotada Soraya Sáenz de Santamaría, su gran valedor políticamente.

Además de este caldo de cultivo, Casado también llegó con un pico de tensión en los últimos días, en los que su portavoz en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, acusó al PP vasco de falta de contundencia a la hora de combatir el nacionalismo. Estas declaraciones del ojito derecho de Casado propiciaron que varios de los dirigentes autonómicos cargaran contra Álvarez de Toledo, a la que acusaron de estar pisando «mullida moqueta» mientras ellos estaban amenazados por ETA, por lo que no aceptarían sus «lecciones».

Casado, «un tipo estupendo»

En medio de este ambiente enrarecido, Casado defendió en su discurso de ayer en la convención una cierta autonomía para el PP vasco, sin el que «el PP no tiene razón de ser», así como la foralidad del territorio, que consideró «constitucional». Por su parte, Alfonso Alonso también buscó dar carpetazo a la polémica asegurando que Casado es «un tipo estupendo que tenemos que llevar a La Moncloa y no tenemos tiempo para tonterías».