«La vida es bella» en Siria: hace creer a su hija que los bombardeos son un juego para que se ría

R.P. REDACCIÓN / LA VOZ

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Este juego desesperado ha logrado su objetivo: transformar en sonrisa el pavor a la guerra

19 feb 2020 . Actualizado a las 13:28 h.

El judío italiano Guido derrocha imaginación para proteger con disparatadas historias a su hijo Giosuè del horror de un campo de exterminio nazi en la oscarizada La vida es bella. En Saraqib, un pueblo sirio de Idlib bombardeado sin descanso por la aviación siria y rusa, Abdulá Muhamed ha recurrido a un juego para cambiar las lágrimas de su hija Salwa, de 4 años, por risas. «¿Avión o bomba?», pregunta el padre, mientras resuena cerca una deflagración. El artefacto explota y ambos se ríen. «¿Te hace gracia?», pregunta Abdulá. «¡Sí! Es divertido», responde Salwa entre carcajadas.

El vídeo con la escena entre padre e hija fue colgado en las redes sociales por Mehmet Algan, trabajadora de una oenegé, con el texto: «No hace falta que sepan el árabe para entender este vídeo». Ha tardado poco tiempo en hacerse viral.

Abdulá se refugia ahora con su familia en el pueblo de Sarmada, situado en la frontera turca, tras escapar de Saraqib. «Busqué soluciones para hacer de los bombardeos una fuente de felicidad y no de miedo para la niña. Le enseñé que eso no daba miedo y que debía reírse», declaró el ingenioso padre a la edición turca del diario The Independent. Este juego le vino a la mente poco después de que unas bombas cayeran muy cerca de su casa en Saraqib y la pequeña sufriera una crisis nerviosa.

Récord de éxodo

La ofensiva del régimen de Al Asad para hacerse con el control del bastión rebelde de la provincia de Idlib y parte de Alepo, en el nordeste de Siria, ha provocado un éxodo de más de 900.000 civiles (el 80 % son mujeres y niños) desde principios de diciembre. La alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, denunció este martes los «indiscriminados» e «inhumanos» ataques sufridos por la población civil y pidió a las partes la apertura de corredores humanitarios. Al menos 298 civiles han muerto en las regiones de Idlib y Alepo desde el 1 de enero. «Familias enteras, algunas de las cuales han cruzado Siria de una punta a otra en la última década, se encuentran de forma trágica con que las bombas son parte de su vida diaria», lamentó Bachelet, en un comunicado en el que se ha preguntado «cómo alguien puede justificar este tipo de ataques indiscriminados e inhumanos» contra la población civil.