Los laboristas amenazan a Johnson con bloquear las elecciones hasta el 2022

I. Gurruchaga, S. Arroyo LONDRES, BRUSELAS / COLPISA

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Corbyn, durante la sesión del martes en el Parlamento britanico
Corbyn, durante la sesión del martes en el Parlamento britanico JESSICA TAYLOR

Los Veintisiete están de acuerdo en conceder una nueva prórroga, pero no cuánto debería durar

24 oct 2019 . Actualizado a las 08:47 h.

Tras el rechazo el martes por la Cámara de los Comunes del calendario draconiano propuesto por el Gobierno para la tramitación del proyecto de ley que traduce el acuerdo del brexit pactado con la Unión Europea, el presidente de la asamblea de diputados, John Bercow, afirmó ayer que la legislación quedaba «técnicamente en el limbo».

El ministro responsable para la gestión de los Comunes, Jacob Rees-Mogg, precisamente católico, puntualizó que el papa Benedicto XVI abolió el limbo y sugirió que el proyecto de ley «no está en el cielo de su aprobación ni en el infierno de su fracaso; está sufriendo más bien las penas de quienes se encuentran en el purgatorio».

La incursión en la teología aterrizó bruscamente en la realidad material de un Gobierno sin mayoría, que espera dividido la decisión de la UE sobre la extensión que Boris Johnson se vio obligado a solicitar en la noche del sábado, en virtud de la ley promovida por la oposición para evitar una marcha abrupta el 31 de octubre.

El ministro para Irlanda del Norte, Julian Smith, que calificó como «muy mala» para la región una marcha sin acuerdo ha aconsejado al primer ministro que presente de nuevo al Parlamento el proyecto de ley, pues corría el peligro de ser enmendado de tal modo que sea inaceptable para Johnson. Pero otros asesores quieren provocar unas elecciones.

Johnson y el líder laborista, Jeremy Corbyn, se reunieron ayer durante una hora pero no planean un nuevo encuentro. El conservador habría tanteado la disposición de su rival a apoyarle para convocar unas elecciones.

Los laboristas, por su parte, condicionaban ese apoyo en la noche del martes a que la UE confirmase la extensión del brexit hasta el 31 de enero. Sin embargo, han cambiado su posición. Ahora afirman que solo sumarán sus escaños a los dos tercios necesarios para la convocatoria de elecciones a que quede descartada la marcha abrupta. Eso significa que podrían retrasar su apoyo al fin del período de transición.

Según el Acuerdo, Reino Unido y la UE decidirán en junio del 2020 si hay suficiente avance en la negociación de la futura relación como para cerrarla al final de ese año o bien la extienden dos años más.

 Pendientes de la prórroga

Con esa especie de sí pero no de Westminster, la diabólica pelota del brexit golpea de nuevo el tejado de la UE. Aquí, en Bruselas, el debate no está en si habrá o no prórroga sino en qué tiempo se entregará como señal y el procedimiento a seguir. El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, la Comisión  y hasta el Parlamento de la UE tienen claro que la mejor opción, incluso la más neutral a ojos de los británicos, es precisamente la larga: hasta el 31 de enero.

Pero desde los despachos gubernamentales de París o Berlín se lanzan mensajes confusos: ¿Por qué no el tiempo estrictamente necesario para que Londres haga su trabajo? Traducido, una prórroga técnica de un mes.

«Más tiempo por sí solo no garantiza una solución. ¿Cuál es la justificación?», lanzó al aire la ministra francesa de Asuntos Europeos, Amelie de Montchalin. Desde Alemania llegó la misma reflexión. Heiko Maas, responsable de Exteriores, dejó claro que esperar «dos o tres semanas más no sería un problema». Pero para aplazar la salida hasta el 31 de enero «tenemos que saber el motivo y lo que va a ocurrir entretanto». Pensaban, como otros líderes, que solo un adelanto electoral o un segundo referéndum tendrán el efecto de aclarar definitivamente la escena política británica.

Pero la cuestión es si la versión corta se interpretaría a orillas del Támesis como una injerencia. Los Comunes ya han dicho lo que necesitan y solo un primer ministro del que no se fían se viene empeñando en que podría culminar mucho antes la tramitación que requiere el acuerdo. Eso sin obviar que ha deslizado incluso la amenaza de provocar unas elecciones si la UE les hace caso.

Otro elemento de presión

En las próximas horas Así que Tusk intensificó este miércoles los contactos vía telefónica con los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete para hallar una salida a la encrucijada. El irlandés Leo Varadkar parece convencido de que el margen debe ser el 31 de enero próximo. Y tanto él como el polaco lo plantean solo como una referencia: si el Reino Unido acaba previamente el trabajo de ratificación «podrá irse antes de que venza esa fecha». Se trata de una opción, la de la 'flextension' -como ya se conoce dicha fórmula en la jerga comunitaria-, que también ve «razonable» España. Los embajadores de los Veintisiete en la capital comunitaria se reunieron ayer por la tarde «para intercambiar impresiones» sobre el asunto. La solución podría anunciarse en las próximas horas.

Aunque la Eurocámara, en otras ocasiones remisa a estirar más este chicle, se expresó en las últimas horas con claridad. Primero lo hizo por boca de su presidente, David Sassoli. «Es aconsejable que el Consejo Europeo acepte esa extensión (31 de enero). Permitirá así que el Reino Unido aclare su posición y el Parlamento Europeo ejerza su función». En parecidos términos se expresó Guy Verhofstadt, quien abogó por la «'flextensión' (pero no más allá de esa fecha) como la única manera de avanzar». La Eurocámara, añadió, «necesita tiempo para examinar en detalle el acuerdo, especialmente en lo que respecta a los derechos de los ciudadanos».

Solo la unanimidad permitirá marcar el plazo definitivo. Y de ello depende también el proceso a seguir. Es la otra derivada del debate. Tusk abogó claramente el martes por utilizar el procedimiento escrito, una herramienta de la que dispone el órgano que coordina a los líderes para tomar decisiones rápidas, sin necesidad de tener que reunirlos.

Este miércoles, también por teléfono, el presidente del Consejo Europeo dio sus «razones» a Johnson sobre el porqué de esta opción. Pero si no hay pleno acuerdo, si se requiere un nuevo debate, la cumbre se convocaría contrarreloj para el lunes o martes de la próxima semana. La solución, este jueves o el viernes.