Nueve muertos en la jornada más dura de un mes de protestas en Bolivia

HÉCTOR ESTEPA LA PAZ / E. LA VOZ

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Agentes de la policía militar intentan destruir una barricada en Sacaba, en las afueras de Cochabamba
Agentes de la policía militar intentan destruir una barricada en Sacaba, en las afueras de Cochabamba DANILO BALDERRAMA | REUTERS

Los campesinos, seguidores de Evo Morales, fueron abatidos en una masacre en Cochabamba que dejó un centenar de heridos

17 nov 2019 . Actualizado a las 19:32 h.

Bolivia ha vivido la jornada más dura desde el estallido de las protestas tras las elecciones del 20 de octubre, con fuertes enfrentamientos en la región de Cochabamba. El puente Huayllani, que da acceso a la ciudad, fue, en la tarde del viernes, un campo de batalla, escenario de una masacre que costó la vida a al menos nueve campesinos y dejó más de un centenar de heridos.

Los cocaleros habían llegado el pasado jueves de la región del Chapare, bastión de Evo Morales, exiliado en México, que condena en redes sociales la represión contra los campesinos y llama a las Fuerzas Armadas y a la Policía Boliviana a «que paren la masacre».

Los campesinos querían manifestarse en protesta por lo que consideran un Golpe de Estado, contra el Gobierno de la conservadora Jeanine Áñez.

Los cocaleros y la policía habían negociado el jueves durante horas. Parte de los vecinos se habían atrincherado en el casco urbano de Cochabamba y las fuerzas del orden habían desplegado un fuerte dispositivo en la región.

En la mañana del viernes, los seguidores de Morales celebraron una reunión y resolvieron entrar en Cochabamba utilizando el puente, donde se apostaban centenares de policías y militares. Entonces se iniciaron los enfrentamientos, que dejaron más de 115 heridos, según la Defensoría del Pueblo de Cochabamba.

«Hubo represión, no enfrentamientos»

Nelson Cox, director de la institución, denunció el uso «indiscriminado» de la fuerza y llamó a las autoridades de la zona a que ayuden a «una desmovilización» sin riesgo. «Hubo represión, no enfrentamiento», subrayó Cox.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) también condenó el «uso desproporcionado de la fuerza policial y militar» en Cochabamba.

La Policía, por su parte, denunció haber sido atacada «con armas de fuego improvisadas», mostrando un vetusto rifle.

Jerjes Justiniano, ministro de la Presidencia del Gobierno interino, manifestó que se usó «armamento militar» en la muerte de los cocaleros, pero apuntó a la posible presencia de infiltrados entre quienes protestaban.

Los diputados del Movimiento al Socialismo (MAS) de Evo Morales pidieron ayer a sindicatos y federaciones campesinas que frenen las manifestaciones, que también se dan cada día en la capital, La Paz. «Estamos pasando momentos difíciles. Pedimos a los movimientos sociales y otras organizaciones que depongan posiciones. No podemos vivir de luto. Es difícil este momento», dijo Eva Copa, nombrada nueva presidenta del Senado esta semana.

«Tenemos la predisposición de trabajar y sacar adelante una nueva elección», añadió.

Mientras tanto, Evo Morales dijo, desde su exilio en México, estar en contacto con quienes protestan en Cochabamba y en la capital. «No creo que el pueblo pare hasta que saque a la dictadura del Palacio Quemado», señaló, en una entrevista con CNN, y planteó que la salida a la crisis es el establecimiento de un diálogo entre todos los actores del país.

El ministro boliviano interino de Gobierno, Arturo Murillo, señaló ayer desde la ciudad de Cochabamba que ha pedido a la Fiscalía una investigación «transparente» sobre cómo ocurrieron las muertes de las nueve personas, informa Efe.

En una rueda de prensa desde la sede de la Policía Boliviana en Cochabamba, Murillo expresó sus «condolencias» a las familias que han perdido a sus seres queridos y que el Gobierno interino no va «descansar hasta darle total tranquilidad a la población». Y señaló que se le ha pedido a la Fiscalía General que «sea absolutamente transparente» la investigación sobre las muertes registradas en los enfrentamientos, en los que según denunció «hay una mente macabra que está detrás».