El rey reclama respeto a los derechos humanos ante los dirigentes de Cuba

carolina jiménez LA HABANA / EUROPA PRESS

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Los reyes de España, Felipe VI y Letizia, a la salida del Museo de Bellas Artes de La Habana
Los reyes de España, Felipe VI y Letizia, a la salida del Museo de Bellas Artes de La Habana Juan Carlos Hidalgo

Felipe VI mantiene tras su discurso un encuentro privado con Raúl Castro, en el último día de su visita a la isla

15 nov 2019 . Actualizado a las 00:00 h.

Felipe VI mantuvo ayer en La Habana un encuentro privado con el expresidente cubano Raúl Castro, primer secretario del comité central del Partido Comunista de Cuba y general de Ejército, en la última jornada de su visita de Estado al país. El ministro de Asuntos Exteriores, UE y Cooperación en funciones, Josep Borrell, explicó a los periodistas que Felipe VI recibió la invitación para este encuentro después de la cena de devolución ofrecida por los reyes de España al presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, y su esposa, Lis Cuesta. Borrell describió la reunión como una muestra de «aprecio y reconocimiento de la importancia de la visita» que permitirá, precisamente, «redondear» la institucionalización de las relaciones al máximo nivel.

Pero tampoco se escapa que la charla se produjo después de un relevante discurso del monarca en el que defendió la democracia ante el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel y subrayó que es el propio pueblo cubano el que debe decidir sobre su futuro porque «los cambios en un país no pueden ser impuestos».

Resaltó el rey que es necesario la existencia de instituciones que representen a todos los ciudadanos y que estos puedan expresar por sí mismos sus preferencias y encontrar en ellas «el adecuado respeto a la integridad de sus derechos, incluyendo la capacidad de expresar libremente sus ideas, la libertad de asociación o la de reunión».

En esa línea, recalcó que una lección segura que se extrae de la historia es que la evolución, la adaptación y el cambio son inevitables. «Nada queda congelado en el tiempo, y quien se resiste a su paso pierde la oportunidad de colaborar en el diseño de ese futuro que ya está naciendo o, más aún, que ya está aquí», añadió. Fue entonces cuando defendió que el futuro del pueblo cubano deben dilucidarlo ellos mismos. «Los cambios —precisó— no pueden ser impuestos, tienen que nacer de dinámicas internas. Pero de la misma manera que no puede tener éxito un cambio que no emane del interior de las fuerzas sociales y políticas de un país, es igualmente cierto que el cambio no traerá consenso y bienestar si no representa la voluntad de la ciudadanía».

La Constitución de 1978

Felipe VI ofreció a Díaz-Canel la experiencia española para el proceso de cambio en el que está inmerso su país y destacó lo que supuso para España su vigente Constitución de 1978. Recordó el rey que se fundamentó en el pacto, la negociación, el consenso y la reconciliación. De esa Carta Magna y de su propia historia afirmó que los españoles han aprendido que es en democracia como mejor se representan y se defienden los derechos humanos, la libertad, la dignidad de las personas y los intereses de los ciudadanos.

Las palabras del monarca no cayeron bien entre la dirigencia cubana, como lo demuestra el hecho de que los diarios oficiales Granma y Juventud Rebelde no hicieron ninguna alusión en sus páginas web al discurso de Felipe VI ante el presidente cubano. Tampoco a la respuesta del jefe de Estado cubano, Miguel Díaz-Canal defendiendo su camino hacia un «mayor bienestar» desde su propia «soberanía».

El viaje de los reyes terminó en la ciudad de Santiago, en el sur de la isla, con un homenaje al almirante Cervera y a los marinos españoles caídos en 1898 durante la guerra entre EE.UU. y España.