Una profesora de Vigo atacada por dos madres: «Decían que me iban a arrancar la cabeza, aún tengo miedo»

E. V. Pita VIGO

ACTUALIDAD

Oscar Vázquez

La maestra asegura que un profesor se interpuso como «escudo» porque «si no una me mata». Las denunciadas ven detrás «discriminación y racismo»

28 ene 2020 . Actualizado a las 21:06 h.

Dos madres de Vigo se han sentado hoy en el banquillo por, supuestamente, amenazar y pegar a una maestra de primaria porque no les dejaba entrar en el colegio concertado a buscar a la hija de siete años de una de ellas el 14 de febrero del 2019. Una de las acusadas afronta casi tres años de cárcel por un delito de atentado a una profesora y otro de lesiones. La otra se enfrenta a multa por amenazas.

La maestra se negaba a entregar a la colegiala porque no tenía constancia de la correspondiente autorización en la plataforma electrónica del colegio. Tras su negativa, denunció que fue atacada por ambas madres e insultada. «Unos profesores actuaron como mi escudo para protegerme, frenaron con su cuerpo las agresiones dirigidas hacia mí, iban a por mí y si no se interponen una me mata. Decían que me iban a arrancar la cabeza del cuello», indicó la tutora, quien asegura que todavía tiene «miedo» y vigila sus espaldas.

La principal acusada, una divorciada de origen brasileño, negó haber amenazado a la maestra y alega que el colegio de Vigo hizo «discriminación y racismo» con ella porque era la madre custodia pero la profesora no le dejaba recoger a su hija, la cual tenía moratones, porque no presentaba los papeles de la sentencia que establecía el régimen de visitas pues hasta entonces se regía por un acuerdo verbal. Asegura que su amiga estaba autorizada para llevarla. 

La segunda acusada, que fue miembro del Anpa, vio un trato «vejatorio» del colegio respecto a la otra madre.

Convenio de visitas

El conflicto tiene su origen en que una de ellas estaba divorciada y tenía discusiones con su expareja por la recogida del menor en el colegio por desacuerdos con la regulación legal del convenio de las visitas. La otra acusada es una amiga que también tenía escolarizados a sus hijos en el mismo colegio. Según la Fiscalía, la madre divorciada amenazó a la profesora que le impidió pasar y la otra le pegó. 

La vista se ha celebrado esta mañana en el Juzgado de lo Penal número 1 de Vigo. Les atribuyen un delito de lesiones leves, penado con 9 meses de cárcel, y otro de atentado a un funcionario. 

La primera acusada, la brasileña C.F.D.S. dijo que tenía una hija de siete años en un colegio de la parroquia Valadares. Pidió a su amiga M.G.P. que fuese a recoger a la niña al colegio. Tenía problemas con el padre, porque le dijo a su hija que mintiera y culpase a su amiga M.G.P. (la otra acusada) por un moratón en un brazo que, en realidad, se hizo jugando dos semanas antes. Grabó una conversación con su hija donde desvelaba que todo era mentira y que no la había lesionado la amiga. A raíz de ese incidente, la madre recibió un comunicado por el que le informaban que ella no podía entrar en el colegio a recoger a su hija. A pesar de ello entró con la otra acusada, pues eran dos madres que siempre iban juntas. «No fue ninguna entrada forzada, entré gritando por la hija y pregunté por ella», indicó.

La profesora de su hija le atendió pero la madre insistía en verla. «Si yo la amenazase, no estaría en esa postura. Solo le dije que tomaré medidas porque había discriminación y racismo, porque los demás padres entraban a coger a los hijos y a mí me tenían esperando. Yo estaba pendiente de la niña, quería a mi hija, entré gritando por mi hija pero nada más», alegó la acusada. 

Más tarde llegó la Policía y le dijeron que saliera del colegio. El Centro decidió entregarle la pequeña a su padre. «Yo no estaba alterada», insistió la madre. Alega que ese día por convenio le tocaba recoger a la niña y que había autorizado a su amiga para ello. «Yo preguntaba dónde estaba la niña, que la quería llevar y ellos me decían que la niña estaba en el centro, me prohibían verla», indicó.

La brasileña, en días previos, quiso hablar con la directora del centro para arreglar el tema de la recogida de la niña pero «ella siempre me decía que estaba ocupada». Se sintió «discriminada» porque la abuela paterna tenía derecho a recoger a la pequeña pero la materna no. 

Versión de la amiga

La amiga de la divorciada, que es su vecina y sus hijas son compañeras de clase, declaró después en el juicio. El 28 de enero fue a recoger a sus hijas y a las de la amiga. Vio a la profesora salir con la menor y le comentó que tenía autorización de la otra madre para recogerla y la maestra le dijo: «Tú no te la llevas, a mí no me consta, no hay nada por escrito». Culpa a una secretaria del colegio de no avisar a la profesora de que tenía permiso. Niega que arrancase de la mano de la profesora a la menor. Poco después apareció la niña con un moratón. 

El segundo incidente fue el 14 de febrero, cuando acompañó a su amiga al colegio a buscar a la niña porque «estaban haciendo una injusticia y la estaban tratando mal». Al llegar allí, no les abrieron el portal pero no le dijeron que tuviesen el acceso prohibido al centro. 

«Intenté entrar y me golpearon en el pecho, un profesor grande me agarró y nos empujaron, yo no pegué a nadie», alegó en el juicio. «En ningún momento me abalancé a la profesora ni hice daño a nadie. Solo quería entrar en el centro para ver a la hija de mi amiga, que sufrió un trato vejatorio y discriminatorio», afirmó. Admitió que no entendía lo que ocurría en el colegio. Negó que días antes amenazase a la profesora con «cortarle la cabeza» ni «quitarle la ficha».

Unos días después vio a la profesora con cabestrillo y poco después se lo quitó, lo que atestiguó su hija. 

La profesora, una joven, era la tutora de las dos hijas de ambas acusadas. Lleva cuatro años en el centro. Asegura que no constaba ninguna notificación de la autorización para que la amiga de la otra acusada recogiese a la niña La otra la insultó con palabras vejatorias y le decía «eres mala, te van a quitar la licencia de profesora». La maestra le dio la mano a la niña y la amiga le quitó del brazo al grito de «yo no me voy del centro sin la niña». Atribuye las posteriores lesiones de la menor al agarrón. 

La madre explicó que saltó la valla del colegio junto a sus hijos y «sigue insultándonos» hasta que llegó la Policía. «No dio tiempo a nada, a reaccionar, empezó a insultarnos y es la madre la que debe autorizar», explicó.

La agresión

El 18 de febrero hubo un segundo incidente. La madre custodia anunció que iba a recoger a su hija y la profesora le exigió un documento judicial porque no era su día de visita. «Me dijo que se la iba a llevar ella», recordó. A la hora de comer, de acuerdo con inspección educativa, le prohíbieron la entrada a ella y a la amiga. La tutora abrió la puerta para entregar la niña y la madre y su amiga entraron en la verja del patio «muy violentas, corriendo» hacia la puerta del edificio. 

La profesora indicó en el juicio que las dos madres entraron a empujones en el colegio y la amiga la agredió. «Se abren paso entre los menores, a alguno lo pisotearon, me insultan y la amiga me empuja pero otro profesor se interpuso como escudo porque si no se pone en medio me mata allí. Dos compañeras más me ayudaron a salir, una poniendo los brazos, porque estaban muy violentas y una me amenazaba con cortarme la cabeza y acusándome de tener intereses, de que si no entregaba a la niña me iba a atener a las consecuencias». Respecto a la madre que buscaba a gritos a su hija «iba empujando a los otros niños», relató la profesora. «Había niños llorando, aterrorizados», añadió.

Asegura que recibió golpes en la cara, puñetazos y en el hombro. No recuerda si le pegaron en el estómago. En el hospital le recomendaron ponerse un cabestrillo. Sufrió ansiedad y ve «creíbles» las amenazas de muerte contra ella.

La tutora llamó a la Policía «porque tenía miedo a que se ejecutase la amenaza, pedí protección». El policía que llegó a parar el entuerto entregó al padre a la niña porque era el único que estaba en buenas condiciones

Asegura que «tengo miedo» porque las madres quebrantaron la orden de alejamiento de ella. «Mis costumbres han cambiado, tengo miedo en las entradas y salidas del colegio de que ellas puedan estar ahí», dijo la profesora en el juicio. Un año después de los incidentes, madruga más para aparcar el coche cerca de la entrada del colegio y prevenir posibles ataques.

 «La situación fue muy violenta y los menores salieron muy traumatizados, he vuelto a trabajar aunque estoy de baja médica para darles un mínimo de normalidad», afirmó la tutora, quien dice que adora su profesión de educadora infantil. Tiene un contrato de trabajo en un colegio concertado pero «estoy amparada por la ley como funcionaria».