Catorce testigos desmontan la coartada del robo de gasoil del Chicle y de su encuentro fortuito con Diana Quer

J.R. / Álvaro Sevilla SANTIAGO

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PACO RODRÍGUEZ

Nueve feriantes negaron haber sufrido un robo de combustible la noche del crimen, como sí defiende el acusado para intentar demostrar que no la acechaba antes de matarla

13 ene 2020 . Actualizado a las 13:15 h.

Catorce nuevas declaraciones en la tercera jornada del juicio de Diana Quer, y ninguna a favor de José Enrique Abuín Gey, autor confeso de su muerte y presunta violación el 22 de agosto del 2016 entre A Pobra y Rianxo.

Los testimonios aportados se ubican geográficamente en la primera población y pretendían exponer cómo se iniciaron los hechos. El balance final desmonta aún más el alegato exculpatorio de Abuín desde el principio. Él asegura que estaba en A Pobra para robar gasoil en camiones de feriantes y que se encontró con Diana, en la calle Venecia, ya cargando una garrafa con combustible. Nueve ocupantes de esos vehículos estaciones negaron ayer en la sala, ante el jurado popular, que sus medios de transporte y de vida sufriesen algún tipo de desperfecto que evidenciaría el robo que Abuín reitera. La última vez, el martes, declarando ante el jurado popular llamado a sentenciarlo.

La defensa de Abuín, dadas las declaraciones que desmontan lo dicho por su representada, apostó por preguntar a los mismos feriantes si escucharon algún grito, arrancada de un coche o portazo. La realidad, oído lo oído, invalida el planteamiento de la defensa, ya que los feriantes, poco después de las 2.30 horas de aquella noche que desapareció Diana, no estaban en sus caravanas y sí trabajando. Por lo que, difícilmente, podían escuchar nada. Solo un feriante dijo que estaba en su caravana desde las 1 de la madrugada. Pero tampoco escuchó nada. Otro feriante, el más joven, aseguró que aquella noche, al acabar de trabajar, se fue «a tomar unas cervezas y fumar unos porros». Añadió que no vio ni escuchó nada raro, una declaración que cambió con respecto a la primera que facilitó a la Guardia Civil, en al que sí que dijo que escuchó al menos un grito.

Especialmente relevante fue lo afirmado por la amiga de Diana Quer que la vio por última vez aquella noche. Fue en el extremo de la Alameda de A Pobra más próximo a la gasolinera portuaria, y no en el epicentro de este jardín, como se creía hasta ahora. La amiga, que declaró por videoconferencia igual otros tres citados, retrató a Diana —al igual que sus familiares— como una joven que no correría riesgos innecesarios. «Era una adolescente de 18 años a la que, como cualquier mujer, le daba miedo volver sola a casa», en referencia a que no cambiaría, aquella madrugada, el camino que usaba siempre para volver a su domicilio. Y menos de madrugada. Esa ruta pasa por el paseo de O Areal y no por la calle Venecia, en la que Abuín defiende que se la encontró de manera fortuita.

La declaración de la joven que la vio regresando a su casa, aquel 22 de agosto del 2016, también compromete la estrategia del autor confeso de la muerte y presunta violación. «Iba a mí casa, la vi en la esquina de un restaurante sobre las 2.30 horas. Parecía que iba en dirección a la discoteca Boomerang (paseo de O Areal)», aunque reconoció que la perdió de vista antes de que Diana llegara al cruce que va a la calle Venecia. Sí dijo que iba por la acera de paseo, y añadió, basándose en lo que conocía a la difunta, que Diana «evitaba situaciones de peligro».

Grupo de feriantes que declararon esta mañana como testigos
Grupo de feriantes que declararon esta mañana como testigos PACO RODRÍGUEZ

La sucesión de testigos feriantes también dejó claro que la calle Venecia de A Pobra, durante su estancia en la villa por las fiestas de aquel verano, se cortaba la circulación por vallas colocadas por el Concello, por lo que el tráfico de coches ajenos a su actividad era casi inexistente. También explicaron que, aunque estuvieran en sus caravanas, tendrían difícil escuchar algo por el sonido de las televisiones que poseen en sus vehículos. O por las voces de otros feriantes que residían allí aquellos días. También habló el amigo de Diana al que escribió su último mensaje. Él aseguró que, por sus palabras, se quedó preocupado, «pero nunca pensé que pudiera acabar así. A la mañana, al despertarme, le escribí un mensaje de buenos días, pero nunca lo contestó».

Otra clave, el móvil 

Compareció también en sala el mariscador que encontró el móvil machacado de la joven madrileña el 27 de octubre del 2016 en una banco de bivalvo entre Boiro y Rianxo. «Ese día marisqué en el puerto de Taragoña, debajo del puente de la autovía (AG-11), entre el sexto y el séptimo pilar. Estaba con el rastro y saqué el móvil. Valoré que podía ser suyo al tratarse de un Iphone y por el color, que era igual al que decían en la televisión. Lo dejé en el capacho y, al acabar, salí fuera, fui a la cofradía para dejar el marisco y avisé a la Guardia Civil».

El hombre, a preguntas de las partes, juró que nadie más manipuló el celular, y que él no intentó desbloquearlo, en referencia los seis intentos constatados para acceder a su contenido tras consumarse la desaparición. Un hecho expuesto por la Guardia Civil, la Fiscalía, el juez instructor y la acusación particular que de forma unánime achacan a Abuín Gey.

Mañana están citados varios agentes del instituto armado que participaron en la investigación y otros agentes de la Policía Local de A Pobra que colaboraron en la búsqueda de Diana Quer.