La derecha es favorita para gobernar Uruguay los próximos cinco años

Lorena Maya LA VOZ

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Raúl Martínez

Tras las elecciones de este domingo quien asuma el gobierno deberá enfrentarse a un panorama económico incierto y a las consecuencias de un contexto regional agitado por los conflictos sociales

23 nov 2019 . Actualizado a las 19:58 h.

Uruguay definirá en las urnas este domingo 24 de noviembre quién será su presidente para los próximos cinco años (2020-2025), en una elección clave que podría romper con la hegemonía de la izquierda en los últimos 15 años y confirmar un giro a la derecha en la región.

Tras una primera vuelta sin que ninguno de los candidatos obtuviera el 50% de los votos, la contienda enfrenta este domingo al candidato oficialista, Daniel Martínez, por el Frente Amplio -izquierda-, y al líder de la oposición, Luis Lacalle Pou, por el Partido Nacional -centroderecha-.

Si se confirman los pronósticos y se continúa la tendencia de los tres balotajes que ha tenido Uruguay desde la reforma constitucional de 1996, el próximo domingo no debería haber sorpresas y el candidato opositor se haría con la Presidencia. Terminando así con las esperanzas del Frente Amplio de lograr un cuarto gobierno consecutivo.

Luis Lacalle Pou y Beatriz Argimon, candidatos a Presidente y Vicepresidente de Uruguay por el Partido Nacional tras las elecciones del 27 de octubre.
Luis Lacalle Pou y Beatriz Argimon, candidatos a Presidente y Vicepresidente de Uruguay por el Partido Nacional tras las elecciones del 27 de octubre. STRINGER

Pese a que el Frente gobierna desde 2005 y a que en las elecciones del 27 de octubre fue la fuerza más votada con un 39%, la «coalición multicolor» formada por casi todos los partidos de oposición que alcanzaron representación parlamentaria en la primera vuelta puso contra las cuerdas al oficialismo.

Así, en la puerta de la segunda vuelta electoral, las cinco encuestadoras uruguayas coinciden en dar una ventaja de entre seis y ocho puntos porcentuales al candidato opositor. La encuestadora Factum daba el jueves un resultado prácticamente cerrado, y que despejaba las dudas de las últimas semanas: 51% del electorado votaría al candidato nacionalista, contra 43% que votaría a Daniel Martínez, y un 6% de votos en blanco o anulados. La diferencia de ocho puntos porcentuales superaría así margen de error, que es de unos tres puntos, y que, según dijo director de Factum, Eduardo Bottinelli, al medio local La Diaria, «es un elemento clave en un balotaje».

Para Bottinelli, debería ocurrir un «evento realmente significativo que llevara a una modificación relevante de la opinión pública» para que haya un cambio de los resultados, dijo a la agencia EFE.

En caso de que Lacalle Pou se erigiera como mandatario, se transformaría en el Presidente más joven desde el regreso de la democracia tras la dictadura cívico-militar (1973-1985) y en uno de los de menor edad de la historia del país, cuya tradición política ha estado dominada por veteranos.

El Frente Amplio no pierde sin embargo las esperanzas y en su cierre de campaña el candidato oficialista, Daniel Martínez, pidió «no aflojar« y llamó a seguir conquistando al electorado «voto a voto».

Federico Anfitti

«Tengo confianza en mi pueblo», dijo por su parte a los medios el expresidente y eventual ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca en un gobierno del FA, José Mujica, quien aseguró además consultado por la posible victoria del Partido Nacional que no augura un cambio «tan grande y tan drástico».

¿Qué Uruguay se encontrará el próximo mandatario?

El enlentecimiento de la economía y las convulsiones en la región no auguran el mejor escenario para quien deba asumir el próximo 1º de marzo la Presidencia de Uruguay.

Luego de 15 años de crecimiento económico sostenido, según la gerente senior del Departamento de Asesoramiento Económico Financiero en Deloitte Uruguay, Florencia Carriquiry, quien asuma el gobierno se encontrará con «una economía estancada» y deberá asumir la mejora de las cifras fiscales, con un déficit que se espera esté por arriba del 5% del PIB.

Las convulsiones sociales en la región presentan además un problema para atraer nuevas inversiones. «Que América Latina se torne una región más incierta, más compleja, como estamos viendo en estos momentos, me parece que obviamente no es bueno para el marco de las empresas que están decidiendo hacer negocios en nuestro continente», sostiene Carriquiry.

 

A los problemas de déficit fiscal, se suma el alto valor del dólar y la situación de desempleo, que serán clave en los próximos cinco años. Pese a que no puede esperarse un estallido social como los ocurridos en Chile, Ecuador, Bolivia y Colombia, la posibilidad de que asuma el gobierno un partido de derecha podría aumentar la actividad de los movimientos sindicales.

«Aspiro a que no pero obviamente si las medidas que asume el gobierno van a dañar el entretejido social va a haber conflictividad. Hay una diferencia de que acá la conflictividad en el caso de existir la va a liderar el movimiento sindical y hay que liderar con responsabilidad», afirmó a la agencia EFE presidente de la central sindical de Uruguay, el PIT-CNT, Fernando Pereira. Destacó sin embargo que a diferencia de la región Uruguay tiene leyes laborales avanzadas y que la mayoría de los conflictos suelen resolverse con diálogo.