El secesionismo no rentabiliza las protestas y apenas roza el 43 % del voto en Cataluña

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa REDACCIÓN / LA VOZ

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ALBERT GEA

Pese al descalabro de Ciudadanos, los partidos no independentistas superan por dos escaños y más de medio millón de papeletas a las candidaturas de ERC, JxCat y la CUP

12 nov 2019 . Actualizado a las 08:49 h.

El secesionismo no ha logrado transformar en papeletas las protestas desatadas en Cataluña contra la sentencia del Tribunal Supremo por los sucesos del otoño secesionista del 2017. La escisión del separatismo en tres candidaturas -ERC, JxCat y la CUP- y el descenso de la participación (72,17 % frente al 74,57 % de abril) son algunas de las claves para explicar por qué, a pesar de la activa movilización callejera, los independentistas no rentabilizan las revueltas y siguen sin aprobar la asignatura pendiente de ganar unas elecciones generales en Cataluña.

 

Respecto a los comicios de abril, ERC pasa de 15 a 13 parlamentarios, dos escaños que se van a la mochila antisistema de la CUP, mientras que Junts sube algo más de 25.000 votos para mantener sus doce diputados en el Congreso. Si la cita con las urnas pretendía convertirse en una exhibición de músculo por parte de los independentistas, la suma de apoyos se queda en 1.642.063 papeletas, un 42,59 % del total. 

Papeles invertidos

La lucha de estas tres siglas por un mismo electorado soberanista ha invertido sus papeles tradicionales. Al presentarse por primera vez a unos comicios generales, la CUP ha roto los esquemas habituales, pasando ERC a actuar como la fuerza más moderada del secesionismo y situándose los exconvergentes como una opción más radical que la republicana.

El heterogéneo espacio de los no secesionistas -donde conviven fuerzas tan dispares como los comunes o Vox- logra un total de 2.214.719 papeletas, 572.656 más que el separatismo, lo que se refleja en 25 escaños frente a los 23 (uno más que el 28A) de ERC, Junts y la CUP. A pesar de una caída de más de 170.000 sufragios, el PSC logra resistir y conserva tanto su segunda posición como los doce diputados obtenidos en abril. En Comú Podem se aferra a sus siete escaños, con más de medio millón de electores, y las tres derechas empatan con dos actas para PP, Vox y Cs. El descalabro de Ciudadanos en toda España resulta especialmente significativo en Cataluña. En las autonómicas catalanas del 2017 la lista encabezada por Inés Arrimadas fue la más votada, con 1.102.099 sufragios, unas cifras que el domingo se redujeron hasta 216.373 papeletas. La hecatombe desplaza a Cs desde la primera posición que aún ostenta en el Parlament hasta un desolador octavo puesto en las generales, ya lejos del PP, e incluso por detrás de la CUP y Vox, los dos extremos del espectro, que hacen tablas en el entorno de los 244.000 votos.

Ciudadanos toca suelo, con el 5,61 % de los apoyos y dos escaños, y solo consigue situarse por encima de las fuerzas sin representación parlamentaria, como Pacma, Más País o Recortes Cero. 

El «cinturón rojo» resiste

El principal bastión del socialismo catalán, el llamado cinturón rojo del área metropolitana de Barcelona, resiste el tímido avance del secesionismo. Aunque Esquerra es la fuerza más votada en la Ciudad Condal, el PSC se impone en L’Hospitalet, Badalona, Cornellà, Sabadell, Terrassa o Mataró.

Por provincias, a pesar de la victoria simbólica de ERC en la capital, Barcelona es el escenario donde naufraga el desafío secesionista. El PSC conserva su posición como primera fuerza, a pesar de que pasa de 9 a 8 escaños y pierde más de 130.000 apoyos en las urnas. El espacio no independentista se impone con claridad en la provincia más poblada de Cataluña, cosechando 19 diputados frente a los 13 que suman las tres siglas soberanistas.

ERC gana en Lleida, mientras que el feudo republicano de Girona pasa ahora a manos de Junts. Vox y Ciudadanos se van de vacío al no conseguir ser el partido más votado en ninguno de los 948 municipios catalanes.