Bolivia celebra hoy sus elecciones más inciertas en los últimos tres lustros

Héctor Estepa LA PAZ / E. LA VOZ

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Martín Alipaz | EFE

Un desgastado Morales se juega la reelección en Bolivia ante una oposición desunida

20 oct 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Alrededor de siete millones de personas acudirán hoy a las urnas para decidir si revalidan por un mandato más al presidente Evo Morales, que Gobierna desde el 2006, o si dan un giro al país, apostando por el candidato opositor y exmandatario Carlos Mesa (2003-2005).

Son los comicios más inciertos de los últimos tres lustros, como se refleja en el Alto, un cruce de caminos de unos 850.000 habitantes, que era, hasta hace poco, uno de los bastiones de Evo Morales. Pero el apoyo al presidente en esta zona se ha desvanecido en los últimos cinco años. «Evo nos ha decepcionado. Yo le he votado dos veces. Pero durante su Gobierno ha aparecido una corrupción como la de antes. Si los neoliberales eran corruptos, él lo es más», comenta Mario Tarquín, un veterano trabajador de un taller. «Y la Justicia, ni hablar. Es para el que tiene dinero. Si no lo tiene, aunque sea inocente, te meten en la cárcel», añade.

El primer golpe electoral importante para Morales fue perder, en el 2015, la ciudad de El Alto. Soledad Chapetón, una profesora de su misma etnia, aymara, pero de centro derecha, le arrebató la alcaldía al alcalde oficialista, que había sido acusado de malos manejos en las arcas del Ayuntamiento.

«El Gobierno miente mucho. Estamos esperando que cumpla sus promesas, como carreteras que no ha terminado». Y además hay que sacar al Evo ya porque, si no, vamos a acabar como Venezuela», señala, por su parte, la comerciante Esperanza Averanga.

Los habitantes de El Alto que censuran a Morales critican especialmente su afán de seguir en el poder, a pesar de que perdió el referendo del 2016, como el principal motivo de su descontento con el presidente. «Yo no voy a votar a Evo. Ya se le ha dado la oportunidad 13 años y es mucho. Solo escucha a la gente que le conviene, no a todos», expone el albañil Álvaro Tarquín. «Yo sí que lo voy a hacer, pero porque es el menos malo», dice, por su parte, el empleado de tienda Roberto Marrero.

«A pesar de que ha habido corrupción en su partido. Pero a Carlos Mesa, que era vicepresidente en la guerra del gas, que dejó 60 muertos en esta ciudad ¿Cómo pueden votarle?», se pregunta, mientras los cláxones de los cientos de minibuses, que abarrotan las calles de El Alto, esconden su voz.

Vanessa Carvalho| DPA

PERFIL

Evo Morales: Un pastor que se convirtió en el primer mandatario indígena

Evo Morales Ayma (Orinoca, 1959) no fue a la escuela hasta que tuvo siete años. Ni siquiera lo hizo en su propio país. Su primer colegio estuvo en Salta, Argentina, a donde sus padres, campesinos, de etnia aymara, se habían desplazado para trabajar la zafra de la caña de azúcar. El pequeño Evo, un niño autodidacta, y con dotes de mando, fue pastor de llamas, y hasta trompetista en una banda, una actividad con la que se pagaba los estudios, antes de que su vida cambiase completamente en los 80, cuando entró a formar parte de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia. 

Comenzó entonces su activismo político, primero defendiendo los intereses de los sectores cocaleros, y después cualquier causa que se le pusiese por delante. En los noventa ya era una figura muy conocida, incluso en el mundo urbano. Llegó al Congreso en 1997 y, apenas cinco años después, ya había registrado más de un 20 % de voto en unas presidenciales.

En el 2005 fue uno de los líderes de las grandes protestas, en reclamo de la nacionalización de los hidrocarburos, contra el expresidente Carlos Mesa, ahora su rival electoral. El mandatario renunció, y apenas unos meses después Morales ya era presidente. Lo primero que hizo fue nacionalizar la explotación, producción y comercialización de los hidrocarburos, un cambio radical con respecto a sus antecesores.

«La primera gestión de Morales no tenía mayoría en el Congreso y, por lo tanto, su bancada debió dialogar, negociar, y resolver controversias con la oposición. Esto le permitió ganar adeptos», comenta a el politólogo boliviano Jorge Dulon. Fue en ese periodo cuando Morales logró también reformar la Constitución, gracias a esa habilidad negociadora.

Su popularidad era imparable. El país crecía a un ritmo superior al 4% anual medio, con un pico del 6% anual en 2013. Morales ha conseguido reducir la pobreza a la mitad durante su mandato, y ha llevado a cabo importantes obras de infraestructura.

«A partir de la segunda gestión, disfrutó de mayoría en el Congreso, y más adelante, no solo eso, sino dos tercios. Conforme pasan los años, con esta posición hegemónica, el oficialismo comienza tomar ribetes autoritarios, clientelares y caudillistas», añade el analista Dulon. La imagen de Morales como invencible se ha desvanecido después de las masivas protestas contra su reelección, pero el mandatario continúa siendo fuerte en el voto rural, y lidera todas las encuestas.

Martin Alipaz | EFE

 PERFIL

Carlos Mesa: El escritor que quiere volver a liderar Bolivia

La pasión de Carlos Mesa (La Paz, 1953) es escribir. Quienes le conocen cuentan que puede pasarse días enteros encerrado en su estudio, de donde han salido más de una veintena de obras, entre ellos Historia de Bolivia, considerado un libro de referencia en el mundo académico.

Esa obra la coescribió con sus padres, José y Teresa, arquitectos e historiadores del arte, que le dieron a Mesa buenos estudios tanto en La Paz, como en Madrid, donde terminó la secundaria y cursó Ciencias Políticas.

El candidato opositor, visto como moderado, alcanzó la fama como periodista, dirigiendo el programa de entrevistas políticas ‘De Cerca’, que llegó a grabar medio millar de capítulos.

Su gran popularidad, y también sus conocimientos de política, hicieron que el ex mandatario Gonzalo Sánchez de Lozada le eligiese como su binomio electoral, convirtiéndose en vicepresidente en agosto de 2003.

No duró mucho en el cargo. A Sánchez de Lozada le explotó en las manos la ‘Guerra del Gas’. Grandes protestas en reclamo de que no se usasen puertos chilenos para las exportaciones de materias primas y también por la nacionalización de los hidrocarburos.

La fuerte represión gubernamental dejó al menos 60 muertos en octubre de 2003 en la ciudad de El Alto. Sánchez dimitió, y Mesa se convirtió en presidente de Bolivia.

Evo Morales, su rival en las urnas, ha criticado constantemente en campaña que Mesa fue vicepresidente durante la ‘masacre de octubre’, y le considera responsable de las muertes. El escritor, en cambio, dice que le retiró su apoyo a Sánchez de Lozada después de una de las mayores matanzas.

Mesa se alejó pronto de su antecesor, y mantuvo una popularidad superior al 60% durante su mandato, celebrando un referéndum sobre el gas, que abrió la puerta a su nacionalización, pero dimitió en 2005, por no tener mayoría en el congreso y tras el surgimiento de nuevas protestas espoleadas por Morales.

El ex presidente volvió a la vida pública en 2013, sorpresivamente, al lado del líder socialista, convirtiéndose en portavoz de la demanda de Bolivia ante la Corte Internacional de Justicia con el objetivo de lograr una salida soberana al mar por Chile.

Antepuso Bolivia a las diferencias políticas, suele exponer. Ahora puede convertirse en el primer candidato que fuerza a Morales a acudir a una segunda vuelta en 17 años.