El viaje más épico de la historia de la ciencia

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El ascenso en globo de los británicos James Glaisher y Henry Coxwell en 1862 llega este otoño a los cines con «The Aeronauts»

06 nov 2019 . Actualizado a las 17:38 h.

La fascinación por los fenómenos atmosféricos se remonta a los albores de la humanidad. Muchos sabios del pasado sintieron curiosidad por los eventos que se producen en el cielo, entre ellos Aristóteles, que sentó la bases de la meteorología, un término que se popularizó tras la publicación de su tratado Meteorológicos, el estudio de los meteoros, que para él eran todos; tanto la lluvia como las estrellas y los cometas. El progreso de esta disciplina, como otras muchas, se apagó con la llegada de la Edad Oscura.

El Renacimiento supuso una era nueva. Muchas áreas del conocimiento, como la astronomía, experimentaron una revolución gracias a personajes como Copérnico, Galileo y Newton y también a la invención de aparatos como el telescopio. Sin embargo, en el campo del océano y la atmósfera apenas se produjeron avances ya que eran lugares completamente inaccesibles.

La historia de la meteorología moderna arranca en la Inglaterra de mediados del siglo XIX, y tiene tres protagonistas principales. Uno fue Robert FitzRoy, impulsor de la Met Office, la agencia meteorológica inglesa, la más antigua e importante del mundo por su extenso registro de datos. FitzRoy se atrevió antes que nadie con los pronósticos del tiempo, usando el telégrafo para recopilar información de otros lugares.

Pero para predecir el comportamiento de la atmósfera, había que conocerla. Se necesitaba de algún científico dispuesto a arriesgar su vida para medir la temperatura, la presión y la humedad en función de la altura. En septiembre de 1862 dos británicos, el meteorólogo James Glaisher y el piloto Henry Coxwell, armados con todo tipo de instrumentos científicos se subieron a bordo de un globo. El objetivo era doble: romper el récord de altura y registrar los cambios en las diferentes capas atmosféricas. Además, se llevaron con ellos a seis palomas para estudiar su comportamiento en condiciones extremas. 

El experimento pronto se convirtió en una pesadilla. A unos cinco kilómetro de altura, la temperatura bajó hasta los veinte grados bajo cero. Las palomas que soltaban iban cayendo muertas una detrás de otra. Glaisher y Coxwell no tardarían en sufrir la «enfermedad del globo». Los síntomas: mareos, incapacidad para hablar y moverse. Cuando trataron de descender comprobaron que la válvula fallaba. Coxwell tuvo que salir de la canasta para tratar de repararla, algo que consiguió de milagro antes de perder el conocimiento.

El viaje, uno de los más épicos y temerarios de la historia de la ciencia, llega este otoño a los cines con el largometraje The aeronauts, interpretado por Felicity Jones y Eddie Redmayne, que ya trabajaron juntos en La teoría del todo. Un homenaje a los exploradores de la atmósfera.

Radiosonda

La medición de la estructura vertical de la atmósfera aporta en la actualidad una información fundamental para predicir el tiempo. En este sentido, MeteoGalicia lanza cada semana un radiosonda impulsada por un globlo que puede alcanzar los 25 kilómetros de altura durante un ascenso que dura aproximadamente una hora y media. El aparato registra y transmite datos de temperatura y presión desde la superficie hasta la estratosfera.