El cable con los dos bloques colgados a Diana Quer tenía asas para hundir su cadáver en el pozo

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Los otros dos bloques de adobe que estaban en el pozo también estaban atados por otro cable y las acusaciones creen que los lanzó el Chicle

13 ene 2020 . Actualizado a las 13:16 h.

La defensa de José Enrique Abuín Gey ha dado un paso más en su intento de desacreditar a todas las partes de la investigación policial y judicial. La duda colectiva planteada implica a la Guardia Civil, los forenses del Imelga y hasta a las autoridades del juzgado instructor de Ribeira. Todos habrían errado, de una u otra manera, en la cadena de custodia de la brida que apareció en el pelo de Diana Quer para su traslado a la sala forense. Incluso en el levantamiento del cadáver por la falta de anotaciones detalladas que la letrada echa en falta en el acta de la secretaria judicial. También con los conocimientos profesionales de dos guardia civiles, que igualmente consideró incompletos para llevar a buen puerto su estrategia exculpatoria. El problema con el que se está encontrando, y que se repitió hoy por quinta vista consecutiva, es que todos los testigos sitúan a su representado en una situación cada vez más difícil de justificar.

«El cuerpo, con la postura que tenía, sí puede introducirse en la entrada pequeña del pozo (45 x 45 centímetros), pero no sacarlo», explicó un guarda especializado en criminalística, que aportó más luz sobre los cuatro bloques de adobe encontrados en el pozo. Juró que, además de los dos bloques atados entre sí que lastraban el cadáver, había otros dos bloques «casi idénticos» que «también estaban atados». Está por probarse si esa pareja de bloques fueron lanzados inicialmente por Abuín y, al soltarse, echó los otros dos para garantizar que hundía el cuerpo. Esto podría relacionarse con la acusación de la Fiscalía, que asegura que Abuín Gey regresó a la nave, días después de la noche de autos, para asegurarse de que su delirio no trascendería en la vida.

También resulta crucial el hecho de que el cable usado para atar los bloques que lastraban el cuerpo fuese de los utilizados para conexiones de Internet. «No encontramos restos de ese tipo de cable en todo el sótano», lo que desmonta otro argumento de Abuín, que juró ante su jurado popular que lo arrancó de una pared en el mismo sótano. «La finalidad de las asas es tener el control de cada una para saber dónde lo metes y el lazo está hecho para eso». El mismo agente expuso que los cuatro bloques eran muy parecidos y presentaban prácticamente el mismo aspecto de deterioro por el tiempo que estuvieron en el agua. Los cables, además, fueron cortados, no arrancados, como también dijo Abuín a su jurado popular.

Otra duda planteada por la defensa, al sostener que se enredó casualmente en el pelo, quedó hoy nuevamente despejada. Los dos agentes de la Guardia Civil citados aseguraron que la brida rodeaba un «un mechón de pelo grande», y tenía forma circular la parte que habría rodeado el cuello de la fallecida durante los 496 días que el Chicle hundió su cuerpo en el citado pozo de la nave de Rianxo. Los dos agentes fueron tajantes al asegurar, todas las veces que la defensa lo requirió, que la brida rodeaba completamente una parte importante de la melena.

Incluso con las personas citadas a petición de la defensa tampoco se obtuvo el resultado esperado. Comparecieron tres, un amigo de Diana Quer de Madrid y dos mujeres de A Pobra. De la primera declaración no se obtuvo nada relacionado con el caso, tan solo cuestiones que afectan a la vida privada del declarante, «nada relacionado con el caso», según apuntó el magistrado presidente la sala, Ángel Pantín. Las otras dos testigos tampoco saben nada de la investigación, tal y como reconocieron ante el jurado popular. Sí trasladaron, primero, a la Policía Local de A Pobra, y, luego, a la Guardia Civil, que la noche del crimen vieron a un joven de nacionalidad marroquí «con actitud violenta». La primera dijo que dicha persona tuvo un problema con la Policía Local por llevar un perro peligroso sin correa en medio de la fiesta del pueblo. La otra aseguró que esta persona le dijo «chica, ven aquí», de ahí que lo pusieran en conocimiento de las fuerzas del orden. Dicha situación ocurrió lejos de la zona en la que desapareció Diana, explicó con claridad en la sala antes de concluir: «No conozco hechos relacionados con la investigación». Las preguntas de la defensa, sin embargo, buscaban sembrar la duda sobre ese joven marroquí, que también declaró ante la Guardia Civil y descartó su participación en el crimen.

El juicio se retomará mañana con la sexta sesión.