Hijos de alcohólicos: «Cuando mis padres se pelean, saco el perro a pasear»

Ainoha Leyton EFE

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La asociación Al-Anon ha creado grupos para que quienes pasan por esta situación puedan salir indemnes de algo que les marcará de por vida

27 oct 2019 . Actualizado a las 13:36 h.

«Cuando mis padres se pelean, llamo a algún compañero para explicarle cómo me siento o saco a pasear al perro», confiesa un adolescente durante una reunión organizada por la asociación Al-Anon, que ha decidido crear grupos específicos para hijos de personas alcohólicas para ayudarles a salir indemnes de una problemática familiar que les marcará de por vida.

Al-Anon es una organización sin ánimo de lucro que acompaña a familiares y amigos de personas alcohólicas y que, preocupados por las consecuencias que sufren los hijos de estas personas, ha decidido crear grupos de ayuda mutua para adolescentes de 12 a 18 años que conviven con esta enfermedad porque alguno de sus progenitores es alcohólico.

Estos grupos se llaman Alateen y, de momento, han creado dos, uno en L'Hospitalet de Llobregat y otro en Barcelona, que se reúnen semanalmente para compartir sus experiencias y tratar de afrontar las situaciones que viven en casa. Unos las quieren compartir y otros sólo escuchan.

«Estas son las herramientas que tenemos», explica a Efe Anna, hija de madre alcohólica que dirige voluntariamente algunas reuniones de adolescentes y que dentro de la comunidad la llaman «madrina».

Los encuentros giran en torno a una lectura sobre un tema, en el que cada joven, si lo desea, cuenta cómo se siente. La «madrina» recalca que «es imprescindible que los adultos que guían a los jóvenes hagan paralelamente su terapia en Al-Anon» porque las heridas que deja convivir con una persona alcohólica «no desaparecen cuando la situación es más estable».

«Yo soy hija de madre alcohólica y aunque ya no vivo con ella, que está en recuperación, sigo padeciendo los efectos de haber crecido en una familia problemática». Agrega que el alcoholismo conlleva otras afectaciones que van más allá de la ingesta de alcohol.

No obstante, Anna subraya la importancia de entender que estas reuniones son un recurso complementario a cualquier ayuda profesional que puedan necesitar estos adolescentes, de modo que el objetivo de Alateen es de «acompañamiento y apoyo». Entrar en el grupo es voluntario, no hay seguimiento ni tiempo estipulado, no se tiene que pagar ninguna cuota y tampoco se lleva ningún registro, dado que el anonimato es uno de los requisitos más importantes de estas reuniones.

«Lo único que debe unirnos es que hemos estado afectados por la enfermedad, y esto también es una manera de protegernos de cara al exterior, ya que aunque a algunas personas no nos importa explicar nuestra historia, el alcoholismo está todavía muy estigmatizado», explica Anna.

Otro de los principios del anonimato es que garantiza que los jóvenes tengan la confianza de saber que lo que explican no saldrá de las reuniones, a no ser que ellos quieran compartirlo voluntariamente. Los padres de los adolescentes, por tanto, solo tienen que darles su autorización, en caso de que vayan solos a los encuentros, «aunque lo más habitual es que el padre no alcohólico acuda simultáneamente a su hijo a su reunión para adultos Al-Anon», afirma Anna.

La organización se autoabastece, de modo que las reuniones se hacen en salas alquiladas, normalmente de centros cívicos o parroquias, con los ingresos que cada miembro, también de forma voluntaria y anónima, aporta en mitad de cada reunión.

«No recibimos ninguna ayuda porque es nuestra forma de funcionar, que hemos adoptado de Alcohólicos Anónimos y que nos permite ser totalmente independientes», destaca la «madrina».

La voluntaria advierte que el alcoholismo es una enfermedad que afecta a todo tipo de personas, independientemente del sexo, edad o formación académica, y que implica mucho sufrimiento tanto para el afectado como para su familia. «Los que somos hijos de alcohólicos entendemos la necesidad de recibir esta ayuda, sobre todo cuando se es adolescente, quizá por eso nos sentimos en deuda con estos jóvenes», concluye Anna.