Demasiado ruido

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

ACTUALIDAD

07 oct 2019 . Actualizado a las 09:23 h.

Es como si nos sobrasen políticos. Asistimos a una especie de marabunta de chismes interesados, ideológicos, mientras la verdadera realidad parece escurrírsenos entre los dedos. Se suceden así las declaraciones de líderes que tienen una noción clara de lo que quieren, pero no de los intereses nacionales. Es como si se les hubiese olvidado el propósito que deberían compartir, esto es, la búsqueda del bien común de los españoles. Este olvido podría llevar a los ciudadanos a desentenderse de la política. Lo cual, como anticipó Platón, significaría acabar siendo «gobernados por los peores».

Nosotros disponemos de una amplia oferta política, cierto. Incluso podría decirse que es demasiado abundante, si contamos también todos los partidos que se presentan en las distintas comunidades autónomas. A la vista del panorama, bien cabría decir que los españoles nos hemos incorporado a la democracia con fruición. Quizá porque, como dijo el buen escritor vallisoletano Miguel Delibes, «para el que no tiene nada la política es una tentación comprensible, porque es una manera de vivir con bastante facilidad».

Pero, sin perdernos en estas agudezas, la realidad es que los políticos aumentan sin cesar y uno cree que tal abundancia debería traducirse en una mayor eficacia gestora. No sé cuántos hay en España, ni me voy a poner a averiguarlo. Pero ahí están, en campaña, tratando de movilizarnos y orientarnos, que en esto consiste la democracia. Y no seré yo quien les haga la menor crítica en este sentido, porque todas las demás fórmulas políticas son simplemente peores y ofrecen menos garantías. Solo les pediría menos ruido y más nueces. Porque el espectáculo en ningún caso debería ser decepcionante. Jugamos en libertad y el resultado debe honrar el ejercicio democrático.

¿Por qué digo hoy todo esto? Porque oigo voces muy críticas contra nuestros políticos. Y quiero recordar que son nuestros justamente porque nosotros les hemos votado y les volveremos a votar, cada ciudadano conforme a su criterio. Porque en esto consiste la democracia, ese sistema político de convivencia que no tiene superior y en el que, como dijo Einstein, todo el mundo debe ser respetado como persona y nadie debe ser divinizado.