Un enorme glaciar a pie de playa

Xavier Fonseca Blanco
xavier fonseca E. ESPECIAL EN LA BASE GABRIEL DE CASTILLA

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Xavier Fonseca

Una ruta de reconocimiento descubre lugares de gran belleza en la isla de Decepción

18 may 2020 . Actualizado a las 13:16 h.

La intensa nevada que se registró el pasado domingo se ajusta a lo que uno espera ver en la Antártida en esta época del año, cada vez más cerca del otoño austral. Mi última semana por estas latitudes comenzó con isla de Decepción teñida de blanco. El lunes acompañé al Joaquín Núñez, jefe de la base Gabriel de Castilla y a Óscar Araújo durante una de las rutas de reconocimiento para descubrir posibles vías de evacuación en caso de que el volcán entre en erupción. Durante el recorrido se utilizó uno de los drones de los que dispone la dotación del Ejército de Tierra. «El uso de esta tecnología sigue un protocolo muy estricto de empleo. Se utiliza para apoyar a los trabajos de los científicos o por seguridad, como en este caso», asegura Núñez.

Decepción con nieve luce de una forma espectacular, aunque las amenazas aumentan. En esta ocasión iremos bien equipados con los crampones y el piolet para extremar las precauciones. Al menos durante la ruta, el viento sopla flojo y el cielo está cada vez más despejado, permitiendo que la belleza del paisaje aumente con cada paso.

El destino que nos espera es un glaciar, aunque realmente desconocíamos el paisaje que nos íbamos a encontrar. La sorpresa llegó cuando descubrimos que la lengua llegaba hasta la misma orilla de una de las playa que dan a mar abierto. «Este era de los pocos sitios de la isla que no conocíamos. Realmente es sorprendente encontrar un lugar tan hermoso», reconoce Araújo.

De camino de regreso a la base decidimos aprovechar la ventana de buen tiempo que nos brinda la isla para explorar nuevas rutas desconocidas. Joaquín decide que iremos al punto más alto de Decepción, situado a unos 580 metros de altura. Alcanzar la cima nos llevará casi dos horas de ascenso. La ausencia de viento facilita mucho la travesía.

Cuando llegamos a lo más alto las vistas nos dejan sin palabras. El cielo está tan despejado que se puede apreciar perfectamente la isla Livingston, donde se encuentra la base Juan Carlos y también la península antártica, donde hace unas semanas se registró la temperatura máxima más elevada de la historia. En el horizonte también se aprecian enormes masas de hielo de dimensiones inimaginables. Aquel fue uno de mis últimos momentos aquí. En unas horas toca subirse al Hespérides y emprender la aventura de regreso. Salir de la Antártida, al igual que llegar, depende de la meteorología.