Teatro para combatir el matrimonio infantil

Alicia Medina KAYFOUN (LÍBANO) / E. LA VOZ

ACTUALIDAD

Alicia Medina

En el Líbano se representan funciones para combatir esta práctica; allí las autoridades religiosas fijan la edad mínima para los enlaces: ortodoxos y drusos a partir de los 15 años y sunnitas y chiitas a partir de los 9

09 nov 2019 . Actualizado a las 22:12 h.

Las cincuenta mujeres sentadas en el teatro del pueblo de Kayfoun son más que público. A ritmo de violín y cajón, cuatro actores de la compañía Laban improvisan una pieza teatral dando vida a las experiencias que las espectadoras comparten. Asisten libanesas y refugiadas sirias, las adolescentes se sientan en la última fila. La directora de Laban, Farah Wardani, comienza la función preguntando cuántas están casadas. Entre risas, la mayoría levanta la mano, también en la última fila. El objetivo de Wardani es combatir el matrimonio infantil desde el escenario. Llevan decenas de representaciones, pero no es tarea fácil.

En una función anterior, una joven de 15 años compartió su angustia al verse divorciada y con una hija de dos años. Los actores representaron esta vivencia, y acto seguido otra chica de 20 años dijo que hubiera preferido casarse con 15 años antes que estar soltera a sus 20. Transformar esta mentalidad es complejo.

«No venimos con la idea de enseñar ni culpabilizar» comenta Wardani. Su objetivo es reflejar en el escenario que hay menores de edad que sufren al ser forzadas a casarse. «Este tipo de teatro abre la puerta a la empatía y la solidaridad, cuando alguien conecta con la historia de otra persona, se crea un entendimiento en la sala» explica esta dramaturga.

Más allá de crear un espacio en el que las madres vean las repercusiones de casar a sus hijas adolescentes, este teatro ayuda a las menores a sentirse menos solas. «Ver tu historia y tus emociones representadas en el escenario es reconfortante» dice Wardani. Una especia de terapia que les ayuda a entender que su sufrimiento no es único, sino un problema colectivo.

En el Líbano el matrimonio infantil afecta sobre todo a refugiadas sirias (40,5 %), refugiadas palestinas de Siria (25 %) y en menor medida a refugiadas palestinas del Líbano (12 %) y a libanesas (6 %), según los últimos datos de Unicef, del 2016. Si bien entre las libanesas el matrimonio infantil es cosa de la generación anterior, en la comunidad siria la tendencia va en aumento. Salwa Homsi de la oenegé Kafa trabaja con los refugiados para concienciar sobre los peligros de casar a menores de edad. «En los campos de refugiados sirios vemos a chicos de 16 casándose con chicas de 12, hay mucha presión para casarse pronto» cuenta. «La cultura, la religión y la ley lo permite» dice Homsi.

La edad mínima legal para contraer matrimonio no la fija el Gobierno sino las autoridades religiosas de las 15 sectas presentes en el Líbano. Los ortodoxos y drusos lo permiten a partir de 15 años. Sunnitas y chiitas a partir de 9. El jeque Bassam Salman Itaoui del Alto Consejo Chiita se resiste a especificar la edad mínima, pero dice que se permite desde «que la mujer está preparada física y psicológicamente», en referencia a la primera ovulación. «Cuanto antes se casen mejor, así se evita caer en relaciones haram (prohibidas)», apunta. Itaoui reconoce que hoy en día el porcentaje de matrimonios infantiles es mínimo, pero no aporta cifra exacta.

Desde el Arzobispado de Griegos Católicos de Beirut, el padre Suleiman Samour, insiste en que entre los cristianos se dan pocos casos ya que «son gente educada y tienen que ir al instituto, la universidad» explica. Según su registro de casamientos, de los 388 enlaces celebrados en el 2018 ninguno de los contrayentes era menor de edad. Desde esta secta fijan la edad mínima en 14 años, «antes no, tampoco hace falta exagerar» añade el párroco.

Las oenegés presionan al Gobierno para que establezca una edad mínima de 18 años. Desde Kafa denuncian la contradicción que supone que el Líbano sea signatario de la Convención sobre los derechos del Niño, que prohíbe a los menores firmar documentos legales y viajar sin el consentimiento de sus padres. «Pero, en cambio, una niña puede casarse y tener sexo, ¿como es posible?» pregunta Homsi. Más allá de leyes y religión, pesa el factor económico. Para algunas familias casar a una hija es un alivio, ya que no se tienen que pagar sus gastos. También prevalece la retórica de «cuanto antes se casan, más energía tendrán para criar a sus hijos», cuenta la directora de Laban. Con cada pieza teatral, Wardani y su equipo intentan contrarrestarla. «Igual tardamos 10 ó 20 años, pero lo vamos a conseguir», afirma.