La investidura, entre dos frases

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Mariscal | Efe

07 ene 2020 . Actualizado a las 19:58 h.

Dos frases han rodeado la última y definitiva sesión de investidura. Una fue de la diputada de Esquerra Montserrat Bassa: le importa «un comino la gobernabilidad de España». La otra fue la dirigida a las derechas por Pablo Iglesias y suscrita por Aitor Esteban: «Si quieren defender a la monarquía, eviten que la monarquía se identifique con ustedes». Esas dos frases resumen bastante bien lo que ha sido y lo que quedará para el futuro de este combate parlamentario. Lo demás quedará para la historia sin otra trascendencia que la de certificar que quedamos instalados en un peligroso frentismo que refleja la polarización de la clase política.

Lo que dijo la señora Bassa, a quien se podría justificar porque tiene a una hermana, Dolors, en la cárcel, es una confesión quizá involuntaria de su verdad: lo único que a ella y a su partido le interesa es que Cataluña sea la prioridad de este Gobierno y estar en el centro de las atenciones. Si Esquerra facilitó la investidura, fue por eso y porque el Gobierno naciente se presta a negociar y acepta la posibilidad de una consulta popular. Si efectivamente se celebra, será su éxito. Si no, será su disculpa para romper el diálogo y justificar el inicio de un nuevo «procés» o algo parecido. Se le agradece su sinceridad, aunque no hacía falta.

Mucho más serio es lo que dijeron Pablo Iglesias y Aitor Esteban en el brevísimo turno de prólogo a la votación final. Plantearon nada menos que la esencia de la monarquía. Tuvieron mucha razón al denunciar que tanto el PP como Vox y Ciudadanos quisieron apropiarse de la figura del rey al invocar la Corona como la gran perjudicada de los pactos; al reprochar a Pedro Sánchez que no hubiese defendido a su majestad de la crítica de una diputada de Bildu; al acusar a los coaligados de pretender la demolición del régimen del 78, cuya cabeza visible es el monarca; al dar gritos de «viva el rey» con una intencionalidad que sonó como una provocación y al lanzar al rey contra la izquierda. Incluso parecían sugerir una intervención real, como si estuviésemos en una monarquía absoluta.

Pues bien: Iglesias y Esteban, la izquierda y el nacionalismo, tienen razón. El rey es de todos. El rey es perfecto cuando no mueve una pestaña para que se forme el Gobierno que decida el Congreso de los Diputados, y eso es lo que dijo en su mensaje de Navidad. Pretender convertir a toda la izquierda en su adversaria es empezar a quitar legitimidad a la Corona. Identificarse con él desde una derecha que estos días se mostró tan radical es situar a la monarquía en una de las trincheras. Y tiene narices que esa elemental verdad la tengan que decir un nacionalista vasco y un izquierdista radical. Tiene muchas narices.